Lo que no cuenta el decepcionante documental sobre La Manada de Netflix
La multinacional del entretenimiento estrena "No estás sola: la lucha contra La Manada", dirigida por Almudena Carracedo y Robert Bahar
Madrid Creada:
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Allá por 2018, los realizadores Almudena Carracedo y Robert Bahar alcanzaron relevancia mundial gracias a "El silencio de otros". Su documental, sentido e informado sobre el agravio histórico que suponen las fosas comunes sin abrir y sin investigar en España, y que datan de la Guerra Civil en adelante, les valió para alzarse con el Goya y hasta con un Peabody, importante reconocimiento que otorga la rama de Periodismo y Comunicación de la Universidad de Georgia (EE.UU.). Con esas credenciales, los directores se lanzaban en esta ocasión a tratar un tema igual de peliagudo pero mucho más vivo en la memoria colectiva española: el infame caso de La Manada, en el que cinco hombres agredieron sexualmente a una mujer durante las fiestas de San Fermín, en Pamplona.
Así, y de la mano de Netflix como gigante multinacional del entretenimiento, hoy llega al "streaming" el documental "No estás sola: la lucha contra La Manada". Articulada como un "true crime", con todos sus vicios y perversiones estéticas, tan habituales por otra parte en este tipo de producciones pagadas por la gran N, la película narra los hechos sucedidos entre el 7 de julio de 2016 (día del crimen) y el 21 de junio de 2019, cuando el Tribunal Supremo corrigió la condena inicial y sí procesó a los acusados por agresión sexual (y no por abuso, como se había juzgado anteriormente). Recogiendo el testimonio de la propia víctima, a la que se protege bajo otra voz y un pseudónimo, el documental se adentra en el fenómeno social posterior a la primera sentencia, por el que las manifestaciones se hicieron multitudinarias en las ciudades más importantes del país.
El problema, como filme más propio de la palabra "contenido" que de la de "documental" que se le presupone a sus autores, es que "No estás sola: la lucha contra La Manada" está encantando de conocerse a sí mismo. Embelesado en los testimonios ajenos, desde activistas a periodistas, pasando por la voz de uno de los policías que participó en la investigación en su apartado informático, el documental cumple con los preceptos más obvios: sí a lo bueno, no a lo malo. Y eso, que en otro caso pasaría sin pena ni gloria por el catálogo de Netflix, se vuelve extremadamente insidioso cuando se decide incluir en la narrativa del documental la aprobación de la Ley del solo sí es sí, pero se omite su fracaso inicial para con la protección de las víctimas y las numerosas reducciones de condena que conllevó legislar en caliente. Y es que incluso comprando las tesis del Ministerio de Igualdad, que achacaba este fallo a la judicatura, a las personas que acaban aplicando las leyes, uno se pregunta si no es esa acusación, también, la que debería haberse tenido en cuenta a la hora de aprobar la legislación.
Sea como sea, y ciñéndonos a lo que se ve en pantalla, el documental se siente justo y contundente para con el caso concreto de La Manada, poniendo los puntos sobre las íes y señalando a los medios de comunicación cómplices con el relato que dudaba de la versión de la víctima, juzgándola a ella y no a los agresores. El problema es que falla estrepitosamente cuando intenta extrapolar la situación concreta del caso de La Manada a la innegable cultura de la violación que existe en nuestro país. Nadie que vaya a sentarse frente a los 100 minutos del documental va a negar su existencia, por lo que la predicación para convencidos, eso sí didáctica, se vuelve una palmadita en la propia espalda de la película.
Pero, si el documental solo ahonda en tesis ya públicas y es salmo para parroquianos habituales, ¿por qué elegir la beligerancia? Porque más allá del pecado industrial, la película responde a una necesidad artificial de contarnos nuestro tiempo antes de que esté ocurriendo, antes de que pueda reposarse y entenderse como es debido. La revolución feminista instantánea, esa misma que llenó las calles de indignación, no puede equipararse al completo a una tendencia política. Por eso se habla de feminismos, en plural y por eso "No estás sola: la lucha contra La Manada" resulta en decepcionante ejercicio de autoconvencimiento al que no se expondrá nadie que no esté ya convencido de sus tesis desde un principio.