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El Teatro Real y su problemática

La Razón

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Mucho se lee en estos días sobre el Teatro Real. De un lado el homenaje a Caballé, el concierto de Jaroussky y «Muerte en Venecia». De otro, el rifirrafe entre el teatro y el Tribunal de Cuentas. Pobre homenaje sin la taquilla esperada dados los altos precios, llenazo con el contratenor y estupenda coproducción entre el Liceo y el Real, pagada por éste en su parte correspondiente, con premio de la crítica hace tres temporadas recogido por su entonces director general, programada por Antonio Moral, desprogramada por Mortier y recuperada por Matabosch. El Tribunal de Cuentas ha expresado su inquietud respecto al teatro y éste le ha respondido acusándole de desconocer lo que es un teatro. Curioso, porque eso es justo lo que sucede en sus alturas excluido Matabosch, por otro lado persona ajena a números. Ha faltado claridad y concreción en el análisis del Tribunal. Éste es bien simple: desde hace siete años se ha vivido de rentas, pero éstas ya se han acabado. Los fondos, ahorros y devoluciones de IVA financiaron tanto los efectos de la crisis como la cuestionada gestión artístico-económica, sin que el significativo aumento de patrocinios haya compensado la reducción de taquilla y las aportaciones públicas. El Real se enfrenta a un problema de fondo. Por más que se quiera y afirme, el teatro no figura en primera división, mientras que sí los precios de sus localidades, de los más elevados de Europa a pesar de no contar con repartos equiparables. Una butaca para una premier en Múnich con Netrebko y Kaufmann cuesta 180, mientras que la primera representación de una reposición en el Real sube a casi 400. El asunto es complejo, ya que el auténtico problema de fondo es el reducido aforo del teatro. Con poco más de 1.200 localidades de plena visibilidad no hay forma de bajar precios sin un desastre en la taquilla. Esto es bien cierto, como también lo es que la única salida está en un cambio de 180 grados en el planteamiento del teatro. La discusión sobre la elección de modelo estuvo en los inicios y se difuminó después. Es necesario volver a ella, con personas capacitadas para opinar y decidir.
Me temo que, en caso contrario y como ya hemos visto, lo que se discuta sea si ofrecer musicales. Una solución valenciana para eliminar programación propia durante un par de meses y arrendar el teatro a Stage Entertainment. No es para esto para lo que el Estado traspasó el edificio a la fundación. Declara el presidente del Tribunal de Cuentas que confía en que los responsables del Real sean capaces de sacarlo de su difícil situación económica. Permítaseme opinar como crítico y doctor ingeniero en organización de empresas: o se reacciona de inmediato con un cambio profundo o el Real acabará como el Liceo. Hay patronato el lunes, aprovéchenlo.