Toundra, el éxito improbable
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La banda madrileña de rock instrumental publica «IV» tras fichar por un gran sello europeo y arrasar fuera de nuestras fronteras.
‘Ya conocemos la cantinela: «Si este disco lo hubiera grabado un grupo británico sería número uno. Aunque como son españoles...». El mensaje, no por tópico, es menos cierto, pero tiene fisuras. Y por las rendijas de esa realidad se han colado Toundra, una de las razones de orgullo del rock que se factura en nuestro país a pesar de que concurrían al multitudinario sorteo del éxito con pocas papeletas. La principal razón es que en la banda madrileña nadie sabe cantar. Y entonces, no cantan. Después de tres discos en el sello barcelonés Aloud, Toundra acaba de publicar «IV» en Century Media, la casa internacional del rock de alto voltaje (ver crítica en la columna al margen izquierdo). Presentan el disco en Madrid (donde ya han llenado la sala Joy Eslava el día 29 de enero y anuncian nueva fecha el día 28), Barcelona (30) y Valencia (31). Pero su gira discurre por derroteros internacionales. Aparcarán la furgoneta en Burdeos, Luxemburgo, Londres, Galsgow, Cardiff, Brighton, Oslo, Copenhague, Kiel y Ginebra, entre otros lugares, hasta comienzos de marzo. No, en Toundra no hay estribillos, pero qué más da, si la mayoría de los que se escriben hoy no significan nada.
En cualquier caso, no seamos ingenuos: no tener estribillos es claramente una desventaja, porque no valen las canciones medianas que un guaperas pueda resolver meneando la cadera. «Nosotros tenemos que atraer constantemente la atención del que viene a vernos. Nadie puede distraerse, no caben los rellenos, y por eso, si una canción no funciona, la desechamos de inmediato», dice Esteban Girón, guitarrista del grupo que componen David Paños «Macón», Alberto Tocados y Álex Pérez. «Nuestro objetivo es transmitir con instrumentos lo que la gente está acostumbrada a percibir mediante la palabra. Pero eso es como sucedía con la música clásica, que es el rock and roll del XVIII, frente a la lírica. No hemos inventado nada porque hay música con y sin palabras. De todas formas, no es un desprecio al cantante. Admito que molan, pero nosotros no sabemos hacerlo y lo suplimos como podemos».
Siempre con la mano
«En cuanto al cambio de sello, no tiene más significado. Decimos: ‘‘Chatos, seguimos haciendo lo mismo’’. Ensayamos en nuestro local como siempre, once horas después de haber entrado a trabajar, por cierto. Nuestra carrera continúa por los derroteros del principio, sólo ha cambiado la gente que mercantiliza nuestra música. Seguimos dando pasos cortos y lógicos», añade el guitarrista. Bueno, quizá no pueda considerarse un paso lógico que un grupo de amigos formado en Madrid, que ensaya en un local mal sonorizado en el barrio de Oporto (Carabanchel), actúe en Rusia. «(Risas) No, la verdad es que eso fue un poco sorprendente. Incluso antes de editar ‘‘IV’’, nuestra discográfica nos pidió que esperásemos un par de meses más para hacer bien la promoción. Y en ese tiempo se filtró el disco. En Rusia. Es un poco raro, pero allí existe una escena muy potente y muy informada del estilo de música que hacemos». Su rock instrumental ha pasado por fases más «metaleras» o pesadas, pero en este último trabajo se expande hasta los bordes del rock electrificado. «Siempre hemos escuchado más a My Bloody Valentine que a Metallica –explica Girón–. En este trabajo, que es el cuarto y lo titulamos en números romanos como nuestro pequeño homenaje a Led Zeppelin, el germen temático era el color rojo, porque ya hemos explorado el verde, el amarillo y el azul oscuro. Y de allí surgió la iconografía del zorro, y eso nos llevó al fuego, que nos devolvía al rojo. Hemos jugado con muchas ideas», explica.
La gira que les llevará «hasta Oslo y vuelta» tiene un precio, el que se paga por una vida laboral. «¿Tú que hiciste en vacaciones? Pues nosotros nos vamos en la furgoneta, porque es lo que nos hace felices. Hay que tomar decisiones: yo iba para periodista deportivo y lo tuve que dejar. Y me enfado cuando oigo a los músicos quejarse porque no pueden vivir de tocar. ¿Acaso sus padres no trabajaban? Para mí el trabajo es un derecho, un deber y ahora parece que hasta una suerte. Y hay otra cosa con la que no trago. Desconfía de los grupos que no tengan su propio local de ensayo y no te fíes de los artistas que van de víctimas y dirigen la SGAE. Ensayar es la válvula de escape, es un exorcismo. Compramos unas coca-colas, unas cervezas y te aseguro que en esa habitación me he podido expresar de una manera no explícita que me ha ayudado a sacar de dentro cosas que nunca le he contado a nadie. He podido estar triste, tener problemas, y expulsarlos con la guitarra. Me ha salvado muchas veces. Y no se lo he contado a nadie». Toundra hacen canciones elocuentes pero no explícitas, porque para dibujar paisajes y describir colores las palabras son inválidas. ¿Y las frustraciones? «Ésas, si aparecen, es porque van siempre ligadas a las expectativas que algunos se crean. Los que quieren llenar la Joy Eslava en cinco meses con el primer disco». Afortunadamente, Toundra lo pueden tachar ya de la lista.