Vaya humor que tiene Zizek
Filosofía y humor están indisolublemente unidas desde los comienzos: no sólo los chistes sobre filósofos –una especie al parecer especialmente risible desde antiguo– sino también los chistes mediante los cuales los filósofos nos ayudan a comprender su pensamiento son una constante en la historia de la filosofía en occidente. Recordemos, sin ir más lejos las chistosas anécdotas sobre la vida, obra y muerte de los filósofos griegos que recopiló Diógenes Laercio o el hecho de que la labor filosófica está emparentada con la risa desde que a Sócrates o Demócrito se les atribuyera era un gusto especial por la ironía, el humor o la paradoja. En nuestros días, quizá el más irreverente de los filósofos de la contemporaneidad sea el esloveno Slavoj Zizek, todo un icono de la filosofía militante, irónica y rompedora. Zizek ha cargado las tintas entre bromas y veras contra la historia tradicional de la filosofía, el capitalismo y el socialismo, el cristianismo y las ideologías, denunciando las estrechas mentalidades de nuestra sociedad actual. Y en momentos álgidos de su discurso, en vez de aludir a mitos o alegorías –como hubiera hecho, por ejemplo, un Platón– se dedica preferentemente a la boutade, obteniendo sin duda el efecto deseado en su público. Este libro, titulado «Mis chistes, mi filosofía», recoge precisamente una antología de estos momentos, de las mejores humoradas de Zizek a lo largo su obra, ya sea examinando a Hegel, Lacan, Freud o Marx o ya escribiendo sobre crítica cultural. El chispeante filósofo de Liubliana desmenuza con la herramienta del humor las ideologías y la historia de la cultura.
Burla al comunismo
Hay algunos chistes realmente desternillantes, entre los más divertidos e irreverentes, algunas parodias de la Biblia y el judaísmo, pero sin dejar de lado las burlas sobre el sistema comunista en los repertorios de bromas de la antigua Yugoslavia, que Zizek conoce bien. Este libro parece una respuesta a la conocida cita de Wittgenstein según la cual una obra filosófica debería estas compuestas exclusivamente de chistes. Los hay de todas clases: vulgares, violentos, sutiles, machistas, absurdos, racistas..., en todo caso, rompiendo esquemas, descubrimos también que los pensadores más sesudos se inclinaron por el humor en diversas obras, a la par que reparamos en la efectividad del chiste, como estrategia retórica (la chreia o anécdota), para reforzar un discurso filosófico. Si lo serio o lo risible es lo que funciona mejor, lo dejaremos para otra ocasión. Son dos máscaras del filósofo, dos caras de la misma moneda, triste y sonriente, trágica y cómica, pero siempre dionisíaca. Como dice nuestro Lope de Vega, «Heráclito, con versos tristes, llora; / Demócrito, con risa, desengaña». Cuál de los dos métodos sea filosóficamente más efectivo en esta vieja contraposición literaria y artística es algo más dudoso.
asombrosa, publicada en 1939, de exigencia artística máxima, el relato más duro que pueda leerse de la violencia de la guerra en el cuerpo de un hombre; es una prosa sin comas, con la que Trumbo hace fluir el pensamiento, las percepciones del protagonista, el soldado Joe Bonham, que recibe el impacto de un obús en las trincheras durante la Primera Guerra Mundial, y se despierta en un hospital («Entonces cayó en la cuenta. Eran médicos que habían venido a ebo hace fluir el pensamiento, las percepciones del protagonista, el soldado Joe Bonham, que recibe el impacto de un obús en las trincheras durante la Primera Guerra Mundial, y se despierta en un hospital («Entonces cayó en la cuenta. Eran médicos que habían venido a ebo hace fluir el pensamiento, las percepciones del protagonista, el soldado Joe Bonham, que recibe el impacto de un obús en las trincheras durante la Primera Guerra Mundial, y se despierta en un hospital («Entonces cayó en la cuenta. Eran médicos que habían venido a ebo hace fluir el pensamiento, las percepciones del protagonista, el soldado Joe Bonham, que recibe el impacto de un obús en las trincheras durante la Primera Guerra Mundial, y se despierta en un hospital («Entonces cayó en la cuenta. Eran médicos que habían venido a ebo hace fluir el pensamiento, las percepciones del protagonista, el soldado Joe Bonham, que recibe el impacto de un obús en las trincheras durante la Primera Guerra lí