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Lorenzo Silva: “Me interesa más el misterio que el enigma, qué sucede en la cabeza del que mata”

Publica “La llama de Focea”, una nueva entrega de la saga que lleva a Bevilacqua y Chamorro a investigar el asesinato de la hija de un político independentista catalán en pleno Camino de Santiago
Carlos Ruiz B.k.

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Galicia era una cuenta pendiente para Lorenzo Silva (Madrid, 1966) y allí ha viajado para presentar “La llama de Focea” (DESTINO) donde ha ambientado el último caso que le toca resolver a sus famosos guardias civiles, el subteniente Bevilacqua y la brigada Chamorro. Ambos han viajado por toda España, pero nunca habían tenido los paisajes gallegos como escenario de un crimen que sucede por localidades tan emblemáticas como O Cebreiro, Triacastela y Samos, en pleno corazón del Camino de Santiago, casi un cuarto de siglo después de su aparición en 1998 en “El lejano país de los estanques”, con la que Silva abrió su saga de novela negra. Esta es la decimotercera entrega, “pero no será su última aventura juntos”, confiesa el autor. “No hay un plan cerrado y ya tengo tres más en la cabeza, porque creo que una parte muy importante de la historia es el paisaje de la sociedad española contemporánea, que ha tenido una evolución imprevisible en estos 24 años. Estos personajes me han traído mucho bueno y me han permitido ser absolutamente libre al escribir literatura, y esas son dos de las cosas más importantes de mi vida”, afirma.
“He trabajado en Galicia, me gustan mucho el paisaje y los gallegos y quería una historia especial que no se quedara en el cliché. Al pensar en el Camino de Santiago creo que di con la tecla para acercarme a una parte del alma de Galicia”, explica Silva. “El entorno me interesa mucho en mis novelas por lo que transmite de la gente que lo habita o lo ha habitado, que ha dejado huella en él. Eso me permite cerrar la atmósfera de una historia y darle una dosis de misterio, que en una novela negra me interesa más que el enigma porque va más al por qué, que al cómo ocurre, es decir, me interesa saber qué sucede en la cabeza del que mata para que acabe tomando la decisión tan drástica de quitarle la vida a alguien”. En este caso, la víctima aparecida en Samos (Lugo) es Queralt Bonmatí, una joven peregrina catalana de familia acomodada, hija de Ferran Bonmatí, un ex político y exitoso empresario al que la Guardia Civil investiga hace tiempo por sus oscuras actividades en apoyo del desafío al Estado del “procés”.
Por esto, además de Galicia, una parte importante de la trama transcurre en Cataluña. “No quería hacer una novela sobre el “procés” -puntualiza-, pero sí me interesaba señalar la conmoción causada en la última década en la sociedad catalana y española, que formara parte del trasfondo, del paisaje humano, social y político de la historia y, sobre todo, quería tener una mirada comprometida que aportara algo”. Y prosigue Silva: “Aquel otoño de 2019 me sobrecogió porque vi a barceloneses contra barceloneses con esa comandancia convertida en una especie de Fort Apache, contra guardias civiles que viven Cataluña y se sienten catalanes”. La investigación del crimen lleva a Bevilacqua a regresar a Barcelona en el momento álgido de las protestas y disturbios que tenían a la ciudad literalmente en llamas. “Evoca sus años allí de joven, un contrapunto entre esa ciudad exitosa y rutilante del 92 que deslumbró al mundo y la del 19, en un punto muy bajo, no solo sumida en la melancolía del fracaso del “procés”, sino envuelta también en la rabia de la respuesta a la condena de los líderes independentistas con esas hogueras en sus calles que dieron la vuelta al mundo”.
Si en la novela anterior homenajeaba a Tucídides, aquí lo hace con Heródoto que habla de Focea la polis griega que fundó colonias como Ampurias (Gerona), con la que construye una metáfora sobre la llama de la antorcha que se van pasando los atletas olímpicos o el fuego que los griegos llevaban a sus colonias para transmitir el espíritu de la polis fundadora y también como la llama de la vida y del conocimiento que intentamos pasar de padres a hijos, aunque luego ellos lleven la antorcha que les parece”, asegura. Por eso, además de thriller policiaco, “La llama de Focea” es también una reflexión sobre la rebeldía contestataria de los hijos frente a los padres en la búsqueda de su propio camino. “A veces, cuando tienes unos ideales tan categóricos y los planteas a los hijos, que viven en un mundo más abierto, no siempre los aceptan, puede ocurrir que piensen todo lo contrario y se produzca una rotura ideológica entre ambos, y esto ocurre muy a menudo, muchos políticos iconos de la izquierda han tenido padres del Régimen y lo que representa la protagonista es parecido, conozco casos reales de gente que se ha criado en un nacionalismo independentista dogmático y tintes de antiespañolismo furioso y, sin embargo, por distintas razones, se enfrentan a los padres y se posicionan en contra”.
Por otro lado, Lorenzo Silva rinde tributo al papel cada vez más determinante de las mujeres, cuyo protagonismo en la trama ha crecido como reflejo de la evolución social de este siglo. “Además de la brigada Chamorro, está la cabo primero Inés Salgado, la sargento Laura Cerdeira o la joven juez de Sarria (Lugo) Jennifer Sagarra, que a su vez ha sido formada por la magistrada Carolina Perea, un personaje conocido para los seguidores de la serie. También ha querido homenajear al fallecido escritor Domingo Villar, “en esta ocasión, Bevilacqua escoge la primera novela de la serie de Leo Caldas “Ojos de agua”. “Era una persona a la que quería y conocía bien y la noticia de su muerte me afectó mucho, era muy generoso conmigo. Su literatura era muy valiosa y con su pérdida, la novela negra española pierde algo importante, Es terrible que muriera con solo tres novelas escritas y cuando había encontrado su voz literaria. Pienso que los que nos quedamos tenemos la obligación de luchar contra el olvido del que se va, sobre todo con gente que no merece ser olvidada tan rápido”, concluye.

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