Albert Pla, el buen salvaje
El polifacético músico presenta un espectáculo teatralizado en el que la manifestación se vuelve una trampa y una comedia
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Esta es la historia de un señor que va a una manifestación por una chica. Cuando acaba de ingresar en la multidud convocada por Todo es Verdad, se da cuenta de que se ha confundido de muchedumbre. No está en la plaza correcta, sino que está en la cabecera de la marcha que ha promovido Todo es Mentira. Entonces, intenta buscar a la chica, quiere salir de allí, pero empieza una carga policial. Él sale corriendo y se topa con el grupo Más que ha convocado su protesta a la misma hora. Otra carga de la policía, y aparecen los de Basta. Sale corriendo de allí también se va encontrando con sucesivas protestas: "los del A, Ante, Cabe, Bajo, Con... y al final... no contaremos el final", dice con esa sonrisa pícara e infantil característica Albert Pla, famoso por ser candidato al artista más difícil de entrevistar de la década.
Por suerte, Pla está con buen ánimo en esta mañana gris de Madrid. Sólo devuelve un par de monosílabos y, al contrario, entrega alguna frase de sus mejores días, a medio camino entre el surrealismo y el más aplastante sentido común. Pero su espectáculo, "Manifestación", que trae al Círculo de Bellas Artes los días 8, 9 y 10 de marzo, no es una lectura de su cerebro antisistema de lo que está ocurriendo ahora, sino "un cuento, una broma. Lo tenía escrito desde hace ya tiempo y, después de bastante tiempo trabajando con Pascal Comelade, me apetecía hacer algo solo. Pero en realidad no me cuesta más ni menos hacer canciones sin él. Me salen, es inevitable", cuenta. "Pero el espectáculo no tiene nada que ver con lo que estamos viviendo", insiste.
La mayor parte de "manifestación"es hablada, aunque hay algunas canciones. "Fragmentos nuevos, partes viejas, algunas del último disco", explica el cantante. "Mi objetivo es poder hacer el espectáculo en Argentina y que se lo tomen igual de bien, y en México. Porque es un chiste que se entiende bien en todas partes". Lo que no tiene claro es que tantas manifestaciones sirvan para algo. "Hombre, alguien que está de verdad indignado lo rompe todo. No se apalanca en el ordenador y lo va diciendo por ahí. Creo que ya las palabras ya no tienen mucho sentido. Tampoco tiene mucho sentido que uno haga una manifestación contra la política y sean los políticos los que digan sí o no, y dónde o cuándo".
Lo que más le fastidia a Albert Pla es que la gente "siga votando y siga metiendo su dinero en el banco. De verdad, si alguien viene a mí a quejarse pero hace eso, ya no merece respeto". "El poder y el dinero se han hecho tan necesarios para la gente que la gente tiene el miedo de perder el dienero y cree que si el poder se destruye, también él lo hará", dice Pla, hablando despacio, dudando, parándose a medias de la construcción de una frase. A veces riéndose un poco. Asegura que "no tiene ganas"de que se acabe la crisis. "¿Para qué quiere la gente tener dinero? ¿Para volver a comprarse coches caros, para gastar en ropa, para comprarse una casa? Hace diez años la gente me daba una barrila tremenda con que me comprara una casa. Y con lo mal vestido que voy...", y deja la frase si terminar, pero se entiende lo que quiere decir. ¿Y si la gente gastase en leer o en contenidos culturales? "No cambia nada. Los banqueros tienen estudios, los políticos leen libros. Incluso engañan más cuanto más saben", asegura. Hay una cosa que no falla. Las críticas a los banqueros y los políticos gustan a todo el mundo, también fuera de España. "Hay veces que me tengo quie cortar con los chistes, o te matan... a aplausos". "Pero yo no le quiero mal a nadie, de verdad. Está bien que haya poilíticos que se dediquen a lo suyo, gestionar el dinero. Y que haya policías por si pasa alguna cosa chunga. Y los cantantes que canten. Pero si yo me pongo a robar... pues mal. Es decir, que haya lo normal". Pues eso, lo norma, según Albert Pla.