Pablo Alborán: «No soy un robot»
Aunque sea la máquina de éxitos más fiable de España, Pablo Alborán defiende su normalidad con nuevo disco
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Basta con decir que Pablo Alborán es el artista más vendedor en España durante los últimos tres años seguidos y que en su cuenta particular hay 18 discos de platino para entender la dimensión social de este chico de 25 años, surgido de la inmensidad de internet y que vuelve a irrumpir en la vida de miles de jóvenes con su tercer trabajo, «Terral» (Warner). Unos cuantos de esos seguidores estaban ayer presentes durante la rueda de prensa que ofreció el malagueño en el Teatro Real, desplegando pancartas, mordiéndose las uñas y esperando por su firma en el disco recién comprado. De momento, el álbum ya monopoliza los primeros puestos de iTunes tanto en la categoría de canciones como en la de discos, pero él derrocha normalidad en las entrevistas posteriores con la Prensa: «Quiero que todo el mundo entienda que no soy un robot y que tengo derecho a vivir. Porque es la verdad, yo no busco las cámaras, y no quiero que me persigan, no me llama ese tipo de vida. Hay quien busca los ‘‘photocall’’ y las alfombras. Yo, no. Quiero que se me conozca por mi trabajo», comenta. ¿Perseguido por entrometidos? «Hago mi vida y de momento me respetan. Me sacan haciendo ‘‘footing’’, no hago nada estrambótico. Antes decían de mí que estaba hecho un viejo, pero es como soy». Insistimos por alguna costumbre de «prima donna». «Ninguna. Ni un ápice de divo. Si todavía me da reparo ver mi cara tan grande en los carteles...».
Escudo en alto
Alborán ha vivido desde su irrupción «en una montaña rusa de emociones» que ha incluido cambios de sello, compañía y de manager. «En los últimos tiempos de la gira no tenía tiempo ni para comer tranquilo, así que no digamos descansar. Decidí parar, porque no quería publicar un disco de plástico con canciones escritas mientras estás de gira y en el que yo no estuviera presente durante los arreglos y la mezcla. No, eso no iba a pasar. Trataba de parar, pero no de estar solo tres días en casa, sino de hacer un balance real. Durante tres años seguidos no tuve vacaciones y eso te hace encerrarte, sentirte con el escudo en alto todo el día y me comportaba así, pensando a ver por dónde me venía la siguiente. Cambié el teléfono y el e-mail». Y se marchó de viaje: Francia, Marruecos, India, Portugal. Incluso en solitario, cargando pilas. «Sin guitarra –aclara–, fui sólo a escuchar». Y volvió a Málaga y las canciones estaban esperándole. En este elepé, la temática incluye más variedad que en trabajos anteriores, sin olvidarse de los temas que enganchan, los de amor. «Pero no el amor ñoño, sino también la pasión, el deseo, la ambición positiva», señala. «La presión externa es un horror, así que, si este trabajo no vende tantas copias, eso no me va a dar pena. Yo le digo a los míos que ya habíamos triunfado publicando un disco como el que yo necesitaba hacer como artista», comenta Alborán, que asegura que en su casa llevan bien sus ausencias. «No hay problemas. Me animan y me apoyan», dice de un entorno que siempre ha cultivado sus inclinaciones artísticas y que asume con normalidad el estrellato de Alborán.
El sonido del disco es más neutro, más internacional, quizá menos de raíz flamenca. «Es resultado de la pura honestidad. En este caso, quizá por el cansancio, necesitaba temas verdaderos, que no estuvieran sobrearreglados, ni falsamente ampulosos. Cuanto más desnudas y más protagonismo das a la voz, mejor». Por eso lo ha llamado «Terral», que es «como llamamos en Málaga a un viento cálido que todo el mundo conoce. Por esa brisa que te envuelve y que es de mi tierra». Pero el sonido... «sí, dicen que es un disco que puede funcionar en América. Bueno, esa no era sólo la intención, sino sonar honesto», asegura Alborán, que incluyó en el álbum una canción originalemente compuesta para Ricky Martin y que ha terminado incluyendo a dos voces con el puertorriqueño. «Es un álbum más orgánico, y si hay alguna canción un poco más alegre y de fiesta es porque me lo pedía el cuerpo, porque responde a un momento vital en el que me encuentro ahora, lleno de positividad y de buen rollo».
«No se puede agradar a todos»
Alborán tenía un sueño: seguir formándose musicalmente en un sitio lejano donde no le detuvieran por la calle. Pensaba en terminar en Berkeley (California, EE UU) sus estudios musicales, tomarse un año sabático. Pero casi se puede dar la idea por descartada: la maquinaria no consiente descansos mientras la fórmula funciona. «Bueno, la cuestión principal es que yo no admito descansos de un año. He estado nueve meses parado y he entregado el disco antes de tiempo». En Los Ángeles, al menos, ha grabado y masterizado el trabajo con Eric Rosse (Maroon 5, Tori Amos y Chris Isaak). «Es un lugar raro: una mitad son barrios ecológicos y artísticos y la otra sitios que parecen polígonos». Su nuevo vídeo, «Por fin», alcanzó un millón de visitas en 24 horas, y el single, con la preventa, ya es número uno desde hace dos semanas. Ha sido el artista más vendido en Portugal, donde ha logrado seis discos de platino. Está nominado a un Grammy... «Cuando te conviertes en un personaje público qieres agradar a todo el mundo, y lo que he aprendido en este tiempo es que eso es imposible». Bueno, casi lo parece.
«Lo vamos a cambiar»
Alborán no se siente identificado con ningún partido. Bien aconsejado. Pero claro, tiene una opinión. «Es un desastre que gente en la que la que hemos confiado nos engañen. Han desaparecido los ideales, los valores. Asquea que te tomen por tonto y que no haya más que demagogia en los debates. Pero vamos a arreglarlo y lo vamos a hacer nosotros, los españoles. Soy optimista».