Conciertos

Un sonoro ridículo

La Razón
La RazónLa Razón

Siempre sigue habiendo ocasión para la sorpresa. La última llega con un vídeo que puede verse en internet, en la web de Beckmesser entre otras, con una entrevista de casi media hora a Stéphane Lissner en la televisión francesa. El otrora breve director artístico del Teatro Real, ex intendente del Chatelet, de la Scala y ahora responsable de la Ópera de París fue entrevistado para el programa «Qui, ètes-vous?» de BMF Business.

Ciertamente habría mucho que comentar en referencia a las preguntas y respuestas sobre su aterrizaje en la Bastilla, sus opiniones sobre las retransmisiones líricas en cines o televisión, los precios de las entradas o sus proyectos, pero lo que realmente sorprende llega casi al final. La periodista le realiza un test que aprobaría con suma facilidad cualquier aficionado a la ópera. Le hace escuchar cinco fragmentos y le pide que los reconozca. El primero de ellos es el más difícil «Ebben ne andrò lontana» de «La Wally». Lissner cree que se trata de «Norma», sin saber diferenciar entre bel canto y verismo. Viene luego «La forza del destino». Lissner sonríe pero no dice el nombre. Cuando la presentadora la pronuncia, él la recrimina porque en el mundo del arte está prohibido mencionar su nombre porque trae mala suerte. Mario Del Monaco decía que a quien no la sabía cantar. Sí que logra acertar que las notas iniciales de «La canción gitana» pertenecen a «Carmen». Lo increíble viene con los dos últimos ejemplos. Sonríe al escuchar «Vissi d’arte» pero no es capaz de dar el nombre de «Tosca» y otro tanto le sucede con «Un bel dí vedremo» de «Madama Butterfly». Ni siquiera reconoce a María Callas. Las caras de Lissner son todo un poema. Se puede entender que el director general de un teatro de ópera no conozca el repertorio, pero resulta absolutamente incomprensible que esto le suceda a un intendente que es a su vez responsable artístico. ¿Cómo es posible que con tantos años de profesión aún no reconozca las dos páginas más conocidas de dos de las obras más populares de Puccini? ¿Cómo no reconocer la inconfundible voz de Callas? Y, llegados a este punto, no hay más remedio que preguntarse con qué criterio se puede programar con tal ignorancia. Ahora empiezo a entender por qué Elena Salgado –¿se acuerdan que un día fue directora general del Real?–, quien le contrató como director artístico del Real, quiso infructuosamente meter también en nómina a un conocido crítico como asesor musical personal.

Este vídeo nos revela en manos de quienes están los teatros por la incompetencia de los políticos. Gente que llega a ganar un millón de euros cuando son un completo bluf. ¡Cuánto se echan de menos intendentes como Ghiringhelli, Bing o Pamias! Aquellos tiempos en que trabajaban por afición o se jugaban su dinero. Volveré a este tema.