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Luis Piedrahita: "Nada le gusta más a un español que hablar de lo que no sabe"

Es ingenioso, sincero e impulsivo a la vez que centrado. Pero, sobre todo, es humorista y le encanta su trabajo: hoy se estrena su nuevo monólogo en Cines Callao (Madrid), "Es mi palabra contra la mía"
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Es ingenioso, sincero e impulsivo a la vez que centrado. Pero, sobre todo, es humorista y le encanta su trabajo: hoy se estrena su nuevo monólogo en Cines Callao (Madrid), "Es mi palabra contra la mía"
Si Luis Piedrahita se cayera de la cama, caería sobre los escenarios de Callao. Y no solo por la cantidad de shows que ha hecho en estos cines, así como por su notorio amor por la emblemática plaza de Madrid, sino porque vive "a un minuto de allí". Ahora, presenta un show que no solo asegura que es "el mejor que he hecho", sino que además contiene humor y magia, entrelazados para tratar temas reales. Piedrahita explica que "no hablo de temas que no me gustan"y es por esta razón por la que no trata la política, sino que se decanta por lo cotidiano. Las relaciones, las ganas de ir al baño e, incluso de la muerte. Su herramienta es el humor y su objetivo es hacer reír hasta el hartazgo, cosa que pretenderá con su estreno de hoy en Cines Callao de su nuevo monólogo: "Es mi palabra contra la mía".
-Con respecto al título del show, ¿se contradice en algo?
-La verdad es que sí, tanto en el monólogo y como en la vida. Vivo en una contradicción constante, pero de una manera deseable. A ver si me explico: cuando te das cuenta de que estabas equivocado, hay que reconocer el error y seguir. Hay gente que no lo hace y permanece en el mismo error toda la vida. "Rectificar es de sabios", como dice el refrán. Entonces, en el monólogo no hay tantas contradicciones porque está más pensado, pero sí que se habla de todos esos momentos en los que no estamos contentos con lo que nos ha tocado. El show habla de que no somos felices con nuestra edad, nuestro aspecto, cuando eres pequeño quieres ser mayor, cuando tienes el pelo liso lo quieres rizado... De todas esas miserias cotidianas, esas amarguras domésticas, para contar que, solamente riéndonos de eso, lo desactivamos y empezamos a superarlo. Solo el humor hace la vida soportable.
-En el cartel aparece con unos guantes de boxeo, ¿a quién subirá al ring?
-Tampoco tienen nada que ver con el show. Nos encantaba y me apetecía verme con músculos. Tiene un poco que ver con que nadie está contento con su aspecto. A mí me gustaría verme un poco más inflado (ríe). Por cierto, me han sacado muy bien en el dibujo...
-De los temas que trata, ¿cuál destaca?
-Hablo de los cambios, de las mudanzas como metáfora de todo cambio. También comento el miedo al váter ajeno. Eso es algo terrible. Hay gente que no puede ir al baño fuera de casa aunque le revienten las entrañas. No tiene una explicación, pero es un hecho, sucede. Hay lugares donde es incluso más difícil. Imagínate el váter de un tren, es algo terrible, o los de los aviones, que no tienen ni cisterna, sino un aspirador. El monólogo va avanzando por ahí y, una vez habiendo tocado también el tema del amor y de las relaciones, termino hablando de la muerte como final de espectáculo de humor. Además, es fantástico, porque se crea un silencio... Es un tema del que sabemos exactamente lo mismo hoy que hace 50 mil años: nada. Y es raro que no hablemos más. Porque nada le gusta más a un español que hablar de lo que no sabe. Entonces, le pregunto al público qué se imagina la muerte y queda un momento muy emocionante.
-Paseando por una tienda de música vi que pusieron los discos de Camilo Sesto en primera línea, es decir, al lado de los de Cepeda. Para aparecer a su lado, ¿hay que morir?
- Y si muriera Cepeda, ¿dónde lo ponen? No sabrían, los pondrían como los jamones de Jabugo o no sé. Efectivamente, morirse ayuda. Pero no llega con eso, también has tenido que cantar como Camilo Sesto para que te pongan al lado de Cepeda cuando mueras. Es más, si alguno de nosotros dos muriera no nos pondrían al lado de él. Hay que hacer algo más.
-Trata la realidad a través del humor, ¿alguna alusión a la política?
-No, de la política no hablo nunca. En ninguno de mis espectáculos se menciona a nada. Porque uno tiene que hablar de cosas que le gustan. Como de los váteres o de cosas que le despierten interés. En mis shows nunca hay referencias a la actualidad.
-Es una baza del humor...
-Sí, y muy necesaria. Un humor reivindicativo, beligerante. El mío no es así. Mi transgresión va más por la belleza. En un mundo en el que todo tiende a ser descuidado, roto y feo, yo prefiero hacer un show más elaborado. Hay dos formas de estar en la vida: una es destruyendo lo que no te gusta, ese sería un humor combativo, y otro es construyendo lo que sí te gusta. Esto es lo que yo intento hacer: el humor como arma de construcción masiva, utilizando la imaginación, el surrealismo, más cercano a la poesía que a la batalla. Aunque el cartel sea un ring de boxeo, es el guante el que me está pegando a mí.
-Tengo entendido que es su mejor show, ¿por qué?
-Porque lo digo yo (ríe). Es el que más me gusta, al que más trabajo le he dedicado y el más divertido, ingenioso y reflexivo. Con el que mejor me lo he pasado escribiendo y con el que veo que el público se lo pasa mejor escuchándolo.
-¿Por algo en especial?
-Porque los chistes son mejores, pero de verdad. Tiene una gran cantidad de chistes por centímetro cuadrado, es un no parar. No se detiene en ningún momento. Además, yo me he formado como humorista, pero también como mago. Entonces, a veces, actúo como traficante, contrabandista, y me llevo cosas del mundo del humor a la magia y viceversa. La primera dirección es muy fácil de entender, pues hago que la magia sea divertida. Pero es muy interesante las cosas de la magia que yo he aplicado al humor. No son trucos pero, de repente, en el show suceden cosas que no ocurren en otros espectáculos de monólogos. No se pueden revelar...
-¿El chiste que más le guste?
-Está todo en un contexto, pero me gusta mucho en el que se habla de que el sexo en el matrimonio es como los museos de tu propia ciudad: puedes ir cuando quieras y por eso no vas nunca. Sin embargo, cuando estás en alguna ciudad que no es la tuya, te apetece visitarlos todos (ríe). Ese me gusta mucho. Otro que puede funcionar es el de que yo le digo a mi sobrino “Lucas, ¿qué vas a querer que te traigan los Reyes Magos?” y él me responde “yo con que no se lleven nada me conformo...”
-El español agarrado...
-¡Así es! (ríe)