Sección patrocinada por sección patrocinada
Libros

Libros

¿Qué secreto esconde Lucía?

Juan Manuel de Prada presenta hoy su nueva novela, una historia de intriga, amor y misterio que conecta con el mundo literario y con aspectos turbios de la actualidad.

Juan Manuel de Prada
Juan Manuel de Pradalarazon

Juan Manuel de Prada presenta hoy su nueva novela, una historia de intriga, amor y misterio que conecta con el mundo literario y con aspectos turbios de la actualidad.

A favor o en contra, Juan Manuel de Prada (Baracaldo, 1970) no deja indiferente a nadie. Muchos no le perdonan el camino tangencial –a menudo beligerante– que eligió para moverse dentro del mundillo literario, llevado por la sinceridad y alejado de lo políticamente correcto. Hoy presenta su nueva entrega «Lucía en la noche» (Espasa), una novela de intriga y de amor llena de pasión y misterio, que De Prada potencia con su habitual dominio del lenguaje y una notable carga poética. Alejandro Ballesteros es un escritor cuya decadencia y falta de inspiración lo ha llevado a renegar de todo. Cuando conoce a la misteriosa Lucía, una persona de oscuro pasado, siente que la vida vuelve a valer la pena. Una novela muy bien tramada que engancha desde el minuto cero y donde nada es lo que parece. «Este es un tema recurrente en mi obra de cómo las apariencias engañan, los que parecen héroes son villanos y viceversa, de cómo todos escondemos tras nuestra vida aparente, una secreta. Todo se trama con el personaje de Lucía, una mujer con trastienda que guarda un secreto que poco a poco se va desvelando en su complejidad y horror y en toda su poesía, porque tiene algo de ángel o de musa», explica De Prada.

Envuelto en amor

Pero no es un thriller, «eso le añadiría connotaciones diferentes en una novela intimista sobre una obsesión amorosa. El misterio parte de ella, su relación con el protagonista y la necesidad que éste siente de desvelar todo». Y continúa, «yo prefiero llamarla novela de intriga en la tradición de Hitchcock. Son películas de misterio, pero siempre envuelto en amor, la fascinación que ejerce una mujer sobre el protagonista, que está de forma muy marcada en “Vértigo”, a la que esta novela rinde modestamente homenaje», afirma.

De Prada vuelve al mundo literario. Un autor en horas bajas que ha dejado de escribir, resucita. ¿Tiene algo de personal? «Siempre se pone de uno mismo, pero en este caso especialmente retrato un estado de sequía creativa, de descomposición personal, incluso de hastío y rechazo a mi vocación por el que pasé, así como el efecto regenerador que una mujer tiene sobre el escritor. Sin duda –dice–, el amor tiene un poder catártico, regenerador, redentor y yo lo he vivido así. Lo que cuento tiene mucho de mi experiencia vital, de mi penitencia y resurrección anímica y personal a través del amor», aclara.

Sin embargo, influido por esto mismo escribe su mejor libro y apenas se lee. «Creo que las grandes obras que se están escribiendo hoy, con frecuencia pasan inadvertidas, pero no es exclusivo de esta época, mientras Blasco Ibáñez vendía miles de ejemplares por obras que nadie recuerda, Unamuno y Valle-Inclán apenas vendían unos cientos de libros».

Juan Manuel de Prada se considera un verso suelto en el panorama literario español. «Lo fui desde mis inicios a finales de los años noventa, donde era una nota discordante, mi literatura era muy distinta a la que se estilaba, pero, sobre todo, me considero así o un perro verde, porque no comparto la sumisión de los intelectuales de mi generación al “establishment”, en ese sentido me considero un anti moderno. Mi generación es de modernos o postmodernos, de personas que se han subido al carro de su época. Yo he procurado, como decía Chesterton, “liberarme de la degradante esclavitud de ser un hijo de mi tiempo”».

Pero, aunque criticado, no rehúye en ningún momento la pelea. «No es que no la rehúya –explica levantando los hombros–, es que no me meto en ellas, pero no tengo problema en defender aquello en lo que creo, tanto literariamente como en mi visión del mundo, el auténtico escritor no es el que se amolda a las modas, sino el que las combate y trata de convencer a sus contemporáneos de que son perniciosas u horrendas».

A pesar de esto, parece haber cierta manía por etiquetarlo en lo político, en lo religioso o lo literario. «Me enternecen todos estos intentos de ponerme etiquetas por lo surrealistas que son. Cuando alguien me dice facha o podemita, me da la misma risa ¿Es que no se dan cuenta de que soy anti moderno y al serlo no puedo adherirme a ninguna ideología moderna, mi pensamiento es tradicional».

¿Le hubiese gustado, entonces, vivir en otra época mejor que en ésta? «No, yo creo, como Hobbes, que la vida en la tierra es una milicia, cuanto más duro sea el combate, más disfruta uno de la vida. Creo que esta época está muy bien para combatir», sentencia.