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Una Lolita depredadora

«Todos mienten» es un apasionante «thriller» psicológico de Mindy Mejia

Una Lolita depredadora
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«Todos mienten» es un apasionante «thriller» psicológico de Mindy Mejia.

Igual que antaño las portadas de la novela criminal las unificaba el estilo de dibujo fotorrealista con sus detectives, gánsteres y chicas en poses sexy soplando una pistola humeante, las de intriga doméstica actual se identifican por su estética gráfica: grandes letras de palo seco ocultando la cara ampliada de una joven que vigila o es vigilada: los dos tópicos esenciales del «domestic noir». Los títulos también son recurrentes y enfatizan el eje sobre el que gira la acción de la violencia doméstica en la era del posfeminismo: «La chica del tren»; «Perdida (Gone Girl)»; «Ella lo sabe»; «Me olvidé de mí»; «La mujer silenciosa»; «Te dejé ir»; «Encuéntrame»; «Una buena chica»; «La mujer de un solo hombre», «Una chica desconocida», y la última en llegar, «Todos mienten», de Mindy Mejia. El tercer elemento es la autoría: autoras que escriben sobre la problemática de la mujer actual en un mundo cambiante cada vez más igualitario. La paradoja es que sus heroínas lo mismo son depredadoras criminales como víctimas de un estereotipado romanticismo, mientras que ellos, guapos y blandos, pueden encarnar el ideal romántico más añejo, tanto del galán digno de amor sublime como del que se troca en malvado maltratador. Y tras esa pléyade de excelentes autoras un batallón de jóvenes lectoras que toman esas narraciones repletas de violencia, sufrimiento y dolor como novelas de iniciación.

En «Todos mienten» tres voces en primera persona conducen la narración. El lector va componiendo el relato y encajando las piezas del rompecabezas de una intriga psicológica protagonizada por una adolescente manipuladora empeñada en lograr sus deseos como émula de la depredadora Eva Harrington de «Eva al desnudo». Deseo y ocultación pueden confrontarse con manipulación y muerte para iluminar cada uno de los ángulos en los que se juega la intriga de la obra. Descubrir al asesino es el fin trivial, mientras que el medio es describir el mundo rural en el que viven atrapados los personajes involucrados en este drama psicológico con numerosas referencias metaliterarias que buscan incardinar el relato en la gran literatura anglosajona. No en balde el foco de la acción se centra en una brillante alumna y un profesor de literatura envueltos en una pasión amorosa.

Poder y seducción

De los cuatro ángulos metafóricos el que mejor define el espíritu de «Todos mienten» es la manipulación de la joven Hattie Hoffman, descrito en profundidad por una autora que domina la intriga psicológica con sorprendente naturalidad. Hoffman interpreta hábilmente distintos papeles en la vida para seducir, enredándose en esa capacidad simuladora de la adolescencia que descubre con sorpresa lo fácil que es manipular a la gente sencilla, incluido un maduro profesor de literatura con el que entabla una relación intelectual a través de la ficción teatral y de internet. La pasión amorosa queda así filtrada por las referencias metaliterarias, como si Mejia recurriera al barniz cultural para encuadrar a sus protagonistas y distanciarse prudentemente del melodrama.

El resultado es el de una tragedia contenida en la que su autora puede dar rienda suelta al folletín romántico y justificar la hiperbólica actuación de su heroína y ridiculizar al galán maduro atrapado en la tela de araña de esta Lolita. Que los personajes jueguen con las referencias teatrales de Macbeth y Jane Austen para enmarcar su pasión añade un plus de teatralidad. Y es que Mejia ha escrito una de las mejores novelas de intriga psicológica del año.