¿Quiere comprar el primer cartel de cine de la historia?
La casa de subastas pondrá en manos del mejor postor el anuncio promocional del primer pase cinematográfico
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La casa de subastas pondrá en manos del mejor postor el anuncio promocional del primer pase cinematográfico.
El cine no es solo la película, sino los tráileres, las fotos, el «merchandising», los afiches, la promoción, el artisteo que lo rodea, con sus diferentes babilonias de amores, odios, celos, galardones y rencores. Sotheby's anuncia la subasta «online» del primer cartel de la historia del cine, lo que prueba que la imagen en movimiento no suponía, como aventaban algunas inteligencias apocalípticas, la liquidación de la pintura o la foto, sino que era un paso más dentro de una evolución, algo que venía a completar, a enriquecer. La casa de subastas pondrá en manos del mejor postor el anuncio promocional del primer pase cinematográfico. Una obra muy Toulouse-Lautrec, creada con ese gusto pictórico que evoca aquel París finisecular del XIX, con esa barbarie de artistas impresionistas y bailarinas del Moulin Rouge revolucionando los diferentes paisajes artísticos.
Es un dibujo creado por Henri Brispot y fechado el 28 de diciembre de 1895 que servía de invitación pública al parnaso de lo cultural para que asistiera a una sesión privada en el Salón del Grand Café en el Bulevar de los Capuchinos. Una proyección de veinte minutos que hoy pertenece a ese territorio donde suele descansar lo mítico y lo legendario. En aquel «protocine», que reunió a un haz de treinta personas escasas en una sala con algo más de cien sillas, se vieron grabaciones como «La salida de la fábrica», «Un niño pescando en una pecera» o «El regador regado», que ya contiene destellos de ese humor tan Charles Chaplin que después triunfaría.
Dos filmes que despertaron el asombro, que es una de las cualidades a las que los directores jamás han renunciado, y que suponían el amanecer de un nuevo arte. La reacción de los invitados fueron dispares, desde el escepticismo del intelectualoide de turno hasta el terror de la madame tal del duque cual que no entiende lo que sucede. Algo que no deja de alentar una sonrisa en los espectadores actuales, que somos todos, porque lo que parecía remoto y excepcional para esas generaciones educadas en aquel mundo tan Renoir, hoy es lo habitual. Y es que si algo viene a contar este cartel, que espera que alcance un precio entre los 40.000 y los 67.000 euros, es que lo que principió como tecnología, invención o documentalismo devino después en expresión del alma humana.