Ópera prima

Las mujeres también son bestias, egoístas y malas

Elvira Mínguez aparca la interpretación para debutar en la novela con un título que viene a luchar contra los papeles femeninos que se ha encontrado a lo largo de su trayectoria

Elvira Mínguez ha llevado su ópera prima a la Zamora rural (Villaveza del Agua) de finales del siglo XIX
Elvira Mínguez ha llevado su ópera prima a la Zamora rural (Villaveza del Agua) de finales del siglo XIXNaza Meijide

Elvira Míguez te habla con más pasión de los libros que ha leído que de las películas que ha hecho. En el cine ha trabajado con tipazos como John Malkovich, Benicio del Toro, Steven Soderbergh y Asghar Farhadi, pero lo suyo con la lectura le desborda: «La interpretación es mi marido, y la literatura, mi amante», sentencia enamorada de una nueva profesión que tampoco esconde a su «esposo». Grita a los cuatro vientos esta relación abierta en la que La sombra de la tierra (Espasa) es el final de un proceso que comenzó «hace mucho tiempo», en 2006.

Fue entonces cuando pasó una crisis con su «amigo». «No sabía leer», dice. Después de años entre libros, de devorar páginas y de entregarse a esa pasión, se dio cuenta de que le faltaba algo. Mínguez se acercó a su librería de confianza, Méndez (calle Mayor, Madrid) para apuntarse a algún taller de literatura con la «idea de aprender»: «Empiezas a ver técnicas, te fijas en la estructura, en el narrador, pones el foco en otros aspectos. Si antes me gustaba, ahora más». Sin embargo, aquello tenía una cara B, también había que escribir «y no tenía interés en ello. Nunca lo había pretendido». Pero los caminos del Señor son inescrutables... De allí salieron cuatro monólogos que han «estado danzando» todo este tiempo y que ahora han evolucionado en su ópera prima en el mundo de los libros. Un volumen que responde a las propias inquietudes de la autora de «revisar mi propio pasado. Necesito entender las cosas en mi cabeza, buscar el origen, saber cuándo, por qué y cómo», apunta de los motivos que le llevaron a una historia que sin ser la suya, la de su familia, sí tiene trazas de todo ello. Fue la manera de la que el texto llegó hasta la Zamora rural, Villaveza del Agua, en marzo de 1896.

"Las mujeres pueden ser unas capullas y unos ángeles"

Elvira Mínguez

Allí no contaría nada personal, pero el universo sí va a estar invadido por sus ascendentes. Atilana y Garibalda son los nombres de las protagonistas del libro, pero también los de la bisabuela de Mínguez y los de la vecina de esta. «Tenía en la cabeza una foto de mi bisabuela terrorífica, y también que se suicidó en un pozo. Dejó las zapatillas al lado para que la encontraran y se ató la falda para que no la vieran las enaguas cuando la sacaran. Toda esa sangre fría me llamó la atención», explica de una estampa que le sirvió para dar rienda suelta a la imaginación y para terminar con una espina que tenía clavada después de años metiéndose en la piel de decenas de mujeres de todos los tipos: «Desde el lado de la interpretación he recibido personajes femeninos que me han dado la impresión de que siempre están sesgados. Les falta una pata, como si los viéramos de escorzo. Y tenía ganas de contar esas cualidades que, a priori, se dan a los hombres. Esa capacidad de odiar, manipular, el ansia por el poder, el egoísmo... Aspectos negativos que tenemos como humanos y que no son habituales en las figuras femeninas. Tenía ganas de decir “¡cuidado! Las mujeres pueden ser unas capullas y unos ángeles”».

"La interpretación es mi marido, y la literatura, mi amante"

Elvira Mínguez

Atilana y Garibalda, «dos bestias», define, son el centro de una trama que se mueve por el odio y la venganza de dos señoras (y hermanas) que no pararán hasta terminar con la otra y lograr el poder. Una historia en la que la ambición de estas mujeres desencadena una serie de consecuencias que arrastrarán a todos los que estén cerca. «El presente siempre está condicionado por lo que has hecho en el pasado. La forma de morir de cada uno es la gran consecuencia de cómo has vivido».

  • «La sombra de la tierra» (Espasa), de Elvira Mínguez, 272 páginas, 18,90 euros.