Flamenco desde la cárcel

Estrella Morente y Rafael Riqueni, la bulería del "talego"

Morente y Riqueni publican un álbum grabado en directo en la prisión en la que el guitarrista cumplía condena

Estrella Morente y Rafael Riqueni
Estrella Morente y Rafael RiqueniLa Razón

Como si fueran Johnny Cash en su emblemático concierto en la penitenciaría de Folsom, o, yendo más cerca, como los héroes de la calle españoles, Rosendo y Los Chichos, dos grandes figuras del flamenco decidieron llevar su arte a los internos de la prisión de Sevilla I. Aunque con una diferencia con respecto a los anteriores: en ese centro cumplía condena uno de los intérpretes,Rafael Riqueni, excepcional guitarrista flamenco de vida torturada, que ha reencontrado su camino. Para darle «alivio» en aquella situación fue a visitarle Estrella Morente. Y de unas sesiones con una celda como camerino, fueron saliendo las piezas que componen «Estrella & Rafael», el disco que ve la luz con una estética revolucionaria. Por lo contrario a lo que se podría imaginar.

«Yo empiezo a ir a visitar a Rafael por las tardes, por la cercanía que tenemos todos con él en la casa Morente», dice la hija mayor del enorme cantaor, que grabó en algunas ocasiones con Riqueni y con quien mantuvo una estrecha amistad. «Entonces, las cosas se fueron haciendo poco a poco. Yo lo que quería era ponerle una guitarra en la mano en aquel momento tan fatídico. Quería que sirviera de alivio. Y fuimos pidiendo los permisos pertinentes con el Ministerio de Interior para que nos dejasen meter un ordenador, un micrófono y una guitarra. Así fue como surge la idea de hacer algo en el salón de actos de centro donde estaba interno Rafael». Finalmente, hicieron cuatro conciertos en los cuatro módulos donde estuvo el guitarrista ingresado. Esas sesiones tuvieron su poder terapéutico, para Riquieni y para todos los demás. Y estaban grabadas, pero se trataba de un material delicado. «Dejé aquellas grabaciones y me olvidé de ellas –dice Morente–. Pero un día, al cabo de dos años, volví a escucharlas. Me pareció que tenían una enorme potencia, pero, en un tiempo en que el audio y todos los detalles se cuidan al milímetro y las mezclas... creí que no tenía calidad».

Puertas y cerrojos

Sin embargo, los cuatro conciertos están registrados y Estrella se los entrega a Enrique Heredia «El Negri» para que los escuche, seleccione y valore. «Se nos encendió la bombilla. Estamos hablando de unas grabaciones que tienen ruidos. Se escucha un portazo, un cerrojazo, unas palmas antes de tiempo. El público de las sesiones eran los internos y no sabíamos cómo iban a reaccionar... igual esperaban algo de Los Chichos, que es lo normal, algo festivo, pero se encontraban con este repertorio clásico y desnudo», cuenta la cantaora. Y es que, para la ocasión, Riqueni y Morente habían elegido piezas nada menos que de La Niña de los Peines y de Niño Ricardo, el repertorio clásico, tocado con la mayor desnudez. No solo eso: «Llevamos los audios a procesar a Andújar, porque había unos equipos allí muy antiguos. Y de los que había, elegimos el que sonaba peor», dice Morente. El resultado es un aroma a disco de pizarra y gramola, un primitivismo delicioso. «Estoy muy contento de que suene como a los años treinta», dice Riqueni, a su lado. «El disco está hecho desde el lugar de dos aficionados, lo primero. Ricardo es mi pasión. Tocaba para el cante, resaltaba la virtud de acompañar. Eso es lo importante. Y con una capacidad innata que hace variaciones sobre la marcha ¿Cómo pensaba ese hombre, con dos cabezas? Esa manera de armonizar es una creación continua. No era normal la fantasía que tenía», apunta el guitarrista, repuesto, por fin, de los malos tiempos que, por el abuso de sustancias, le condujeron a episodios de crisis psicológica, como se cuenta en el documental «Riqueni» (2023).

«No se puede tocar mejor que Rafael», dice la cantaora. «Tiene sensibilidad, por supuesto, pero sobre todo un conocimiento que merece ser estudiado. De una categoría tan suprema, una escuela... Si de algo me puedo sentir orgullosa es de haber puesto en marcha este proyecto, que trate de sacarle brillo a la casa del flamenco, que este disco quede para el aprendizaje de las nuevas generaciones. Para mí es algo histórico y en absoluto por nada que pueda haber hecho yo, sino por el placer de escuchar tocar a Rafael». Para el tocaor, «el flamenco es nuestro argot. Y yo le estoy tocando a una mujer con un peso que hace de cada momento que estamos juntos algo interesante. Hay algo de vanguardia en su forma de interpretar, que me obliga a buscarle el acorde, por dónde va a caer. Y ese riesgo me encanta. Pasa algo curioso, ahora que me he repuesto de mi enfermedad: que me llaman incluso para cantar», ríe Riqueni. Por muchos años.