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Florence enciende la máquina del FIB

La banda británica,con su recital electro hippie, y Crystal Fighters arrasan en la primera y tórrida jornada del Benicàssim
larazon

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La banda británica,con su recital electro hippie, y Crystal Fighters arrasan en la primera y tórrida jornada del Benicàssim
La primera jornada del Festival Internacional de Benicàssim estaba planteada como una introducción pero no tuvo nada de prólogo. Marcada por la diversidad estilística, que es el signo de los tiempos, la noche estrenaba novedades decorativas como la recreación de un falso motel americano con tres minipiscinas, una carpa nueva de techno, e incluso una larga pista hinchable por la que los fibers se deslizaban con colchonetas de playa.
L.A. tuvo que lidiar con ser la segunda actuación del festival en el escenario principal. Claro que peor lo tuvieron Trajano! un par de horas antes y eso no les impidió dar un excelente concierto. El mallorquín ha publicado un gran disco este año y por suerte ya cuenta con una base sólida de seguidores. Con el sol ya languideciendo y el personal desperezándose, Luis Albert Segura ejecutó su repertorio (con la ayuda de Lourdes Hernández, de Russian Red) con energía y un sonido excelente ante un público no sólo español.
La música de Clean Bandit es blanda y sin intención. Tan sosa como el nombre del grupo, sus temas pueden servir para amenizar gimnasios y ascensores o para una fiesta de fin de curso, pero no aguantan un juicio crítico. El grupo, formado en la universidad de Cambridge, aspira a combinar el «dance» con la música de cámara (parece ser que con piezas de Shostakovich o Mozart) y por eso el violinista se sitúa en primera fila pero apenas logran quitarse de encima la cara de empollones. El show se salvó por la presencia escénica de Elisabeth Troy, cantante invitada que les robó todo el protagonismo con su breve pantalón blanco, con el que parecía una Venus (Williams).
Crystal Fighters, en cambio, lograron poner de acuerdo a las dos familias de público en el festival. Españoles e ingleses en la misma proporción disfrutaron del recital electro-hippie que plantearon los de Londres ataviados con túnicas y en un escenario que llenaron de falsas enredaderas verdes. El repertorio, basado en el último trabajo de la banda, «Cave Rave», estaba pensado para el goce, y en «Plage» lanzaron multitud de pelotas hinchables para que el público sufriera una regresión infantil. Consiguieron lo que se proponían. En cambio, el espectáculo de Florence & The Machine fue de otro estilo. Más de guante blanco, arrollador pero elegante, como la escenografía que presentaron basada en una cortina brillante que se movía al escaso viento. Florence Welch arrasó con «Ship to wreck», «What Kind of Man» (durante la que plantó un morreo a un espectador) y esos temazos que son «You’ve Got the Love» y «Dog Days Are Over», con la que cerró una actuación impresionante y que saldó con creces su cancelación de hace tres años. La segunda jornada deparaba a Noel Gallagher y The Prodigy.