«Los viajes de Marco y Pili»: Navidades austeras
Producción Ejecutiva: som! - Escuela de Circo Carampa. Director artístico: Javier Jiménez. Intérpretes: Jose Luis Redondo, Leticia Vetrano, Roberto Carlos Rodrigues Ramalho, Jeremías Faganel, Nini Storm, entre otros.
Trapecio, telas aéreas, malabares, tragafuegos, acrobacias sobre mástiles, camas elásticas con pared, marionetas, una aventura infantil como hilo conductor... y hasta la voluntariosa participación del público para acompañar un modesto número colectivo de manera coreografiada. No puede decirse que no haya circo, y más que circo incluso, en este espectáculo que ha programado el Price para estas Navidades, las segundas desde que la empresa Productores de Sonrisas dejó de ocuparse de esta cita. De todo hay en Los viajes de Marco y Pili, ciertamente; pero poco hay que llegue a deslumbrar a un público que se ha vuelto en los últimos años muy exigente y que parece muy bien acostumbrado –o quizá muy mal acostumbrado– a la exuberancia sensorial que había caracterizado las propuestas producidas por Manuel González en años anteriores.
Desconozco los motivos del Ayuntamiento para llevar a cabo este cambio, sobre todo teniendo en cuenta que el evento se había consolidado ya como uno de los mejores reclamos para devolver a los madrileños, siquiera por un día al año, el interés por el romántico y fabuloso mundo del circo; pero viendo el despliegue de antes y el de ahora, intuyo que lo económico ha pesado poderosamente en la decisión. No se trata, pues, de que la Escuela de Circo Carampa
–encargada este año de la dirección artística– haya hecho un espectáculo malo; pero, sin duda, sí ha hecho algo mucho más modesto de lo que se esperaba el espectador. Y la modestia escénica en un arte como es el circo, que en el siglo XXI ha logrado renovarse merced precisamente a la profusión de elementos ornamentales, no cuadra bien con las expectativas de un público que, hoy en día, en un espacio tan apropiado como es el Price y desde una butaca por la que ha pagado casi un riñón, no quiere ver que la destreza técnica sale a la arena sin sus más hermosos y rutilantes ropajes, que son el vestuario, el movimiento, la luz, la música y la escenografía. Con todo, hay algunos números en los que sí se logra cierto brío escénico, como en el caso de los acróbatas U Show Team, que cultivan la disciplina de tramp Wall, o incluso, en un plano más teatral, con la presencia de la enorme marioneta del Gran Khan y sus leones chinos. En el resto impera, sobre todo, la corrección, suficiente al menos para que los pequeños no terminen mirando a sus padres con cara de «dónde me habéis traído».