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"Nina": Patricia López Arnaiz, Andrea Jaurrieta y la arquitectura de la venganza

Andrea Jaurrieta dirige a Patricia López Arnaiz en "Nina", un vengativo western que ganó el Premio del Jurado de la Crítica en el Festival de Málaga
Patricia López Arnaiz en "Nina", de Andrea Jaurrieta
Patricia López Arnaiz en "Nina", de Andrea JaurrietaBTEAM
La Razón
  • Matías G. Rebolledo

    Matías G. Rebolledo

Madrid Creada:

Última actualización:

Al final de la estancia, justo debajo de una pantalla de cine, la directora Andrea Jaurrieta y la intérprete Patricia López Arnaiz se miran las botas elevándolas en el aire. "A ver, es que Nina es ella, pero no podía dirigir y hacer todo a la vez", dice la ganadora del Goya a la Mejor Actriz, sobre la también guionista de, precisamente, "Nina", un western contemporáneo de venganza y resiliencia que ganó el Premio del Jurado de la Crítica en el último Festival de Málaga. "Yo fui a hacer la posproducción de sonido a Donosti y me encontré una caja llena de ropa de la película. Era un tesoro. Y estaban estas botas sin estrenar, así que me las quedé", explica tan elocuente como su película Jaurrieta, que también luce un lazo rojo sangre, réplica del que la protagonista lleva en su filme. Semántica viva de la extensión, como una entrenadora que juega con un cinco de su gusto, o una doctora que se lleva su propio bisturí.
La transfiguración, siendo Nina y "Nina" tres y una, se completa aquí con Aina Picarolo, auténtica revelación del filme y la versión más joven de la protagonista, en una historia que recorre la violencia sexual desde un prisma original: el de la depredación. Darío Grandinetti, recuperado aquí para lo estomagante tras años cómodo como galán, es un escritor de relativa fama que comienza a establecer una relación de admiración con Nina, pie incidental a un despliegue patriarcal que, ahora sí, nos debería sonar a todos. Cómplices, López Arnaiz y Jaurrieta cuchichean y se ríen, conscientes (y orgullosas, suponemos) de uno de los trabajos más sólidos del año en el cine español y una de esas películas que se le quedan a uno marcadas en el fondo de la retina, en parte gracias a un dominio magistral del estilo, y en parte gracias a una arquitectura de película reflexiva y, sobre todo, reflexionada. Directora, actriz y "Nina", en LA RAZÓN.
"Nina" ganó el Premio de la Crítica en el Festival de Málaga
"Nina" ganó el Premio de la Crítica en el Festival de MálagaBTEAM
-PREGUNTA. ¿Se puede hacer una película como "Nina" sin complicidad, sin estar compartiendo realmente al personaje?
-PATRICIA LÓPEZ ARNAIZ. No sé si se podría, pero es lo que ha salido.
-ANDREA JAURRIETA. Nos hemos entendido muy bien, pero como directora creo que si no hay complicidad no vas a ninguna parte. Al final, como actores, están dando voz a cosas que he escrito yo. Si no hay complicidad ni entendimiento, es difícil que consigas lo que quieres. Y me pasó también con la gente de "Ana de día", seguimos siendo amigas.
-P. L. A. ¿Ah, somos amigas? (ríe)
-¿Cómo Patricia López Arnaiz se convierte en Nina?
-P. L. A. No nos conocíamos de antes, pero Andrea me mandó el guion y coincidimos en el Reina Sofía.
-A. J. Íbamos a hacer la película en marzo de 2022, luego se paró en julio y la terminamos haciendo en 2023.
-P. L. A. En cuanto leí el guion, encontré muchas resonancias, muchos elementos atractivos como actriz y como espectadora, con esa imaginería de la que está llena la película. Los lugares que recorre el personaje, también, había algo ahí que me llegaba personalmente. Si Andrea y nos hubiéramos conocido con veinte años, nos hubiéramos encontrado muy rápido, habríamos vibrado en la misma frecuencia. El rodaje fue una experiencia muy grata, muy fácil, nos encontramos rápidamente.
-A. J. Creo que las dos vemos la vida de la misma manera, sin tonterías. Disfrutamos mucho de lo que hacemos, pero sin creernos más de lo que somos.
-P. L. A. Se me quedó grabado que, en el último día de rodaje, cuando estás destrozada ya, teníamos que acabar cerca de las cinco de la mañana. En el último plano, que se alargó un poco más de la hora, yo no podía más. Estaba seca ya por dentro, no me encontraba en mi propia cabeza. Era el salvaje oeste, con la bola pasando. Andrea me agarró, me apartó del rodaje y empezó a hablar conmigo para llevarme a ese sitio. Y en cuanto lo tuvimos, entramos las dos corriendo de nuevo. Fue genial.
-¿Es "Nina" una película de arquitectura compleja? Quizá por el complicado proceso de producción, pero da la impresión de que cada plano se ha estudiado al detalle...
-A. J. Sí, es una película complicada. Simplemente la conversación entre el pasado y el presente ya lo complica todo. Había cortes de montaje que los tenía clarísimos, pero otros se han ido dando en las distintas fases de la película. Eso es lo que va construyendo arquitectónicamente la película. Además, dentro de cada plano hay una construcción más artesanal, donde yo me he querido ir, y no sé si lo he conseguido, hacia algo más de Antonioni, donde todos los fondos y los espacios cuentan algo. Hay un pensamiento para todo, una intención autoral más clásica, con una puesta en escena más meticulosa.
-¿Cómo dialoga "Nina" con lo contemporáneo, con las nuevas perspectivas que tenemos como sociedad respecto a las violencias sexuales? Estamos en un lugar distinto al de cinco o diez años atrás.
-A. J. Yo creo que hay algo de una conversación relevante. Si están saliendo tantas obras nuevas alrededor de este tema, es porque está encima de la mesa, porque está vivo. ¿La sociedad habla del arte o el arte mueve a la sociedad para hablar? ¿Qué podemos aportar nosotras desde la película? Esa es la pregunta. "Nina" es una película hija de los tiempos en los que vivimos y espero que lo que aporte sea más debate. Espero, aunque suene iluso, que por el tema formal la película pudiera conectar con un público más mayor o masculino, que suele huir de estos temas por creerlos de mujeres. Y, de una forma temática, que pudiera hablarle a la gente joven que ha sido precisamente la que ha dicho "hasta aquí, vamos hablar de estos temas". La relación es inevitable.
-P. L. A. El cine, al final, es un lenguaje propio. Cuando se habla de una problemática como la de la película, se teoriza mucho y se intelectualiza todo. Opinamos, yo creo, sin demasiadas experiencias reales, desde el mundo de las ideas. El cine lo que aporta es un lugar propio desde el que discutir. Abordar el tema como relato de ficción hace que lo veas de otra manera, que lo puedas ver de manera más completa. El cine solo suma al debate.
-Si Nina es tres y una, para hacer "Nina", ¿cómo habéis hecho la película? ¿Las conversaciones eran a tres bandas, había que separarse en el tiempo? ¿Cómo ha funcionado esa dinámica?
-A. J. Al principio sí trabajamos por separado, pero pasaban dos cosas. Una es que el pueblo de rodaje era muy pequeño y otra que acabamos desarrollando una amistad entre todas. Eso me llevó a trabajar con las dos, para ver cómo miraba una y cómo miraba la otra, encontrarse dentro del mismo personaje. Tampoco me parecía muy útil de que hablaran de lo que les pasaba, porque eran momentos diferentes, pero había que hacer una simbiosis.
-P. L. A. Eso fue muy interesante, porque cuando nos juntamos las dos fue cuando lo descubrimos. Aina empezó a hablar de su visión del personaje, de cómo sentía, y escuchándola me servía para inspirar el pasado. Saber, de algún modo, de dónde venía mi personaje cuando era más inocente, más joven y más enamoradiza. Me nutrí de lo que escuchamos aquel día. Pero a la vez me di cuenta de que yo no podía contarle mi parte, no podía decirle que la vida la iba a arrollar. Así que cuando ella terminó, dejamos ahí el ejercicio. Ella no podía ver el resto, solo podía seguir soñando en hermoso.