Conciertos

WAS: vuelta a la madre noche

We Are Standard vuelve a mirar a la pista de baile con «Gau Ama», un disco house y «perro», apoyado en la electrónica...

Jon Aguirrezabalaga, Deu Txakartegi, Willy Vanilli y Juan Escribano forman WAS
Jon Aguirrezabalaga, Deu Txakartegi, Willy Vanilli y Juan Escribano forman WASlarazon

We Are Standard vuelve a mirar a la pista de baile con «Gau Ama», un disco house y «perro», apoyado en la electrónica...

Estaban condenados al mismo elogio : «Si en vez de ser de Bilbao, fuerais de Londres, todo el mundo conocería vuestras canciones y seríais famosos». «Y empezamos a pensar: pues igual ahí está el fallo, en que no somos de Londres. Teníamos que darle algo distinto a alguien que nos escuche y pensábamos que eso pasaba por nuestras raíces», dice Deu Txakartegi, cantante de We Are Standard (WAS), que publica ahora su quinto disco. «Gau Ama» es una vuelta a la noche más perra, un disco de house y pop electrónico tocado con sintetizadores de todo tipo y... una txalaparta.

La idea de partida era hacer posible la mezcla: «Música contemporánea con psicodelia y raíces vascas», precisa el vocalista, que explica que todo se fraguó en los estudios Red Bull de Madrid a raíz de un experimento con Oreka Tx, unos genios modernos de la txalaparta. «Nos dimos cuenta de que ambas cosas, sumadas a la producción de Alex Ferrer, que es un productor de house, podían funcionar», explica. De las virtudes de la txalaparta sumada a la música electrónica ya habíamos oído buenos resultados con Crystal Fighters (británicos, salvo una de sus miembros, que era navarra) que la utilizaron en sus primeros trabajos. Es un instrumento con una sonoridad única. Pero es que teníamos a los mejores intérpretes, que son Oreka Tx (la txalaparta la tocan dos personas a la vez). Imagina que viniera Ravi Shankar a tocar sitares o Hendrix a tocarse una guitarrita. Pues algo así, una clase de músicos fuera de serie. No son tipos que golpean unas tablas, sino que han llevado el instrumento más allá. Prueban distintas maderas y objetos con los que golpear, y experimentan», explica Txakartegi, que será quien se encargue de tocar la txalaparta en directo junto a Willy, el teclista. «No podíamos contar con Oreka para todos los conciertos y la opción era ‘‘samplear’’ el sonido. Pero claro, ya que vamos a hacer todo esto, pues lo lógico era sacar la txalaparta y que la gente vea cómo es el instrumento, que son dos tíos golpeando unas tablas y es espectacular. Hombre, Willy y yo hemos tocado la batería y no somos unos expertos pero tampoco unos tuercebotas (risas). Me apetecía meterme en el instrumento y en la cultura y todo eso», explica el intérprete. Pero claro, habrá que ver cómo salen del atolladero cuando toquen «Upside Down», un tema en el que el ritmo se acelera peligrosamente.

- Un «irrintzi»

Con instrumento vasco o sin él, el nuevo trabajo de WAS vuelve a cambiar la orientación con respecto al anterior. «Day» era, como dice su nombre, un álbum luminoso y de «pop glorioso», mientras que «Gau Ama» ya lo anuncia también desde el título en euskera, «Madre noche», mira a la pista de baile. «Queríamos volver al house y, por eso, éste nos ha salido mucho más perro. También mas oscuro, pero tiene melodías», asegura. Y es que gran parte de la sonoridad del nuevo álbum la aportan los sintetizadores, grandes dominadores del nuevo trabajo. «Es cierto. Nos hemos dado cuenta de que las guitarras te limitan y, en cambio, ‘‘sintes’’ hay un millón y las posibilidades son muy amplias. Si queríamos cambiar, ese paso era fundamental», señala. Hay más rastros de la cultura vasca en el trabajo. Varios títulos en euskera, partes de las letras y hasta un irrintzi. «Es, para explicarlo un poco, un grito de una sola respiración. Su origen es una especie de medio de comunicación entre valles, entre pastores, por ejemplo. Dicen que se podían comunicar cosas entre ellos a distancia. Yo creo que era más para reconocerse en el monte, pero el caso es que ha quedado para ocasiones como fiestas populares. Para los momentos de exaltación, de una manera muy adrenalínica. Es como cuando Camarón se arrancaba la camisa, para que me entiendas. Mi abuela soltaba alguno bastante guapo de vez en cuando –dice Txakartegi–. Pero la que grita en el disco no es mi abuela, ¿eh?».

Un sintetizador de cada color

«No diré que hayamos vendido las guitarras, pero sí que hemos comprado unos cuantos sintetizadores», explica Txakartegi. Clásicos como el 808 y el 909 y alguno analógico. También un Moog Prodigy o un Korg Polysix. Éste último resultó fundamental. «El primer día que lo enchufamos ya nos salió la intro de “The Shine”. Creo que es porque cada instrumento tiene algo, cada guitarra te hace tocar de una manera. No tocas igual una Flying V que una Stratocaster. Y con los sintetizadores es más acusado porque cada uno tiene un color, son un mundo».