Mamá, quiero ser musulmana
Eva Spreitzhofer debuta con «¿Qué hemos hecho para merecer esto?», una irreverente comedia sobre los problemas de Europa
Aunque el título pueda resultar ligeramente familiar, el debut cinematográfico de la austriaca Eva Spreitzhofer poco o nada tiene que ver con el magistral delirio almodovariano (muerte por golpe con pata de jamón incluido) que protagonizaba Carmen Maura en el 84. En esta ocasión, son varios y no una sola, los que no han hecho nada para «merecer» la hilarante situación que se les presenta. ¿Qué haría si su hija de 16 años decidiera de forma libre, meditada, voluntaria y con un trasfondo reivindicativo de por medio convertirse al Islam y de la noche a la mañana empezara a utilizar hiyab y a pedir que la llamen por el nombre de Fátima? Wanda, la protagonista de «¿Qué hemos hecho para merecer esto» y madre –feminista, atea y progresista– de Nina, reacciona con el grado esperado de desconcierto, preocupación y asombro ante semejante punto de partida y emprende un viaje salpicado de humor y sarcasmo hacia el fondo de sus prejuicios –la izquierda europea también peca de esto– para intentar suavizarlos.
«Ser feminista y profesar una religión es algo complicado. Bárbara Miller ya lo dice en su documental «Placer femenino», todas las religiones desde su concepción institucional comparten cierta opresión hacia la mujer. Han creado tabúes sobre nuestra sexualidad, nuestros derechos y nuestro papel en la sociedad», comenta la directora, quien asegura además compartir el 99% de su personalidad con la de Wanda.
Es precisamente en esa contradicción donde radica la esencia de la cinta y donde su autora pretende poner el foco para señalar la idea de que todos, al final, somos un poco racistas y estamos cargados de recelos e ideas preconcebidas sobre qué tenemos que hacer, sentir o pensar en función de nuestro color de piel o condición social. Spreitzhofer señala como solución a estos problemas el fomento de la educación y la información: «Varios de los vídeos que salen de Youtube en la cinta o algunas de las situaciones que muestro provienen de la realidad. Si no tienes información sobre algo, me parece saludable la idea de ponerte en el lugar del otro para intentar obtenerla. Llamar a la puerta de tu vecino, si es musulmán y compartir perspectivas sobre temas que os separan», indica. Todo ello revestido de humor, porque a través de la risa, nuestros defectos son mucho más digeribles.