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Nick Waterhouse busca el sentido de la música

Después del aparente éxito de su anterior trabajo, el californiano estaba en la ruina. De esa experiencia sale «Never Twice», el disco que presenta de gira en Barcelona y Madrid.
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Después del aparente éxito de su anterior trabajo, el californiano estaba en la ruina. De esa experiencia sale «Never Twice», el disco que presenta de gira en Barcelona y Madrid.
Cuando contesta al teléfono, Nick Waterhouse celebra: «Aquí estoy, mirando por la ventana. Tengo apartamento otra vez». El músico californiano, con tres discos muy aplaudidos, se dio un trompazo con la realidad en los últimos tiempos. «He sido apartado a una rincón por la vida y las circunstancias materiales. Cuando regresé de la anterior gira todo parecía ser un éxito. Di conciertos por todo el mundo, las críticas fueron fantásticas, el público estaba muy contento... y llegué de vuelta a casa después de todo el año trabajando y no tengo dinero. Tuve que dejar mi piso y he sido, por obligación, una ‘‘rolling stone’’. Viajé para visitar a algunos amigos y bueno, viví en sus apartamentos y en el coche. Eso me condujo a hacer una reevaluación de lo que hago, dónde estoy, cómo he llegado hasta aquí y por qué». De este planteamiento casi filosófico nace el disco que viene a presentar a España, «Never Twice», un trabajo de R&B y rock & roll clásico que recala en Barcelona (lunes, 6) y Madrid (martes)cargado de reflexiones aunque no tanto de respuestas. «No, no muchas. Creo que el álbum trata de la futilidad de las buenas intenciones, que es una constante que no deja de repetirse en mi carrera».
Escribir una novela
De «Holly», su anterior trabajo, Waterhouse dijo que sentía que era más una novela que un disco. «Y debería haberla escrito, en vez de esto...», dice con cierta amargura. «Porque la gente no va a conciertos, va a festivales. El número de personas dispuesta a pagar por música, ya sea grabada o en directo, ha descendido incesantemente en los últimos años. Y eso convierte en imposible la idea de salir de gira como hago yo con 6 instrumentistas, para que la música suene como debe. No hay garantías para un artista. Cuando estoy dando una serie de conciertos no pienso en el presupuesto, sino en cómo quiero transmitir mis canciones, en lo importante. Es como correr una maratón, quieres llegar al final, hacer tu parte, y los resultados, los números, pues ya se verán al final. No los puedes pensar durante la gira porque te roban la energía de lo esencial, la música», explica. Así que, en casi bancarrota, Waterhouse fue a San Francisco, un enclave fundamental en su formación musical. «Y lo que encontré me rompió el corazón. No es la ciudad que conocí diez años atrás. Ninguno de los lugares que eran importantes para mí perduran. Fue un poco deprimente ver que su identidad se ha transformado tan rápido». Aún recibió otro golpe de mala suerte. «Escribí y grabé un disco completo con una banda inglesa que se llama Hidden Charms. Doce canciones buenísimas de R&B con toque británico, pero antes de nacer ya es un disco perdido. Por alguna estupidez de discusión entre el sello, que es una multinacional, y el manager del grupo, ese álbum está guardado en un cajón. Quizá algún día pueda escucharse». Problemas de salud, más bebida de la cuenta y estas experiencias te llevan a escribir canciones como «This is a Game», cargadas de cierto cinismo: «Esto es un juego, por favor, recuerda mis palabras y no te enfades cuando no obtengas lo que crees que te mereces», canta en ella. Un pequeño golpe de suerte le ayudó a recomponer sus piezas y volver a empezar en el nuevo disco: una marca de coches de lujo eligió una de sus canciones para un anuncio de televisión. «No me quejo, gracias a ellos tengo una casa donde meterme».
Waterhouse empezó a estudiar literatura, como refugio. «Me impactó ‘‘El legado de Humboldt’’, de Saul Bellow. Si lo lees, entenderás la relación que tengo yo con la música». En esa novela hay dos protagonistas: un escritor que gana dos veces el Pulitzer y un poeta que es una promesa rota y arruinada. Imaginamos con quién se identifica Waterhouse. En la obra de Bellow se explora cómo el mercado puede aniquilar la creación y hacer creer a un artista que es un fracasado cuando en realidad es todo lo contrario. «También he leído mucha poesía últimamente, de hecho. Estoy con Lorca, el libro que escribió en Nueva York. Y también ‘‘El libro tibetano de los muertos’’», dice el músico. En el álbum, un tema se llama «Lucky Once» («Afortunado una vez») y el título es «Never Twice» («Nunca dos veces»). «Sí, lo has pillado. Es una meditación, sobre si las cosas que pasan son para algo o en realidad no significan nada. ¿Esto a lo que me he enfrentado va a volverme a suceder, o es una cosa de una sola vez?». La conversación se nos ha puesto sombría, pero no se confundan, que el disco del que hablamos no es el de un cenizo, sino un energético y emocional tratado rock con perfume de clásico. «¡Es el blues, tío! Cuando estas cosas te pasan, tienes que sacar algo bueno de ello. Es lo que es. Esto es algo real, es mi blues, es real, es mi vida. De eso va todo».