El milagro de «Falstaff»

La presidenta de la Asociación de Amigos de la Ópera coruñeses explica en un extenso preámbulo a las notas del programa de mano de este título verdiano las vicisitudes por las que atraviesa la asociación. Meses atrás supimos de la cancelación de unas aportaciones públicas que afortunadamente se han podido recuperar en parte a última hora, si bien no como para poder mantener la temporada que se tenía prevista. Se anunciaron «Falstaff» y «Barbero de Sevilla» en concierto. Hace apenas un mes se transformó el primero en concierto «semiescenificado» y poco después en producción propia. Unos pequeños fondos extra han permitido la construcción de una escenografía minimalista que le permite a Gustavo Tambascio contar a la perfección la trama de la obra, que es siempre lo importante. Al final, por tanto, una representación con todas las de la ley, elaborada en apenas diez días, y en la que se ha producido el milagro de resultar de calidad envidiable. Verdi realizó el gran milagro de componer esta maravillosa ópera cómica postrera con la que se sacó la espina de aquel «Un giorno di regno» de su juventud y los Amigos coruñeses, el pequeño de mostrar la obra en toda su grandeza y también simplicidad. Imagino los nervios que se han debido pasar, ya que en estos casos cualquier fallo puede producir graves consecuencias. Afortunadamente no los hubo y el pequeño detalle de los dos laterales negros que tenían que haber estado en la escena del último cuadro desde su inicio pudieron bajarse sin perjuicios. El mérito no sólo se debe a la eficaz y clara, pero también detallada actoralmente, sino así mismo a la alegre, dinámica y ágil dirección de un Alberto Zedda de eterna juventud. Como no a la presencia de una orquesta del nivel de la Sinfónica de Galicia y un reparto de auténtica clase. Bryn Terfel es, junto pero por delante de Ambrogio Maestri, el Falstaff de nuestros días. Lo demostró ampliamente a pesar de no hallarse en la misma forma de antes del verano. También los cantantes necesitan entrar en calor tras sus vacaciones. Una esporádica flema y un menor brillo vocal no empañaron una interpretación de los quilates a los que nos tiene acostumbrados uno de los mejores barítonos del presente. Ainhoa Arteta ha cantado varias veces junto a él el papel de Alice, partitura que se aviene perfectamente tanto a su vocalidad como a su presencia escénica y que no le plantea problema alguno. Magnífico también el Ford de Juan Jesús Rodríguez, todo un lujo y otro tanto hay que apuntar de la Quicky de Marianne Cornetti. Ruth Iniesta y Francisco Corujo aportaron su juventud y frescura a la pareja de jóvenes enamorados. Impecable el resto del reparto. Es de esperar que quienes han cicateado subvenciones se hayan percatado de que la ópera no es un lujo, que se puede y debe hacer bien sin grandes dispendios y que el equipo que la lleva adelante en A Coruña merece toda su confianza. Un apunte final: curioso que A Coruña, Madrid y Barcelona inicien temporada con tres títulos shakesperianos de Verdi: «Falstaff», «Otello» y «Macbeth».