Ópera

La historia de amor tras “Madama Butterfly”, la obra maestra de Puccini

Un día como hoy de 1904 se presentaba por primera vez al mundo esta ópera, una de las más conocidas del compositor junto a “Turandot” o “La Bohème”

Maria Callas, caracterizada como Cio-Cio San en «Madama Butterfly»
Maria Callas, caracterizada como Cio-Cio San en «Madama Butterfly»larazon

Todo comenzó siendo una historia de final feliz. John Luther Long, creador del cuento de “Madama Butterfly”, tenía un antecedente literario, pues se inspiró en una historia de Pierre Loti, que escribió en 1887, se titulaba “Madame Crysanthème” y no contaba con el trágico final que conocemos de la famosa ópera. Un día como hoy de 1904 se estrenaba en el Teatro alla Scala “Madama Butterfly”, una de las mayores obras maestras de Giacomo Puccini junto a “Turandot”, “Tosca” o “La Bohème”. Una presentación al mundo que en su momento, como irónicamente le ha ocurrido a bastantes genios a lo largo de la historia, tuvo una acogida negativa. Algunos sostuvieron que la obra constaba de desequilibrios estructurales, mientras que otros abuchearon la puesta en escena de Tito Ricordi. No obstante, lo que sí ha permanecido en el tiempo es la idea que la de “Madama Butterfly” es quizá la más apasionante, dolorosa, trágica y potente historia de amor jamás contada.

Trata sobre la geisha japonesa de 15 años Cio Cio San, quien se casa con un teniente de la marina estadounidense llamado Pinkerton. La ópera, la sexta más representada del mundo desde su estreno en 1904 y su versión definitiva en 1907, es una tragedia romántica en la que la protagonista es abandonada por el amor de su vida, tiene un hijo suyo, espera a su amante con paciencia infinita y, finalmente, la realidad más cruda se le presenta en el momento menos esperado. Él vuelve, pero casado y con una mujer de su país, con la intención de llevarse al niño. Esto, unido a la sentimentalidad propia de las óperas y a la tendencia a los finales infelices, provoca tal dolor a Cio Cio San que opta por quitarse la vida.

“Me gustan los seres que poseen un corazón como el nuestro, que están hechos de esperanzas y de ilusiones, que tienen momentos de alegría y de melancolía, que lloran si sollozar y que sufren con un amargor interior”, decía el propio Puccini, destacando que la gran mayoría de sus personajes femeninos son mujeres predestinadas al martirio, a sufrir, a morir. “No escucho nunca con placer mis óperas, exceptuando tal vez el último alto de ‘La bohème’. Pero esta (Butterfly) sí, toda, íntegra, interesándome, entusiasmándome. Tengo conciencia de haber escrito la más moderna de mis óperas”, decía el genio.

Territorio a conquistar

Hay algunos autores, especialistas o investigadores que se han encargado de hallar una respuesta a la gran pregunta: ¿Hubo una Butterfly y un Pinkerton reales? En 1931, Luther Long, le habló a “The Japan Magazine” sobre una historia que le contó su propia hermana -vivía en Japón-, sobre una posible verdadera Madame: “En la colina frente a la nuestra vivía una niña, se llamaba Cio Cio San, señorita Butterfly. Era tan dulce y delicada que todos estaban enamorados de ella. Con el tiempo supimos que ella tenía un amante. Era bastante amable, pero muy temperamental, de una disposición malhumorada y solitaria. Una tarde hubo un gran revuelo cuando se supo que la pobre Cio Cio San y su bebé se habían quedado solas. Él prometió que regresaría, pero nunca lo hizo”.

Lo cierto es que, contando con la historia en la que se fijó Luther Long en un primer momento, la historia narrada era algo “típico” en la época. En los años en que se ubica la ópera, Estados Unidos y Japón comenzaban sus relaciones comerciales, el país asiático se iniciaba en sus conexiones con occidente por lo que se produjeron bastantes relaciones y matrimonios entre ciudadanos de ambos lugares. Por tanto, lo que ocurre entre Butterfly y Pinkerton pudo ser también una metáfora nacida de aquel ambiente y contexto, a modo de que él fuera el conquistador y ella el territorio a conquistar.