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Los Burning sintonizan por última vez a los Stones

Los integrantes originales de la banda Burning, en una imagen de la portada de su disco «Madrid», de 1978
Los integrantes originales de la banda Burning, en una imagen de la portada de su disco «Madrid», de 1978larazon

«En la noche oscura del alma siempre son las tres de la mañana», dejó escrito ese genial dipsómano que aún tuvo tiempo de firmar su acta de defunción con «The Crack-Up». El Rock and Roll también exige un alto tributo, una fidelidad incondicional. Es el monacato del noctámbulo. Los Burning (léase mejor a lo castizo) pagaron el peaje con cuentagotas: Toño Martín, su primer cantante, falleció de sobredosis en 1991: la gran ciudad lo reclamó una vez más cuando parecía que había renunciado al bicho en el apartado pueblo de Briviescas. A Pepe Risi se lo llevó una neumonía en el 97: la droga también le había echado el lazo. Pero en «la noche oscura del alma», Pepe Risi, a poco de morir, se levantó a las 3 de la mañana, dando vueltas tres horas más en la cama, hasta que atinó a enchufar la radio: «Dan las 6, sintonizo a los Stones, recuerdos del pelo largo, viejos blues, queridísimo Eric Burdon...». La emotiva «Una noche sin ti» es el contraplano de aquella banda de La Elipa (obreros de verdad y no de postín, sin márketing, dueños solo de su «rock and roll actitud») que en el erial madrileño plantaron la primera pica del rock y el glam. Jóvenes airados que solo querían mover las caderas («el resto es propaganda», diría el protagonista de «Sábado noche, domingo mañana»), planificar un atraco o camelarse a la chica de moda. «Nunca fuimos de rock político, sólo queríamos oler a las chicas y ser unos golfos», manifestaron en una entrevista en 2014. La única política del rock es la de los hechos consumados. A los Burning nunca les fue del todo bien. Jamás encajaron en La Movida: autodidactas, mal promocionados, demasiado comprometidos con sus referentes y alejados de la purpurina barata de aquella eclosión de bandas que descubrían cómo cualquier excentricidad podía hacer caja de manos de un buen productor. Y, sin embargo, son indisociables de la Movida desde que Fernando Colomo hizo de su «¿Qué hace una chica como tú en un sitio como este?» (1978) un filme clave de la comedia madrileña y un himno generacional de karaokes y bares de medio pelo: «Mujer fatal, siempre con problemas...». Resulta que los Burning (lo que queda de ellos después de mil reencarnaciones y un solo integrante original: el emblemático Johnny Cifuentes) se bajan de los escenarios definitivamente, tras 45 años, este mes en tres conciertos: Bilbao (27 de septiembre), Barcelona (4 de octubre) y Madrid (5 de octubre). No está mal recordarlo ahora que la capital del Reino no sabe nada de muchos de aquellos grupos pioneros (con los Burning en un lugar de honor) que «mataron el silencio en las calles de Madrid» con Franco aún en el Pardo. Fue Loquillo, con Los Trogloditas, quien cantó a esa capital underground con «alma de Ceesepe» y voz de Pepe Risi que «mató el silencio» antes de que una nueva generación lo degradara a jaula de grillos: antes no solo de la movida, sino del pop, el indie y sus respectivas industrias, todo lo que ha venido después bajo el membrete de música. «En el mundo posmoderno no han dejado nada eterno», se lamenta el Loco en su nuevo single. Ni se respetan las canas ni el pelo largo, ni son ya las 6 de la mañana ni Pepe Risi va a estar ahí para sintonizar a los Stones.