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Entrevista literaria

Lorenzo Silva: "Las sociedades no son muy agradecidas con sus servidores públicos"

El escritor publica «Las fuerzas contrarias», decimocuarta entrega de la serie de Bevilacqua y Chamorro que los lleva investigar dos casos en plena pandemia

El escritor Lorenzo Silva larazon

El fenómeno de Lorenzo Silva con los casos del subteniente Bevilacqua y la brigada Virginia Chamorro es como el de esa lluvia fina que, casi sin darte cuenta, te va empapando poco a poco y al final acabas calado hasta los huesos. Con “Las fuerzas contrarias” (DESTINO), Silva publica su decimocuarta entrega de la serie, que pone a los agentes de la Guardia Civil frente a dos casos diferentes, la desaparición de una mujer en Badajoz y la muerte sospechosa de una septuagenaria en Illescas (Toledo), posiblemente su investigación más complicada hasta ahora, no solo por tener que resolver dos casos a la vez, sino por el difícil contexto en el que tienen que trabajar, el confinamiento durante la pandemia del Covid-19. Uno de los casos tiene una base real. “No es que sean crímenes excesivamente sofisticados, a veces el más difícil es el que se comete de forma sencilla, directa y sin testigos, pero cuando todo el mundo está confinado, te faltan muchas fuentes de información y a las dificultades habituales, suman una serie de escollos y restricciones, tanto operativas como de movilidad, que dificultan la investigación, incluso parte del equipo también enfermó en la realidad”, explica el escritor.

Tras cinco años, apenas se ha narrado sobre la pandemia. “Aún hay heridas sin cerrar, en cine parece que le da mal rollo tocarlo, con los actores con mascarilla se pierde mucho y en literatura, hay gente a la que el tema da mucha pereza porque lo pasó mal, no hay ganas de recordar y al escribir estás limitado, como sometido a un corsé, pero a mí me parece que cuando una experiencia es tan amarga y trascendente, hay un momento en el que tienes que asumir la amargura y preguntarte, ¿esto qué nos ha aportado a nosotros? Pues algo nos aportó, no todo fue negativo, pero además, narrar con un corsé para mí no es malo porque es ponerte a prueba”.

Por otro lado, “la pandemia actuó como lente de aumento social que sacó lo mejor y lo peor de nosotros, se nos vieron una serie de suturas mal hechas y grietas que sabíamos que estaban ahí, pero no las contábamos”. Desde el punto de vista criminal, qué mejor momento para cometer un crimen en el anonimato de cientos de muertes diarias, muchas de ellas sin certificar. “Y sobre todo, sin hacer autopsias –apostilla Silva-. A mí me llamaron guardias civiles amigos para decirme que encontraban cadáveres en los pisos y los médicos certificaban la defunción desde el portal”. Entre ellos, muchos mayores a los que se negó auxilio médico y la posibilidad de acudir a un hospital o la dejadez de las residencias de ancianos. “Los resultados son pavorosos. Está claro que se podría haber hecho mejor si hubieran estado mejor dimensionadas las urgencias y las residencias, pero el dilema no era fácil, las UCI estaban saturadas y faltaba personal sanitario”.

En esos días tan críticos hubo un grupo de gente “que se fajaron en la calle, como las fuerzas de seguridad, los trabajadores de supermercados o los sanitarios, a los que admiramos, aplaudimos y reconocíamos entonces y ahora les pegan en los ambulatorios, que son la primera barrera de la enfermedad, sobre a todo a las mujeres. Para que veamos lo que es la ingratitud”. Y es que, “en realidad, las sociedades no son muy agradecidas con sus servidores públicos”, afirma Silva. En Cataluña, por ejemplo, se vacunó muy tarde a guardias civiles y policías y la Justicia ha condenado al gobierno catalán por ello. No se comprende que aún no sean consideradas profesiones de riesgo. “Esto es porque no interesa políticamente y cuando interese, se conseguirá”.

Si vemos la evolución de Bevilacqua y Chamorro en el tiempo desde “El lejano país de los estanques”, se evidencia el cambio producido, tanto en la Guardia Civil, como en la sociedad. “Cuando escribí esa primera novela en1995, por ejemplo, prácticamente nadie tenía teléfono móvil y Bevilacqua afirmaba que él jamás llevaría uno y en esta última vive amarrado a él día y noche”. ¿Pero por qué aguantan tan bien el paso del tiempo? “Porque estos personajes son un reflejo de la condición humana y sus complejidades, son gente corriente, dos currantes, que se levantan y van a ganarse el pan, con jefes y problemas laborales y han establecido una relación con el lector”.

Dos caballeros andantes que Silva se ha traído a Illescas (Toledo), lugar por donde pasaba Cervantes camino de Madrid”. “Es una pareja muy cervantina desde el principio –asegura- don Quijote y Sancho es echan a los caminos y paran en las ventas, y ellos van por las autovías y paran en las áreas de servicio, pero al final es el mismo paisanaje cuatro siglos después”. Después de 30 años, ¿qué futuro espera a la pareja? “Vila se resiste a ascender, pero acepta y Chamorro no se lo ha tomado mal. La idea es que la siguiente novela se cuente desde otras premisas, posiblemente incluso fuera de España en operaciones internacionales, el ascenso no les va a impedir seguir estando juntos, aunque su relación sea distinta”, concluye.