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Patricia López Arnaiz: "Ojalá esta película sirva para que mucha gente se abra a otras realidades"

La actriz protagoniza "20.000 especies de abejas", sobre las identidades trans en la infancia, camino de los 75.000 espectadores en cines
Patricia López Arnaiz: "Ojalá esta película sirva para que mucha gente se abra a otras realidades"
Patricia López Arnaiz: "Ojalá esta película sirva para que mucha gente se abra a otras realidades"BTEAM
La Razón
  • Matías G. Rebolledo

    Matías G. Rebolledo

Madrid Creada:

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Es uno de los fenómenos cinematográficos del año. Y lo seguirá siendo, por lo menos, hasta que llegue la temporada de premios. "20.000 especies de abejas", película de Estíbaliz Urresola que compitió en el Festival de Berlín y que ganó en el de Málaga, se estrenó en cines apenas el pasado 21 de abril, pero ya va camino de los 75.000 espectadores en salas. Ya un hito para una película independiente de este calibre, la historia sobre las identidades trans en la infancia que le valió el Oso de Plata a la joven Sofía Otero está consiguiendo conectar con los espectadores españoles, más allá de polémicas coyunturales. Buena parte de ese éxito recae sobre los hombros de Patricia López Arnaiz (Vitoria, 1981), aquí madre de la pequeña Cocó/Lucía, y una intérprete, posiblemente, en el mejor momento de su carrera.
López Arnaiz, que en el Festival de Málaga también levantó la Biznaga a la Mejor Actriz de reparto por su rol (que bien podría ser protagónico), interpreta a una mujer que apenas está aprendiendo de nuevo quién es, tras una separación, cuando su mundo y su concepción del género cambian de la mano de su hija más pequeña, que hasta entonces respondía al nombre Aitor. Justo antes del estreno, y sin imaginar que la película podría convertirse en un pequeño fenómeno también en taquilla, la actriz se sentaba con LA RAZÓN, en las butacas de los Cines Princesa de Madrid, para hablar sobre su implicación para con el filme, su trabajo con su pequeña compañera de reparto o cómo el clima de crispación actual puede (o no) intoxicar a los espectadores antes de ver la película.
Estíbaliz Urresola y Sofía Otero (dcha.) durante el rodaje de "20.000 especies de abejas"
Estíbaliz Urresola y Sofía Otero (dcha.) durante el rodaje de "20.000 especies de abejas"BTEAM
-¿Cómo llegas a la película? ¿Cómo te implicaste en el proyecto?
-Fue un poco una casualidad. El año pasado, cuando fui a entregar un premio a los Goya, me encontré con Valérie Delpierre, que es productora de la película. Antes de eso, me había hablado de un proyecto, pero sin especificar cual. Ya allí me explicó todo. Ahí entendió mi disposición y me pasaron el guion. Me encantó, así que me reuní con Esti (Estíbaliz Urresola) en cuanto pudimos. Hicimos algunas escenas, pero fue al conocerla cuando quise trabajar con ella. Cuando me llamaron sentí una alegría tremenda.
-Cuando te enfrentas a un papel así, imagino desde la empatía, ¿cómo lo preparas? No deja de ser una evolución contenida en el mismo rol...
-Sí, totalmente. Pero es que todo estaba en el guion. Es algo que te enseñan cuando estudias teatro, las grandes obras. Mi profesor siempre me decía que todo está en el guion. Pero aquí no fue fácil sacarlo, en el sentido en el que todo está muy bien escrito, pero no es explícito. Eso lo hace muy bueno, pero más complicado de abordar como actriz. Todo el trabajo previo de ir sintetizando y viendo qué es lo que ocurre realmente, qué es lo que hay detrás de las palabras, fue infinito. Y luego están los ensayos, que fueron importantísimos, porque hicimos muchas improvisaciones con la familia. Ahí se generó el personaje, y llegas a rodaje con el personaje muy habitado. Esa evolución tiene que ver con la sucesión de hechos que se narran en la película, que están muy bien planteados porque la película parte de un momento crítico. Esta mujer se está separando, y ello supone que a nivel profesional va a tener que renunciar a su profesión, la escultura que había dejado en barbecho. Esa fricción, más la de la criatura, Cocó, que está pasándolo mal... Está en un momento de crisis, por lo que arrancar desde ahí era muy interesante, pero es el cómo vamos de un hito a otro lo que me parece de verdad arrebatador. Hay películas en las que tú tienes que remar, pero aquí los estímulos los generaba el propio guion.
-En ese proceso, parte importante es Sofía Otero. Cuando hablamos con Urresola en Málaga, coincidíamos en que trascendía lo habitual en los intérpretes naturales, no se limitaba a ser ella misma, sino que actuaba. Hacía un trabajo. Y muy bueno. ¿Cómo ha sido esa experiencia?
-Maravillosa. Ha sido una simbiosis perfecta, también la de juntar a Esti y a Sofía. Es una niña con una gran inteligencia emocional, porque conectaba rápidamente con todos los estímulos. Tiene una gran capacidad para olvidarse de la cámara y estar muy presente en el lugar en el que rodaba. Si eso lo juntas con el talento de Esti, la combinación es increíble, porque ambas han entendido el viaje del personaje. Ha sido un regalo, porque no estás nada acostumbrada como actriz a esas interacciones tan naturales.
-Muy pocas veces os preguntamos por secuencias concretas de la película, por no anticipar nada, pero aquí se hace complicado. Así que quería que me hablaras de ese clímax, de cuando la película se pierde en el bosque, grita el nombre de la niña y termina por romperse...
-Para mí, algo que ayuda muchísimo y que me da mucha rabia cuando no ocurre, es rodar las escenas clave hacia el final del proceso. Cuando hay una tensión y un recorrido tan grande, no puedes rodarlo el primer día. Es una pena. Si lo puedes poner, como aquí, más adelante en el plan de rodaje, tú ya has ido transitando todas las demás secuencias. Cuando ruedas hay algo que estás experimentando de manera física, más allá de tu trabajo, de lo bueno o lo regular que pueda ser ese día. La película, por así decirlo, va creciendo en ti. La escena del bosque fue una de las más difíciles, y me obligó a retirarme un poco de la vorágine del rodaje. No hablaba apenas con la gente del equipo, para conectar con esa situación concreta. Fue un día, además, que nos presionó mucho por la luz, por el tiempo. Pero cuando tú ruedas algo así, sabes en el momento que está quedando orgánico.
-No sé si es miedo la palabra más adecuada, pero, ¿te da eso, miedo, cómo el contexto político actual puede afectar a quien se acerque a ver la película? O incluso a quien tenga una opinión genuina al respecto del trato político de lo trans, pero quiera ver la película más allá de un sesgo u otro.
-Ojalá esta película sirva para que mucha gente se abra a otras realidades. Igual es que yo soy muy inocente, pero si hay alguien que se puede sentir medianamente crispado con el tema y se acerque al cine... Me parecería un paso importante, una apertura. No creo que nadie vaya con el discurso ya hecho. Sería hermosísimo, por lo menos para informar, para que se respeten esas realidades. Quizá hasta con amor a lo diferente. Entiendo que es un tema que genera mucha crispación, que hay mucho debate, pero me da pena el odio. Sentirlo, incluso, en redes. Parece incluso que va a más. Entiendo algunas opiniones diferentes, pero el problema no es ese, es el no debatir desde lo más terrenal, entendiendo la complejidad de las situaciones. Este es un relato que parte del amor, y creo que puede invitar a reflexionar desde un sitio distinto, no solo desde lo racional, sino también desde lo emocional. La película muestra la intimidad de una familia que vive una situación así, que tiene sus miedos y sus incertidumbres, y que, ante eso, lo hace lo mejor que puede.