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Barcelona

Piotr Beczala: "No me veo en el futuro convertido en una ‘‘rockstar’’"

El cantante, uno de los grandes de la ópera, que está de gira por varias ciudades españolas, pone punto final a su periplo con un concierto mañana en Gerona.

Piotr Beczala en «Un ballo in maschera». Foto: Wilfried Hösl
Piotr Beczala en «Un ballo in maschera». Foto: Wilfried Hösllarazon

El cantante, uno de los grandes de la ópera, que está de gira por varias ciudades españolas, pone punto final a su periplo con un concierto mañana en Gerona.

Piotr Beczala (Czechowice-Dziedzice, Polonia,1966) se encuentra de gira por España. Literalmente, porque esta conversación se produce a través del manos libres de su teléfono, mientras conduce. A su llegada a nuestro país, alquiló un coche para recorrer junto a su mujer las distintas ciudades en las que debía actuar. Valencia, Coruña, Sevilla o Zaragoza (Gerona el 1 de noviembre) lo han acogido entre aplausos. Se trata de modestos escenarios para uno de los mejores tenores del momento, que ha triunfado en Nueva York, Viena y Milán. Su repertorio ha ido variando en función del lugar.

–¿Qué ha querido traer a España?

–Siempre consulto con los organizadores de los conciertos qué es lo que la gente quiere escuchar. En Valencia tuve un repertorio más amplio, mientras que en La Coruña, Sevilla y Zaragoza me centré en temas más operísticos. Estaba el Cavaradossi de «Tosca», pero también otras canciones más desconocidas, como las de Rimsky-Korsakov, que seguro que en España han causado sorpresa.

–Uno piensa que un grande está soñando siempre con los grandes templos. Pero, ¿cómo es posible cocinar una carrera a fuego lento como la suya, en un mundo en el que el éxito siempre es instantáneo?

–Hay que tener mucha paciencia. Este mundo es muy loco y después de dos o tres éxitos todo el mundo va a descubrir al nuevo gran talento. Si no estás preparado, te pierdes. A los jóvenes les digo que la carrera no son 5 o 10 años, sino que debe durar al menos 30. Yo empecé con Mozart y he cambiado muchas veces mi repertorio. Son cuestiones que debes decidir, nadie me ha empujado nunca a cantar lo que no quería. Todos queremos tener éxito, pero si cantas una ópera dramática en el Metropolitan y te dan una gran ovación puede ser tu primera y última actuación en ese lugar.

–Pero, mientras tanto, la ópera sigue buscando divos, ¿siguen existiendo?

–En mi vocabulario divo significa calidad. Te hablo de Caruso, Corelli, Di Stefano, Del Monaco... Es absurdo llamar divo a alguien que no llega al nivel. Eso no funciona así. Puede ir bien para un concierto, pero no durará en el tiempo. Al público le gustan estos personajes, como Netrebko, que llevan vestidos maravillosos y hacen cosas muy locas, pero siguen trabajando duro en el escenario para que la gente se tome en serio su trabajo. El concepto divo siempre tiene dos caras.

–Este verano estuvo con Plácido Domingo en Salzburgo, ¿cómo lo vio?

–Esta es una cuestión para los jueces, yo solo soy un cantante. Desde el punto de vista artístico realizó una actuación maravillosa. Es lógico que con toda la situación se le viera triste, pero no influyó en la calidad de su actuación. Y esto, para mí, quiere decir que es un gran profesional.

–Parecía que el tema de los abusos formaba más parte de Hollywood o del mundo del espectáculo y ahora también ha llegado a la ópera.

–Este tipo de cosas ocurren en todas las profesiones. Desde los tiempos de Caruso se escuchan en la ópera estas situaciones. No tengo idea de qué decir, porque no me veo afectado. Es una lástima para todos. No solo para Plácido, sino para su familia, para las mujeres que están envueltas... Es descorazonador.

–El año pasado tuvo un problema con una cuerda vocal que le obligó a parar. ¿Es una pesadilla recurrente para un tenor levantarse un día y no poder cantar?

–Por supuesto. Sabía que tenía este problema desde hace 10 años y durante este tiempo estuve pensando que podía pasar en cualquier momento. Estuve dos semanas recuperándome, fui muy cuidadoso y ahora está todo bien.

–¿Le preocupa cómo será su voz dentro de 10 años?

–En la última década he añadido muchas cosas nuevas como «Lohengrin» o «Parsifal» y el año que viene cantaré mi primera «Aida». Creo que es momento de disfrutar, llevo cantando a este nivel durante 15 o 20 años y no voy a cambiar nada porque digan que soy uno de los mejores.

–Alguna ópera, como «Werther», le ha dado grandes alegrías.

–La canto desde hace 25 años y uno de mis grandes momentos lo viví hace poco en Barcelona cuando tuve que repetir el aria, porque a la gente le entusiasmó. Son esas cosas que uno guarda entre los momentos que recordará de su carrera.

–Por cómo se expresa, ¿no lo veremos entonces convertido en una «rockstar»?

–No, no me veo. En los tiempos de Caruso, los cantantes de ópera eran verdaderas estrellas, pero nosotros tenemos que concentrarnos en el canto, no en las extravagancias. Dependemos de nuestra voz, no de micrófonos y efectos para cantar en estadios ante cientos de miles de personas. Mi trabajo es cantar en teatros para gente que quizá no va todos los días a la ópera, pero que la ama.