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Xavier Sabata: «Me borré de Facebook, es un patio de vecinas»

Xavier Sabata / Contratenor. Le entusiasman Haendel y el Barroco. Ha hecho su carrera sobre todo fuera de España. Hoy ofrece un concierto muy particular en el Auditorio Sony de la Escuela de Música Reina Sofía, con Haendel como hilo conductor.
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Xavier Sabata, que nació allá por los setenta del pasado siglo en Barcelona, es uno y trino. Y ustedes se preguntarán el motivo: porque, además de ser él en carne mortal, hoy se desdoblará en otros tres personajes, Rinaldo, Eustazio y Goffredo. A ellos dará voz en «Monodrama: Rinaldo para un solo cantante», que forma parte de las actividades organizadas paralelas para celebrar la presencia en el escenario del Teatro Real de «Alcina» de Haëndel y que se podrá escuchar hoy en el Auditorio Sony de la Escuela Superior de Música Reina Sofía. Posee una figura rotunda y una carrera en Europa que apabulla. En el Real ya es un viejo conocido de la casa. El Barroco, artísticamente hablando, es un periodo que le entusiasma. Fue en 2013 un «Bad Guys», un chico malo que puso su voz al servicio del lado oscuro de los personajes haendelianos. E hizo un pleno.
–¿Cómo se fragua este «Monodrama»?
–Nació de un puzzle. Joan (Matabosch) me invitó, tenía las ideas muy claras de lo que deseaba y yo también, digamos que nació fácil. Le di mi toque final, aunque él fue quien me guió. Musicalmente es una pieza fascinante y se me ocurrió otorgar protagonismo al lado más teatral e interpretar así no sólo un papel sino tres. Es, además, un concierto, con lo que la organización es diferente. He tratado de realizar un viaje por la ópera y poner el foco en momentos que pueden ser menos conocidos pero tremendamente interesantes.
–Imagino que con su trayectoria no se iba a conformar con un concierto cualquiera. ¿Ha significado o no un reto?
–Ha sido estupendo, estoy muy contento por su distinta dinámica y por el resultado conseguido, pues se trataba de convertir material operístico en música de cámara. Es una música desacomplejada de los criterios historicistas. Además, hemos conseguido que Simos Papanas, un violinista de primera, toque las tres voces del instrumento y conseguir así colores y sonidos increíbles. Nos acompaña también un clave.
–Usted procede del mundo del teatro.
–Así es. Estudié Filosofía. Me gusta vertebrar las cosas, ir un paso más allá para ver el mundo. No se trata de cantar un aria tras otra sino de imprimirles un sello y convertir tu trabajo en artístico.
–¿Es la suya una historia de búsquedas?
–Yo he buscado el sitio, mi sitio. Mis padres estaban encantados con la música y aprendí desde niño solfeo. Cuando tenía unos 13 o 14 años despertó mi pasión por el teatro, me fascinaba el escenario. También estudié la carrera de saxo. Y con todo, notaba que algo me faltaba, que no acababa de encajar ahí. Descubrí una versión de «Julio César» en una biblioteca y me di cuenta de que ese papel lo podía hacer porque poseía un falsete que me lo permitía.
–Y se marchó a París.
–Sí,realicé una audición para William Christie. Sólo llevaba dos años estudiando canto, pero él no lo dudó. Y después me trasladé a Alemania. Confieso que siempre me he sentido bastante cómodo trabajando con los directores más vanguardistas o en los que el elemento teatral de su trabajo tiene más peso.
–Su carrera, como ha pasado con otros artistas, se ha cimentado fuera de España. ¿Le duele?
–Al principio, un poco. Es aquí donde tengo mis raíces. Me he pasado trece años viajando y me he acostumbrado a ser un nómada profesional. Antes sí me planteaba el por qué no me llamaban de España, pero se me pasó en- seguida.
–¿Es la voz de contratenor la gran desconocida de la lírica?
–Lo es cada vez menos por la solvencia técnica y la credibilidad vocal. Las generaciones anteriores a la mía se encargaron de ir abriendo el camino. En la ópera contemporánea es difícil que no haya un papel para un contratenor. Además, el desarrollo técnico nuestro nos permite abordar múltiples registros y podemos abordar todos los papeles escritos para castrados en la ópera. Todavía hoy es una cuerda que sigue despertando un enorme interés.
–¿Le fascina el Barroco en su conjunto?
–Sobre todo, lo humano que puede llegar a ser. Cuando miro un cuadro barroco, además de ver el foco de luz, me detengo en lo que hay en las sombras, en la vida que está ahí. Esas obras, de Caravaggio, por ejemplo, transmiten el poder de crear sentimientos humanos: Haendel, por ejemplo, posee una capacidad de llegar a lo humano inmensa, quizá porque al tiempo hay mucho dolor.
–¿Y es hombre de su tiempo? Me refiero al uso de las redes sociales, a internet.
–Me divierten hasta cierto punto. Me quité de Facebook porque me parecía un patio de vecinos y me hacía perder bastante tiempo. En Twitter no soy bueno, las cosas duran veinte minutos y después mueren. En cambio, me gusta Instagram, quizá me llama más la atención por lo visual que es. Y también que soy yo quien lo puede manejar. Y, sobre todo, confío en los blogs.
–¿Hay que crear nuevos públicos?
–No lo creo porque ya existen. Eres tú quien debes acercarte a ellos para pedirles lo que te interese. Hay que ir a donde está la gente. Al haber trabajado en muchos países he tenido la oportunidad de ver cómo es la relación que se establece con la cultura, y en Alemania, por ejemplo, se convierte en un eje vertebrador. Las butacas más caras te pueden costar 40 euros. Se ha establecido un círculo virtuoso en el que todo el mundo gana. Depende bastante de la gestión. Cada cual puede hacer lo que quiera, pero que no me digan que una entrada a un partido de una final de fútbol no es cara.
–¿Es verdad que se aprende de memoria las partituras para no tener que fijarse en lo que lee?
–Poder cantar de memoria es un deseo porque me siento más seguro. Si miro la partitura me veo en la obligación de tener que «obedecerla». Es en la interpretación donde nace la música.

El lector

Se confiesa bien informado diariamente, pero no es de los que leen periódicos con la taza humeante del primer café (aunque consulta tanto la prensa nacional como la europea) porque lo suyo es «estar enganchado a la radio, la oigo muchísimo. Es mi principal fuente de información y voy cambiando de emisoras para tener una panorámica amplia y lo más completa posible», comenta. Twitter también le ayuda a enterarse de lo que pasa en el mundo.