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Con la música a otra parte

La crisis y la subida del IVA ponen en jaque los conciertos en España. Festivales que desaparecen o salen del país y grandes nombres que lo esquivan como destino son los primeros síntomas
larazon

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Las primeras voces de alarma se escucharon en invierno. El Primavera Club anunciaba que no se celebraría en Barcelona y Madrid como acostumbraba, sino que el año que viene huye de España. Instalará sus nuevas sedes en Guimaraes (Portugal) y Burdeos (Francia), cerca de la frontera, sí, pero dando un paso simbólico que prueba la pérdida de competencia de España en el mercado global. No es el único caso. Si el año pasado Bruce Springsteen actuó cinco veces en España, este año sólo lo hará una, en Gijón. Unicamente actuarán también Muse o Bon Jovi en el verano. Pero hay más señales, como la situación del FIB, que se ha declarado en concurso de acreedores, o la incertidumbre de uno de los certámenes más veteranos, el Festival do Norte, que se solía celebrarse a finales de abril, y aún no sabe cuándo ni dónde podrá realizarse. Muchos problemas para un sector que genera empleo, turismo y vende la imagen de un país.
El sector ha perdido 25 millones de euros entre septiembre y diciembre, según asegura la Asociación de Promotores Musicales en su último balance, debido, según explican, a la entrada en vigor de la subida del IVA cultural, que se ha situado en el 21 por ciento. Pascual Egea es su presidente: «Hay muchos artistas extranjeros que piensan en venir y al final no lo hacen porque no salen los números. Cuando sacamos las cuentas, no somos competitivos y por eso Bruce Springsteen sólo va a actuar una vez en España este verano», explica Egea, a diferencia del año anterior, cuando dio cinco conciertos. «Nosotros íbamos a traer a Depeche Mode –dice Robert Grima, presidente y Head Promoter de Live Nation España–. Pero teníamos claro que no se puede subir el precio de las entradas con la que está cayendo. Así que para mantener el precio, con la subida del IVA, teníamos que pagar a la banda 100.000 euros menos». El resultado es que Depeche Mode sólo visitará España en un festival, el BBK de Bilbao.
Fuera de las giras
«España puede salir del circuito internacional de giras», sostiene Egea. «No todos los artistas piensan sólo en el beneficio, es cierto. Hay algunos que son sensibles y sus mánagers también, y saben que no pueden dejar de lado a un país porque vayan a ganar menos dinero. Saben que deben venir por sus miles de seguidores. Pero hay otros que tienen un "business plan'' que cumplir», explica. Alicia Keys no toca en España por esta razón, por ejemplo. Otros casos, como el de Robbie Williams, se deben a que ningún promotor se atreve a intentar llenar un pabellón con ellas. «Con esta situación no puedes arriesgarte. Sólo son rentables los conciertos si los llenas, porque los márgenes que nos quedan son muy pequeños, y así es preferible hacer un único concierto en Madrid o Barcelona y que los fans se concentren», añade. Conviene aclarar que del precio de una entrada hay que empezar a descontar cosas. Primero, el 21 por ciento de IVA, y a continuación, un «pellizco» del 10% para la SGAE. Del resto hay que pagar equipo, seguridad, la sala, la promoción... Casi nadie en el sector pone en duda que haya que abonar a la sociedad de autores, pero critican que sea el máximo canon fijado en Europa junto al máximo impuesto. Nadie en la cadena, ni el productor, ni el promotor, ni la sala, ni por supuesto, el artista, gana un 10 por ciento de cada ticket. En cambio, casi todos los promotores alaban la actitud «negociadora» de Reixa al frente de la entidad.
No sólo las grandes promotoras están perdiendo artistas. Barnaby Harrod lleva 12 años trayendo bandas de calidad con su empresa, Mercury Wheels, una promotora de tamaño medio con sede en Madrid. «Este año, la mitad de los artistas que íbamos a traer nos han dicho que no. Creo que es la primera vez que me pasa. Lo que tenemos claro es que no podemos subir el precio de la entrada, porque no va a ir nadie al concierto. Así que la única manera de absorber el IVA es pagar un 13 por ciento menos al artista. Y muchos no pueden aceptar», explica Harrod. Los grupos que contrata, bastantes de ellos americanos, se toman las giras europeas como una inversión. Saben que perderán dinero, aunque pueden empezar a darse a conocer. «Pero lo que les ofrecemos es inaceptable», reconoce. «Este año, por primera vez no vamos a hacer ningún concierto en sala pequeña, estilo Moby Dick (unas 300 personas) porque, literalmente, no salen los números. Con 15 euros de entrada, aunque la llenes, ni cubres costes. Esa subida ha acabado con el margen que teníamos para, por lo menos, no perder dinero», asegura. Harrod recuerda que The Black Keys, uno de los grupos de más éxito en España (en noviembre llenaron el Palacio de los Deportes de Madrid), empezaron en la Moby Dick. «Estabamos dispuestos a correr riesgos y a programar un grupo que te gusta porque las pérdidas podían ser limitadas, ibas compensando, pero ahora no hay forma de cuadrar cifras. Todos en esta industria somos empresas privadas. Aquí no hay ni una sola subvención de nada», añade Harrod.
«Entiendo perfectamente la decisión de la gente del Primavera Club. Cada uno arriesga su dinero y, donde las cosas son más fáciles, allí vas», tercia Héctor Fina, codirector del Festival SOS Murcia. «Si unos kilómetros más allá es un 20 por ciento mejor, no hay más que hablar», añade. Desde este prisma es comprensible que el Primavera Sound decidiese el año pasado abrir sucursal en Oporto. Para alguien que vive en Madrid, las distancias a Barcelona o a la ciudad lusa no son muy diferentes. En cambio, el trato recibido por las administraciones puede que sí lo sea: en el caso del Primavera Club, que cerró una de sus ediciones más brillantes el pasado noviembre, padeció la ola postraumática de la tragedia del Madrid Arena. Controles de seguridad sobreactuados y problemas con licencias de la salas pusieron en peligro su celebración. Así que en Guimaraes y Burdeos les han recibido con los brazos abiertos. En Vilagarcía de Arousa, Pontevedra, lleva once ediciones el Festival do Norte como una de las referencias del calendario. Suele celebrarse a finales de abril, pero este año no está nada claro. Hoy tiene una reunión decisiva con el consistorio que podría aclarar el futuro del certamen que lleva a 20.000 visitantes a la localidad, el 95 por ciento de fuera de Vilagarcía.
Sobre el futuro inmediato, Harrod explica: «No creo que haya nadie que ataque a la cultura. Esas explicaciones no me las creo, no me gustan. Pienso que se han hecho mal los números. ¿Cuánto se recauda subiendo el 13 por ciento pero perdiendo la mitad de las giras? Las salas me dicen que hay la mitad de conciertos con la mitad de gente. Hay confusión». En este sentido, el presidente de Live Nation España explica: «Yo creo que esto va a mejorar. Soy optimista por mi país, no por nacionalismo ni por esas tonterías, sino porque creo en la creatividad y profesionalidad de mucha gente que trabaja duro».
Festivales sostenibles
Los festivales son algo más que unos días de molestias para los vecinos. El Primavera Sound (en la imagen, el festival, el pasado año), contaba en 2012 con más de 7 millones de euros de presupuesto. Apenas un 2% del total correspondías a ayudas de las administraciones. Según sus cálculos, el festival deja unos ingresos en la ciudad de 68 millones. El SOS de Murcia también hace bandera por la sostenibilidad ecológica y financiera. Se ha abierto paso entre las grandes citas, a pesar de que cuenta con más ayudas, drásticamente recortadas este año. Reciben 400.000 euros de ayudas pero a falta de más de dos meses para que abra sus puertas (2, 3 y 4 de mayo), ya no queda ni una sola habitación de hotel.
El detalle
LOS NUESTROS, PERJUDICADOS
Lógicamente, también están saliendo perjudicadas las bandas nacionales, que tienen en el mercado nacional su principal o única baza: «No les queda más remedio que acceder a bajarse el caché», asegura Fina, que describe una realidad de gran cantidad de grupos de un floreciente panorama en un mercado más bien pequeño. «En cambio, a un grupo internacional le da igual. Si no les pagas lo que piden, pues esas bandas se van a Oporto o a Estocolmo», añade Fina.