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Pintado, de Tembleque a la carrera de indias

Hugo O'Donnell profundiza en un libro en la figura olvidada de este importante personaje que salió de Toledo para hacer las Américas y triunfó allá donde se lo propuso, en el comercio, la navegación, la agricultura...
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Hugo O'Donnell profundiza en un libro en la figura olvidada de este importante personaje que salió de Toledo para hacer las Américas y triunfó allá donde se lo propuso, en el comercio, la navegación, la agricultura...
Hace tiempo que Hugo O’Donnell y Duque de Estrada puso sus ojos en un antepasado suyo, en el «Almirante»: Manuel López Pintado (1677-1745). Concretamente, lo había hecho en la faceta de este manchego, de Tembleque (Toledo), como caballero de Santiago. Pero destacar solo este aspecto del que era una «gloria familiar» le sabía a poco, «pedía a gritos una biografía más completa», explica. «Es un personaje que se proyecta más allá de la blanca envoltura de su capa» por tratarse de unos de los actores de peso de finales del siglo XVII y la primera mitad del XVIII, «un periodo que, lejos de ser de decadencia, lo es de reformas respetuosas con el pasado y vinculantes con el futuro», puntualiza el académico de la Real Academia de Historia.
Una vida que O’Donnell recoge ahora en «Los siete mundos de Pintado. Medio siglo de vivencias manchegas, andaluzas y americanas» (Real Maestranza de Caballería de Sevilla). «Una biografía –premio Cultura y Nobleza– de escenarios», como la bautizó el también académico Feliciano Barrios. «Sus mundos son espacios mentales que incluyen sus diversas actividades vitales: navegación, comercio, agricultura, gobierno y guerra, pero siempre imbuidas por las fuerzas espirituales y profundas propias de su tiempo: tradición, religión y familia». Porque Pintado fue un personaje novelesco: «Algo difícil de comprender para el hombre de hoy por mucha energía, valor, imaginación, saber y tesón que se atribuya a un biografiable. Compleja historia fue la que protagonizó y que solo pudo suceder a principios-mediados de ese siglo XVIII racional e innovador que, inevitablemente, debía ser un coprotagonista del relato. Pintado tocó todos los “palos” del poder posibles –continúa O’Donnell–. Tan inmerso estuvo en su ambiente, que le faltó, sin embargo, el menor sentido crítico respecto a los abusos reales y a la cruel y oscurantista práctica inquisitorial. Su vida, especialmente desde su último tercio, fue un alternar de venturas y desventuras enormes, acogidas ambas con buen talante», presenta el historiador.
Y es que el ascenso de Pintado de Tembleque a la nobleza es un caso ejemplar en una época «afectada de una genuina fiebre genealógica» en la que solo el reconocimiento general de hidalguía de sangre permitía alcanzar nuevas metas sociales. «Reconocido este estatus, desarrollará una actividad encaminada, ante todo, al enriquecimiento personal, que, a su vez, le permitirá prestar servicios a la Corona, que esta premiará con otros honores que culminarán con el marquesado de Torreblanca del Aljarafe». En su caso, López Pintado trataba de avanzar más y más en su trayectoria nobiliaria, tras haber contraído matrimonio con una dama reconocida, una vez conseguida su sólida posición económica. «Su faceta y condición de consejero inexcusable de Felipe V en materia comercial y de relaciones con Indias; la de venturoso marino y cargador de la Carrera de Indias; la de teniente general de la Armada; la de coleccionista y mecenas, y la de agricultor preilustrado son hitos mayores de su vida, llevados a su máxima expresión y conseguidos con tesón y acierto inigualables partiendo de su terruño temblequeño con pequeña fortuna y una gran ambición».
Un origen en la meseta que, sin embargo, no le impidió ser un marino «avezado y afortunado», maestro de otros muchos, aunque «al final de su vida profesional un fracaso al mando de la flota combinada de Cádiz y Ferrol, interpretado como mala gestión por sus émulos del Almirantazgo, dio al traste con su carrera, pero no disminuyó el reconocimiento de sus contemporáneos y Andrés Reggio se convertiría en uno de sus panegiristas más elocuentes».
Sueño hecho realidad
Pero no iba a ser la navegación el único mundo de Pintado. En agricultura se han descrito sus proyectos como un «emporio moderno»: «La gran Torreblanca de la que escogerá su nombre para su título nobiliario, llegaría a ser una hacienda modélica, un microcosmos regido por la lógica y la utilidad, suprimiendo lo superfluo, aunque no lo ostentoso», recuerda O’Donnell. Así, llegaría a convertir su sueño en una realidad emblemática y en una «manifestación del poder económico y del gusto decorativo en boga». Procedente del comercio, Pintado va a aportar algo nuevo, enraizado en su profesión, que coincide con sus intereses y redunda en la industrialización rural. Busca, obtiene, construye y mejora molinos harineros, molinos de aceite, lagares y destilerías, como forma de comercializar mejor la producción para embarcarse directamente a América en sus propios barcos y en envases que también se fabrican en los talleres de su complejo aljarafeño.
Como también Pintado fue un gran coleccionista de piezas de arte de «todo tipo». Una figura cuyo conocimiento ha sido incompleto hasta ahora. «Incluso lo que se le premió en su momento se le acabó negando. Los grandes historiadores de Marina no le admitieron como un gran personajede la época que es, y su biografía se postergó hasta nuestros días, pese a la universal expresión de su necesidad », cierra O’Donnell.