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El regreso del mejor y más fascinante terror gótico
Aparece por primera vez en castellano esta fascinante historia gótica que recrea la fundación, entre tenebrosa y real, de Bielorrusia

Desde los páramos de Belarús (Bielorrusia), envueltos en bruma y melancolía, surge 'La cacería salvaje del Rey Staj' como una de las más sorprendentes contribuciones al imaginario gótico europeo del siglo XX. Uladzímir Karatkévich, figura capital de la literatura de su país, nos regala un texto de belleza fantasmal, profundamente literario, donde el miedo no es solo una pulsión narrativa, sino una forma de memoria histórica.
Publicada en 1964 y traducida a treinta lenguas, esta obra –que ve la luz por primera vez en español (Almuzara)– se inscribe con naturalidad en la genealogía del gótico clásico, compartiendo elementos esenciales con Radcliffe, Walpole, Poe o incluso Shirley Jackson: el castillo maldito, la herencia tenebrosa, los secretos familiares, la figura femenina oprimida, la niebla como frontera entre razón y locura. Sin embargo, Karatkévich introduce una variación sustancial: traslada la estética gótica al corazón eslavo, fundiendo lo sobrenatural con la historia concreta de una nación silenciada.
El mito de la “cacería salvaje”, que ha nutrido durante siglos la literatura fantástica europea –de Wagner a Goethe, de la balada medieval a Borges– adquiere un rostro nuevo: la cabalgata espectral ya no es solo terror ancestral, sino alegoría de la culpa histórica, del peso de los crímenes heredados. La joven Nadzeya Yanovski, última descendiente de una familia noble en ruina, vive atrapada por esa maldición que cabalga por los pantanos. Andréi Beloretski, joven etnógrafo escéptico, intentará salvarla... pero pronto comprenderá que los fantasmas son más reales que la razón.
Karatkévich escribe con un aliento que recuerda a lo mejor del romanticismo negro: su prosa, intensamente poética, convierte cada ciénaga, cada retrato, cada ráfaga de viento en símbolo. Hay un cuidado barroco en la ambientación, una mirada pictórica en la construcción de escenas, y una musicalidad constante en la cadencia del lenguaje. La novela se sostiene en un equilibrio inquietante entre lo realista y lo fantástico, entre la crónica y la fábula, y en ello se hermana con los autores góticos de otras latitudes: la opresión heredada de La caída de la Casa Usher, el escepticismo de Jonathan Harker, los castillos de Rebecca, el eco desquiciado de Otra vuelta de tuerca.
Pero donde brilla con luz propia es en su trasfondo nacional. Karatkévich, arqueólogo de su propia identidad colectiva, utiliza la narrativa gótica como un vehículo para explorar el trauma histórico de Belarús: el olvido, la colonización cultural, la aristocracia en ruina, el exilio de la élite intelectual. Como señala el prólogo de Svetlana Yaskova, Karatkévich no solo inventó una novela: inventó un mito nuevo para su pueblo, un contrapunto épico al relato soviético que había reducido a su nación a silencio. El impacto de la novela fue tal que se adaptó al cine en 1979, en una versión de culto.
Karatkévich logró lo que muy pocos autores han conseguido: elevar la novela gótica más allá del espanto, convertir el miedo en espejo de una nación. 'La cacería salvaje del Rey Staj' no es solo una de las cumbres del gótico eslavo: es una de las novelas más profundamente literarias del siglo XX europeo. Un relato donde galopan los fantasmas del pasado... y donde el lector escucha, con estremecimiento, el eco persistente de una lengua y una historia que se niegan a desaparecer.
- Lo mejor: Su prosa lírica y atmósfera gótica recrean un mito universal con profundidad histórica y poética.
- Lo peor: El ritmo irregular y referencias culturales locales pueden dificultar la inmersión para lectores no familiarizados.
'La cacería salvaje del rey Staj' (Almuzara), de Uladzímir Karatkévich, 264 páginas, 21,95 euros.
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