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Weiss, el peluquero que rememora a Los Beatles en las melenas argentinas

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«Quiero un Lennon del 65», pide un cliente de Gerardo Weiss mientras entra por la puerta de su peluquería, un local en un barrio humilde de Buenos Aires
“Quiero un Lennon del 65”, pide un cliente de Gerardo Weiss mientras entra por la puerta de su peluquería, un local en un barrio humilde de Buenos Aires donde el sonido de las tijeras y los secadores se mezcla con los grandes éxitos de “Los Beatles”, la banda que enamoró a su dueño en los 70.
La idea de montar una peluquería temática de Los Beatles surgió en 2004 cuando Weiss, que arregla melenas desde hace más de 30 años, soñó que su banda preferida estaba esperándole frente al local para que les cortara el pelo.
“Me desperté y cuando me di cuenta de que no era verdad, arranqué de las paredes todas las fotos de peinados convencionales, las cubrí de lo que había recopilado de ellos desde que tengo 11 años y decidí que, desde ese momento, dedicaría mi vida a cortar el pelo a lo beatle”, revela Weiss en una entrevista con Efe.
Sin embargo, sacar adelante su negocio no fue fácil e, incluso, se vio obligado a vender el coche tras perder muchos clientes que, equivocadamente, pensaron que desde ese momento, dejaría de realizar peinados normales.
Pero Weiss se obcecó en sacarlo adelante y con mucho esfuerzo, ilusión y apoyo mediático consiguió convertir el espacio en la cuarta peluquería temática de Los Beatles de todo el mundo -junto a las de Liverpool, Tokio y Nueva York- en la que, por unos 150 pesos (17,6 dólares o 14 euros) puedes salir con un “corte beatle” de tu época favorita.
El secreto de su técnica no es otro que el “amor y pasión” necesarios para conseguir que el cliente sacuda el pelo y no se despeine, “lo que los distinguía a ellos”, apunta Weiss, a quien confían sus melenas cerca de diez personas diarias.
Batas, cojines, figuras, discos, fotografías, vídeos y el propio ventilador del techo: la banda británica que enganchó al peluquero hace 40 años está por todas partes, hasta en el altar de George Harrison que se alza en la esquina del local y quien, por cierto, nació el mismo día que Weiss.
“Eran de otro planeta”, apunta el peluquero, quien invierte todo lo que gana con su negocio en adquirir colecciones y rarezas de la banda de Liverpool, entre las que destaca una de sus favoritas: Lennon tarareando un tango.
El entusiasmo de su dueño por Los Beatles es tal, que no solo se casó hace 17 años con una corbata de ellos y a ritmo de “Woman”, sino que su hijo es el primer Lennon de Argentina, el beatle favorito de Weiss, según confiesa a Efe.
En esta peluquería todo queda en familia: mientras él corta el pelo, su mujer maquilla y tiñe, y su madre, de ascendencia armenia, entretiene a quienes esperan leyéndoles el futuro en los posos del café, aunque esta última admite que está un poco cansada de que, especialmente las mujeres, “solo pregunten qué tal les va a ir en el amor”.
Weiss recuerda que cuando era joven le decían que lo que escuchaba era “música de viejos” y se emociona cuando ve que en la actualidad su grupo favorito conquista a personas de todas las generaciones, algo que, según apunta, se debe a que “ha bajado la calidad de la música” y se valora más lo que sonaba desde los 50 hasta los 80.
“El rock murió”, apunta con nostalgia, “las canciones de ahora son imitaciones o no tienen calidad” y reconoce que cuando escucha la música latina que está de moda entre los jóvenes le “duele la panza”.
Por eso todos los fines de semana toca alguna banda en vivo en su puerta o desde la esquina del pequeño local, lo que se suma a que además de Los Beatles, siempre está sonando música “de calidad” como The Rolling Stones, Bob Dylan, The Police o Pink Floyd.
El peluquero beatle pretende seguir ejerciendo como tal hasta que cumpla, mínimo, 80 años. “Soy feliz”, señala, “y además, tampoco sé hacer otra cosa, ni quiero.”
Hasta que lo deje, Weiss solo espera poder ir a Liverpool y/o conocer a uno de los dos beatles que aún viven. Lo más cerca que ha estado de lograrlo fue el año pasado cuando vio a Ringo en concierto: “me corrió algo helado por la espalda y me eché a llorar”, por eso sabe que hablar con ellos es el “sueño” de su vida. Y la última vez que soñó algo, tampoco le fue tan mal.

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