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Edith Stein, el truco está en saber abrir los ojos
La escritora Irene Chikiar Bauer repara en su ensayo a una figura de vida extraordinaria y con obra de gran vigencia
Tan solo hay que abrir los ojos. La época en que vivimos es en parte angustiosa. Pero sólo en parte. Aún siendo la comunicación más sencilla que nunca, es fácil sentirse desconectado. Por ello resulta imprescindible seguir buscándole sentido a la vida: pero no recurriendo a la Inteligencia Artificial ni al placebo infinito del «scroll». Sino con esfuerzo, con criterio, ejercitando el conocimiento. Escribió Edith Stein, filósofa de apasionante trayectoria intelectual y vital, que «el fin del hombre es que su voz suene con la de los demás». Cabe buscar el camino propio, aún cuando todo parece que nos viene dado. «Hoy existe la ambición. Pero si uno entrega las grandes preguntas del ser humano a la tecnología, ¿qué nos queda a nosotros? Las máquinas pueden liberarnos del trabajo mecánico, pero el pensamiento, la búsqueda del sentido de la vida, debe ser de cada uno», defiende Irene Chikiar Bauer, escritora y periodista argentina que realza la figura de Stein como un ejemplo de dicha búsqueda, «que en su caso fue conjugando lo filosófico y lo espiritual», avanza. Reúne la vida y obra de esta mujer extraordinaria, representante del siglo XX y avanzadilla del XXI, en «Edith Stein. Judía. Filósofa. Santa» (Taurus), novela que le ha llevado seis años de trabajo entre la documentación y el viaje hacia los mismos lugares que frecuentó la filósofa.
Nacida en Polonia en 1891 en el seno de una familia judía, Stein fue la primera mujer en doctorarse en Filosofía en Alemania. Fue en 1921 cuando su vida dio un vuelco místico y se convirtió al catolicismo, ingresando en la orden carmelita como Teresa Benedicta de la Cruz. «Eligió el nombre por Santa Teresa de Ávila. Ella es, para mí, su continuadora, la Santa Teresa de nuestro tiempo», explica Chikiar Bauer, y eligió el camino de la cruz anticipándose a cómo se le consideraría más tarde. «Era una Pietà sin Cristo», escribió una sobreviviente de Auschwitz, donde fue asesinada la filósofa, refiriéndose al cúmulo de sufrimientos que llegó a sostener a lo largo de su vida. Una trayectoria que se resume en que Stein «fue una buscadora intelectual del sentido de la vida». Ello fue lo que le llevó a la Filosofía y, más tarde, lo que le acercó a la religión. «Esas preguntas sobre quiénes somos, hacia dónde vamos, admite la trascendencia», explica la autora. Primero, Stein se centra «en la empatía como su tesis, y a través de ella se pregunta por la posibilidad de la relación que tenemos con algo que nos trasciende».
Fe y advertencias
Define Chikiar Bauer ese camino religioso de Stein «como uno muy racional», y también muy actual. «Stein nos dirige hacia lo que siempre nos caracterizó como humanos, que es el arte, la literatura, la historia... a través de esas cosas podemos encontrar algo más pleno en la vida. Fue profesora y una conferenciante muy famosa, y siempre tuvo fe en la educación. Entonces lo que aporta es una advertencia a no dejarnos llevar por las propagandas, por la vía fácil, y volver a la formación, conocer de dónde venimos para saber a dónde vamos. Por eso siempre volvemos a los clásicos».
Pero no es Stein defensora de una búsqueda individual, sino comunitaria. Abordó en parte de su extensa obra la problemática comunitaria y el sentido de pertenencia, algo que emerge aún hoy como una suerte de lacra de la existencia humana. «A veces lo identitario excluye al otro, y Stein no trata de excluirlo», afirma la escritora. «Para ella, la humanidad está articulada en pueblos, cada uno con su modalidad, con una misión, una vocación, siempre resonando con los otros». Algo que coincide con ese carácter gregario que ha definido a la humanidad desde las comunidades más primitivas como modo de supervivencia. «Lo que pasa es que actualmente parece que hay una posibilidad de salvación individual, pero eso es una falacia», opina Chikiar Bauer.
No es invento ni descubrimiento moderno el de la angustia, el de habitar un mundo en crisis. Díganselo a aquellas personas que sufrieron las trincheras de una contienda o el Holocausto de otras. Es importante abrir los ojos, tanto al pasado como a nuestro entorno. Y continuar con «esa búsqueda del sentido de la vida, que algunos lo encontrarán en la trascendencia y otros en la integridad, en no dejarse avasallar. Ahí está el truco», concluye la autora.
Una «outsider» del pasado
Edith Stein comparte con Virginia Woolf más de lo que parece. Las dos han sido motivo de exhaustivo estudio por parte de Chikiar, quien publicó «Virginia Woolf. La vida por escrito» en 2015. Ambas, dice la escritora, «fueron unas ‘‘outsider’’. Mujeres muy fuertes y con un contexto trágico». No sólo Woolf fue feminista: «Edith Stein se declaró como tal cuando comenzó a estudiar. Pero un feminismo diferente al actual. Leer al pasado con nuestras expectativas actuales no es justo con esos precursores que se entregaron a su verdad y su tiempo», opina.