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Lucy Lummis: «Sobre el jazz hay un prejuicio por ignorancia»

Lucy Lummis ha presentado en el teatro Galileo de Madrid «With the Best in Town», su primer disco como solista
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Lucy Lummis ha presentado en el teatro Galileo de Madrid «With the Best in Town», su primer disco como solista
Esta artista polifacética que canta, baila e interpreta, ha presentado en Madrid su primer disco como solista. Bajo una puesta en escena minuciosamente cuidada, «With the Best in Town» nos traslada a otra época. La llaman la diva del jazz. Y es que Lucy Lummis presta la misma atención a la música que a la imagen. Ritmos al compás de melodías. Emociones entre llantos y alegrías.
–Éste es su primer disco como solista.
–Me siento orgullosa. Musicalmente lo ha producido mi padre, Antonio Peral. Hemos cuidado hasta el último detalle. Para gustos, los colores. Pero es un disco que está bien hecho. No se ha lanzado con el único objetivo de que sea todo un éxito en ventas, ya que el jazz no es un estilo multitudinario.
–¿Es un antes y un después en su carrera?
–Sí. Llevo trabajando desde los 19 años como una más del espectáculo. Unas veces delante, y otras detrás. Nunca había hecho algo tan importante. Y me encuentro cómoda.
–El sonido de «With the Best in Town» evoca el pasado.
–Suena a los 50. La gente me dice que les recuerda a las películas antiguas. Es música elegante y tranquila.
–Televisión, cine, cabaret, orquestas... Es una artista polifacética.
–Empecé bailando gracias a mi madre, que era profesora de danza. Ella me aconsejó hacer interpretación y canto. Luego han ido surgiendo distintas oportunidades. Y yo encantada.
–Pero, ¿cuál es su faceta preferida?
–Lo que más me gusta es cantar jazz. Como no compongo, me encanta interpretar las canciones. Me recreo montándome una historia detrás de la canción.
–Vamos, que sueña tanto despierta como dormida.
–Sí. Aunque para otras cosas soy muy realista, me dejo fantasear en ese sentido.
–«Fama», «Mamma Mia», «Chicago»... Toda una amante de los musicales.
–Me fascinan porque se cumplen todas mis facetas. Puedo bailar, cantar... Además, los musicales son muy comerciales, y me encanta entretener a un grupo grande de personas. Hacer reír y llorar. Los artistas vivimos del aplauso y de causar emociones.
–¿Su estilo preferido?
–El jazz es el que más me conmueve, aunque me gusta la buena música en general. La que me hace sentir, que me hace llorar o que me provoca ganas de ponerme a bailar. De música clásica, por ejemplo, no entiendo demasiado, pero me emociona tanto que tengo que dejar de escucharla porque no podría hacer vida normal. Es tan pasional que me llega a acongojar.
–Muchos prefieren hablar de canciones, y no de estilos.
–Entiendo la diferencia. Las etiquetas surgen porque la gente las pide, pero yo no las pondría. Describiría por canciones, no por estilos.
–La llaman la diva del jazz.
–No sé... Será por la puesta en escena. Siempre cuido la imagen. Intento que sea coherente con lo que suena. Pongo la misma atención en la música que en la imagen. Lo que la gente ve debe ser acorde con lo que escucha.
–Tiene doble nacionalidad. ¿Existen muchas diferencias en cuanto a la cultura musical entre España y Reino Unido?
–Sí. He sido bastante «british» en mi crianza, pero cuando escucho un tema latino y un poco de salsa empiezo a moverme... Me encanta. La cultura anglosajona es más receptiva. En España se critica a la gente que intenta hacer algo distinto y original. Allí son más respetuosos con que cada uno pueda hacer lo suyo. Y la música es el reflejo de la sociedad.
–Nació en el seno de una familia con ADN artístico. Me imagino las noches de Navidad.
–Son muy divertidas. Siempre la he pasado con mi familia inglesa, que es muy teatrera. Jugábamos a interpretar películas. Y todos se animaban a participar, sin ningún pudor.
–¿De dónde le viene su pasión por el jazz?
–De mi padre, que fue uno de los primeros españoles en ir a Boston a aprender música moderna. Primero estudió el clarinete y luego el saxofón. Cuando cumplí 16 años comencé a identificar los estilos y a fijarme en los detalles.
–Decía que el jazz no es multitudinario, ni demasiado popular.
–No es un estilo que guste a la mayoría de la gente. Que no haya un gran reclamo limita bastante. En España hay un prejuicio por ignorancia. Se piensa que es una cosa aburrida que escuchan los viejos. El jazz no es popular, pero el que lo aprecia se hace devoto.
–Hablando de votos, ¿qué retos debería afrontar el nuevo Gobierno en el ámbito cultural?
–En los debates electorales no se habló nada de la cultura. No se le da el valor que tiene, aunque la esperanza es lo último que se pierde y espero que esto cambie algún día. La sociedad no debería sentirse borrega. Y la cultura es un desahogo cuando las cosas van mal. Si tienes un trabajo que ni te gusta ni te motiva, pero por lo menos puedes ir al cine, al teatro o a comprarte unos libros...
–Al oído se lo educa.
–Por supuesto. Sería un gran avance cultural y social que en el colegio inculcaran diferentes estilos de música. Desde la infancia habría que dar la libertad de pensar y de expresarse para que cada uno pueda mostrar su individualidad.
–En las discotecas triunfan el «chunda-chunda» y el reggaeton.
–Pero entre los que no se lo cuestionan. A éstos, más que la música, les importa ligar y beber. Los ritmos básicos mueven al pueblo.
–El jazz es el mejor telón de fondo para...
–Una cena romántica, por ejemplo. Ayuda a crear ambientes íntimos. Es una música que se siente, que se escucha atentamente. Emociona. Y yo la bailo.
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