Réquiem por «Achilipú»
Fallece a los 80 años Dolores Vargas «La Terremoto», hermana del Príncipe Gitano y reina del «gipsy pop», que hizo bailar a España en los 70 con un tema ya mítico
Fallece a los 80 años Dolores Vargas «La Terremoto», hermana del Príncipe Gitano y reina del «gipsy pop», que hizo bailar a España en los 70 con un tema ya mítico
Los años 50 supusieron un cambio sustancial en la copla y las variantes del flamenco y la canción andaluza, coincidiendo con la edad de oro del teatro de variedades, en su versión de espectáculos folclóricos, protagonizado por Conchita Piquer, Juanita Reina y Lola Flores. En esos años, el dramatismo de la copla narrativa contrastaba con el tremendismo de la canción aflamencada que popularizaron artistas del quejido como Antonio Molina, Juanito Valderrama y el Príncipe Gitano.
Los teatros de provincias se llenaron de espectáculos folclóricos, con sus cuadros y estampas de sainete andaluz que alternaban el cante hondo con los bailes regionales. La moda la impusieron Quintero, León y Quiroga con sus espectáculos teatrales en los que se encargaban de idear, escribir y componer el repertorio completo de cada artista. Ellos fueron los autores de sainetes y estampas como «Zambra de Lola Flores y Manolo Caracol y «Puente de Coplas» y «Tonadilla» para Concha Piquer.
Le siguieron tríos muy populares en este tipo de espectáculos andaluces en donde se consagraron las mayores estrellas de la copla y la canción española de los años 40 y 50, prolongándose hasta los 70, herida de muerte por el empuje del rock and roll y la canción pop. Llabrés, Gordillo y Sarmiento compusieron «Torre de arena» para Marifé de Triana, y Ochaíta, Valerio y Solano «Su alteza, el pirata», para el Príncipe Gitano, donde debutó su hermana Dolores Vargas con las «Copliyas del anímate» y las bulerías «La Terremoto», de donde le vino su nombre artístico. Dos temas de Quintero, León y Quiroga la consagraron en los 60: «Tiento del cariño», que posteriormente interpretaría Rocío Jurado, y «A tu vera», una copla que ella estrenó antes de que Lola Flores la convirtiera en una de sus canciones fetiche. Es cierto que la gran Lola Flores hizo de «A tu vera» un éxito apabullante, pero no es menos cierto que la interpretación de La Terremoto tiene una hondura, desgarro y dramatismo desquiciados que la hacen insuperable.
De hecho, el parecido con Lola Flores es evidente al comienzo de su carrera. Su voz y temperamento gitano se fueron imponiendo en los 50, pero no tuvo el impacto popular que merecía hasta que interpretó el «A-chi-li-pú» (compuesto por Felipe Campuzano, autor también de «Te estoy amando locamente») en 1971, que la elevó a la categoría de reina de la rumba gitana bajo el influjo del ritmo sincopado de Peret, sus palmas y su famoso «ventilador». Dolores Vargas, terremoto enloquecido en pleno tripi psicodélico, fue antes que Las Grecas la reina del «gypsy pop» con ese «Achi-li-pú-apú-apú» reivindicativo de su realeza friqui. Escuchar hoy la versión original del «A-chi-li-pú» es como si la cantante gitana sufriera una descarga de adrenalina, arrebatada por un rayo cósmico que la conminara a desmelenarse al ritmo moruno de la flauta y los tamboriles, haciendo movimientos de un autogiro con hombros y brazos agitados al aire, mientras grita ese conjuro en forma de lamento para convertirse en la «Reina, reina de la morería».
«La Terremoto» ha muerto en Valencia a los 77 años –quizá 80, que en esto hay controversia–, y será enterrada en el cementerio de Chirivella, en donde vivía con su hija desde hacía veinte. Se había retirado de la canción desde que falleciera su marido. Sus padres eran gitanos dedicados a la venta ambulante. Su hermano, el Príncipe Gitano, nació en Valencia y ella en Barcelona. Con Dolores Vargas se va otra realeza del flamenco pop resumido en ese estribillo enigmático en forma de conjuro oriental: «Achili, achili que chili, chili, achilipú». Ése es su legado.
Como la mayoría de las figuras que triunfaron en los años 50, Dolores Vargas también supo adaptarse a los tiempos yeyés que corrían en toda Europa y no dejaron de sentirse con fuerza en España a partir de la década de los 60. Lo hizo con temas de títulos epatantes como la «Yenka yen», el «Chipi, Chipi, Chipi» –españolización del «Chirpy Chirpy Cheep, Cheep» de Middle Of The Road— y el éxito de Los Bravos «La moto», con una versión mucho más deslumbrante que la que hizo su hermano con «In the Ghetto», de Elvis Presley, en un inglés que quita el hipo y fraguó su fama de artista intraducible e inclasificable, y la aflamencada «Obladí Obladá».