Roger Moore: Cuando Bond hizo pop
El actor británico, fallecido ayer en Suiza a los 89 años, encarnó al agente 007 en siete ocasiones a lo largo de 12 años, siendo el más longevo de la franquicia, y reflejó el desenfado de los años 70 con un Bond más pícaro, con toques pop, que el de Sean Connery
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Su papel en la exitosa serie «El santo» supuso su trampolín hacia el espía más célebre del cine, tras el cual dedicó tres décadas de labor como embajador por la infancia de Unicef.
Para muchos, a principios de los 70, no había más James Bond que Sean Connery, por lo que buscarle sustituto se antojaba una tarea altamente complicada. Sin embargo, tras el fugaz paso de George Lazenby por el personaje creado por el escritor Ian Fleming, 007 encontró en Roger Moore la horma de su zapato y los desenfadados años 70 se vieron reflejados en este tipo menos solemne que Connery, más pícaro y, en definitiva, pop: un agente distendido para los nuevos tiempos. Ese hombre de ojos entre azul y gris, 1,88 de altura, musculoso y siempre presto a desenfundar la pistola y la sonrisa, «sir» para más señas, falleció ayer a los 89 años de edad en Suiza víctima tras una «corta pero valiente», según sus hijos, batalla contra el cáncer.
No hay Bond sin «El santo» en la carrera de Moore. El actor británico, nacido en Londres hijo de ama de casa y policía, había probado fortuna como modelo y hasta viajó a Hollywood sin mucho éxito (figuró como centurión en una escena de «César y Cleopatra» en 1945) antes de conquistar el corazón de los televidentes con el personaje de Simon Templar, una especie de sofisticado Robin Hood que ya apuntaba maneras de Bond. Tras seis temporadas en la brecha (de 1962 a 1969), y una vez vacante el puesto de agente 007, la oportunidad le vino al pelo y durante más de una década y siete películas, Moore se enfundó el esmóquin del espía más famoso de la historia del cine.
El arco que va de «Vive y deja morir» (1973) a «Panorama para matar» (1985) supone el de mayor estabilidad para un papel en constante cambio y renovación, que ya suma seis intérpretes. Moore fue el más longevo de los Bond, en cuanto a edad (llegó al personaje con 46 años), y por el número de películas, una más que Connery. El inglés siempre estuvo a la sombra del escocés, para muchos el Bond definitivo, incluso para el propio Moore, quien consideraba que Connery, Daniel Craig y George Lazenby habían interpretado mejor al personaje de Ian Fleming. El mérito de Moore fue dotar de ironía y hasta autoironía al agente 007 e incrementar el voltaje sexual de la saga con su arrolladora presencia física y la nómina de «chicas Bond» de las que se rodeó: Caroline Munro, Alison Doody, Leila Shenna entre ellas.
El papel de mujeriego le era consustancial. Antes de Bond había triunfado con Tony Curtis en la serie «Los persuasores», que narraba las aventuras de un par de «playboys» millonarios. Pero es que, además, en su propia vida, Moore cultivó dicha fama con hasta cuatro matrimonios, de los cuales tuvo tres hijos. La vida lujosa en Montecarlo y Suiza (huelga decir que el actor se hizo rico con una saga que en aquella década recaudó más de mil millones de dólares) acercaban también al personaje y a la persona. En cierto modo, para el cine, Moore ya quedó estancado como «ex Bond». Su presencia en películas fue residual a partir de entonces, a veces francamnte paródica como en «Atraco a falda armada» (1990).
► En la senda de la Hepburn
En cambio, tras conocer la labor de Audrey Hepburn para Unicef, descrubrió la vocación de sus últimas tres década de vida: la beneficencia. En 1991 fue nombrado embajador de buena voluntad de este organismo y su desempeño en labores solidarias fue incansable. Unicef reaccionó ayer a la muerte del intérprete con un largo mensaje de condolencia: «Con su desaparición, el mundo ha perdido uno de los máximos valedores de la infancia y toda la familia de Unicef, a un gran amigo. En su trabajo como actor, fue un epítome de la sofisticación ‘‘cool’’, pero en su desempeño como embajador se condujo como un apasianado y altamente persuasivo abogado de los menores».
Sus hijos Deborah, Geoffrey y Christian valoraron la vitalidad de un hombre que se mantuvo activo hasta casi los 90 años y cuya última aparición pública fue en el London’s Royal Festival Hall en noviembre de 2016. «Gracias papá por ser tú y por ser tan especial para tanta gente», señalaron. La familia, de acuerdo a la voluntad del actor, celebrará una ceremonia privada en Mónaco, donde estará su viuda, Kristina Tholstrup.