La vecindad del dolor
Crítica de clásica. Obras de Telemann y Bach. Contratenor: Philippe Jaroussky. Orquesta Barroca de Friburgo. Concertino y directora: Petra Müllejans. Auditorio Nacional. Madrid, 12-11-2016.
La voz de Jaroussky, clara y argentina –no especialmente poblada de armónicos, como las de ningún contratenor– corre bien, progresa, se eleva con facilidad gracias a una emisión habitualmente franca y bien expandida. Su línea de canto es de una pulcritud extrema, gobernada por una dicción nítida y asentada. Proyecta con naturalidad y frasea con donosura, encontrando con facilidad claroscuros y matices, bien que lo soleado del instrumento, que posee timbre de soprano, le impida a veces colorear en la medida en que lo hacen voces más oscuras, de mezzo, como las de Cencic o nuestro Carlos Mena. Pero Jaroussky es artista de categoría, capaz de penetrar en los significados de las notas. Lo demostró en este concierto en el que sobre los atriles se situaban oberturas de «Cantatas» de Telemann y «Sinfonías» de «Cantatas» de Bach. Música lenta, grave, penumbrosa, de una belleza rara. Tocada además por un grupo orquestal de época como este de Friburgo. Fue muy hermoso escuchar la muy extensa y hermosa aria «Schlummert ein, ihr matten Augen» («¡Dormid ya, ojos cansados!») de la «Cantata BWV 82 Ich habe genug» de Bach, en la que sobre el acolchado lecho instrumental asistimos a un auténtico ensimismamiento de Jaroussky. En el aria de cierre, «Ich freue mich meinen», mostró que todavía controla el aire en los pasajes más ágiles. Un aria de la «Pasión Brockes» de Telemann y el «Laudamus te» de la «Misa en sí menor» de Bach (en la que echamos de menos una voz más grave y rica) remató el acto en olor de multitud.