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David Pastor une tradición y vanguardia del jazz en su último disco, con Nu-Roots

larazon

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Comenzó, como miles de músicos, en la banda municipal de la pequeña Sedaví, en Valencia. Por problemas en la vista, David Pastor (Bad Honef, Alemania, 1974) no leía bien las partituras y aprendió a escuchar la música más que a leerla. Hasta que, en un taller impartido por Francisco Blanco, «Latino», se encontró con el jazz. Años después, es una de las figuras del género en España, donde ha sido reconocido el mejor solista de 2014. Afincado en Barcelona, Pastor ejerce de profesor de la Escuela Superior de Estudios Musicales y es director de la Original Jazz Orquestra, y, después de muchos proyectos clásicos y vanguardistas, publica «New Tunes & Old Tunes», junto a Nu-Roots (integrado por José Luis Guart y Toni Pagès), un proyecto que abarca del blues a la electrónica. «No me resumo en músico de jazz –dice Pastor–. Soy, desde luego, un ‘‘currante’’ de la trompeta, pero hace dos semanas estaba haciendo un proyecto sinfónico y ahora estoy con otro de swing para niños. Mi vida es la música, es lo que me llena», asegura. Como profesor («más bien hermano mayor», aclara) de jóvenes talentos del jazz, sabe que hay cantera de artistas, especialmente en Barcelona. «Esa es la razón de que practique todos los días. Veo lo fuerte que vienen por detrás», señala. «Lo de tocar todos los días se lo debo a quien fue mi profesor de toda la vida, Manuel López. Él me inculcó que los instrumentos de metal tienen un problema. Si no sabes nada de música y te acercas a un piano y tocas una tecla, aquello suena. O la percusión o incluso un saxo, cuando soplas, la lengüeta vibra, y suena. Pero la trompeta, la tuba o el trombón el sonido lo produce uno mismo. Y para que sea bueno, la única manera es practicar todos los días», explica sin lamentos. «Estuve una vez con Otto Sauter, que es un enorme concertista de trompeta ‘‘piccola’’, el mejor en música barroca a escala mundial. Él me dijo que sólo un día dejó de tocar desde que empezó: estaba en el hospital».
En su nuevo proyecto, toda esa disciplina se pone al servicio de mover los pies, del «groove». «Nunca he entendido el jazz como algo cerrado. Soy admirador de Miles Davis porque lo hace evolucionar y ésa es mi inspiración. Yo también creo que tiene que ser un estilo abierto». En el nuevo disco, la electrónica tiene presencia en forma de programaciones. «Sí, pero a diferencia de otros proyectos que hice anteriormente, ahora la caja de ritmos se puede modificar sobre la marcha, desde la batería. ¡Y no hace falta un equipo enorme, se lleva en una maletita!». En el proyecto, revisa «standards» del género, piezas latinas brasileñas y de pop-rock. «Es fruto de la inquietud de probar cosas nuevas. El día que la pierda, dadme por muerto», advierte. En la banda municipal aprendió «que eres una voz más entre cien músicos, que formas parte del colectivo y que eres importante y necesario como todos los demás». Un buen mensaje para los tiempos que corren. «Seguiremos haciendo música aunque algunos días tenga que comer comer patata hervida».

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