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Una bomba con tensión intermitente

Crítica de ópera / Temporada de la Maestranza. «Doctor Atomic». De John Adams. Voces: Lee Poulis, Jessica Rivera, Jouni Kokora, Peter Sidhom, Beñat Egiarte. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Coro Amigos Teatro de la Maestranza. Director musical: Pedro Halffter. Director de escena: Yuval Sharon. Teatro de la Maestranza, 13-III-2015
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Un nuevo tanto se ha apuntado el Teatro sevillano con el estreno en España de esta ópera de 2004-2005, que sitúa la acción en los días previos al primer ensayo de la bomba atómica. Se nos cuenta el tremendo problema de conciencia que se le plantea al padre del artefacto, Robert Oppenheimer. Adams combina células minimalistas con episodios sinfónicos que respiran un romanticismo fuera de época con estratégica incorporación de elementos wagnerianos. El manejo del «ostinato» es magistral y el compositor muestra un sagaz sentido rítmico, una sabia aplicación de la variación continua, una elaboración contrapuntística de primer orden y una sorprendente paleta tímbrica.
La historia, que se construye como un largo «crescendo», concluye en un ominoso silencio, sólo roto por la voz quejumbrosa de una madre japonesa que pide agua para su hijo: estamos ya en ese terrorífico futuro marcado por la explosión sobre Hiroshima. Es una lástima que la narración no avance de manera rectilínea hacia ese inexorable final: durante el camino se van produciendo numerosas detenciones que propician el recitado de poemas de Baudelaire y Donne, entre otros, lo que lastra la progresión dramática. Reflexiones íntimas que restan naturalidad a la sucesión de acontecimientos. El abstruso texto del poeta isabelino cierra el primer acto. Lenguaje metafórico alejado de la dura realidad que se vive.
Peter Sellars edifica también su libreto sobre documentos oficiales y declaraciones de aquellos días. La combinación no otorga verosimilitud y hace que el conjunto resulte en buena parte fallido desde un punto de vista dramático. Aunque la música es potente, y a veces sobrecogedora, gracias al magnífico manejo del coro, al control del «parlato» y al eventual limpio melodismo. Pero los diálogos se hacen monótonos y la tensión es alterna . La puesta en escena, muy práctica en el acto inicial, que se desarrolla mediante un hábil juego de paneles corredizos en busca de delimitar los espacios cerrados, se hace confusa y morosa en el segundo, con un continuo ir y venir, verdaderamente atosigante, de figurantes sobre un escenario inclinado montado sobre un gigantesco papel milimetrado.
Buen trabajo en el foso, al frente de una muy cumplidora ROSS, de Pedro Halffter, que tradujo dignamente una partitura muy difícil de encajar, de complejos juegos tímbricos y con abundancia de contratiempos. Faltó un poco de brillantez, de relieve dinámico y de llama. Notable para el coro y aprobado general para el reparto, encabezado por el barítono lírico Poulis, de instrumento de relativo interés y pasajeramente engolado pero de fraseo adecuado, aunque sin el apasionamiento que piden sus escenas más arrebatadas. Muy lírica, de timbre singularmente fresco, apurada en la zona más aguda, Jessica Rivera. Contundente, pero destemplado, el bajo Kokora; robustos los barítonos Robertson y Sidhom, éste de muy desigual emisión; cumplidores Egiarte y Montero, ambos tenores, aquél con tendencia a la nasalidad, y resaltable la mezzo Vaskeviciuté, de timbre oscuro y apreciable volumen. Aunque esto último no fuera fácil de discernir porque en casi todo el metraje, por exigencia del compositor, las voces estaban amplificadas.

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