Raúl Arévalo, tras el Goya: «Me da miedo que me pongan por las nubes»
Raúl Arévalo ha encajado con flema y naturalidad un éxito que no estaba para nada previsto cuando era un intérprete con ganas de contar una historia propia.
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Raúl Arévalo ha encajado con flema y naturalidad un éxito que no estaba para nada previsto cuando era un intérprete con ganas de contar una historia propia.
A las doce de la noche del sábado al domingo, en plena gala de los Goya, Beatriz Bodegas celebraba su cumpleaños. Una hora después subía al escenario para recoger el premio a la mejor película por «Tarde para la ira», la cinta en la que invirtió casi un millón de euros sin saber si aquella jugada le saldría bien.
La productora es el hada madrina de esta cenicienta que dio la campanada en los Goya con cuatro premios. Su director, Raúl Arévalo, ha encajado con flema y naturalidad un éxito que no estaba para nada previsto cuando era un intérprete con ganas de contar una historia propia. Ocho años había dormido el guión en el cajón cuando Bodegas se lanzó a producirlo. Las televisiones no quisieron embarcarse en el proyecto, pero la cinta salió adelante y el resultado es propio de una fábula. «Yo no sé qué tiene esta película –confiesa Arévalo–. Hay una cosa mágica que no se puede controlar y que a veces sale. Y aquí ha surgido...». Bodegas intenta dar una explicación: «Tiene alma. Está hecha con mucha pasión y el talento que tiene Raúl para la dirección. Es una película capaz de atrapar al público».
A partir de hoy, «Tarde para la ira» experimentará una segunda vida. La etiqueta de triunfadora en los Goya la relanzará en cines. Ya el día anterior a la gala esta cinta, cuyo paso por taquilla había sido discreto, amplió su presencia de 38 a 150 cines. La película se va a dar un festín de público y, seguramente, Bodegas recuperará con creces el millón invertido. Raúl Arévalo espera que la estupenda acogida no eleve demasiado las expectativas. En los Premios Feroz ya dijo jocosamente que «Tarde para la ira» había pasado «de cinta de culto a sobrevalorada»: «Me da miedo que decepcione a los espectadores ahora que la ponen por las nubes; a mí me pasa a veces cuando me hablan muy bien de una película».
Un «universo cañí»
Quienes se acerquen al cine con ánimo de ver la elegida por los académicos encontrarán, en palabras de Arévalo, un «universo cañí. Almodóvar dice que soy muy lolailo». Una España tensa, negra, propia del Saura de «La caza», un tipo (Antonio de la Torre) que es una olla a presión y que busca venganza y todo un «cast» que, entre nominaciones y premios (Manolo Solo se llevó el Goya a mejor actor de reparto) ha hecho pleno. Asegura el director que, «como actor que soy intento darles la libertad que necesitan o la que yo vea que requiere la situación, que prueben cosas sin miedo a equivocarse. Yo soy un actor metido a director y no sé cuanto hay de cada cosa en la película, imagino que habrá de ambas, para lo bueno y para lo malo».
Raúl Arévalo ya tenía un Goya como intérprete. Fue en 2009, con «Gordos», dirigida por Daniel Sánchez Arévalo. Fue precisamente él (que también lo ha dirigido en «Primos» y «La gran familia española», el encargado de leer el nombre del galardonado a mejor dirección novel. Un claro indicio de que Raúl Arévalo sería el elegido. El actor agradeció el premio a todos los realizadores de los que ha ido aprendiendo. El tiempo, asegura, ha ayudado a que esta «Tarde para la ira» llegue con mayor solvencia: «Ha sido un proceso largo, pero eso me ha servido para madurar la película».
Ahora, confía en no tener que esperar otros ocho años para sacar adelante un proyecto. «Por ahora sólo tengo una idea, hay que ponerse a escribirla», afirma. Lo que está claro es que, a partir de ahora, el apellido de Arévalo no se asociará sólo con la comedia española o con cintas de otros como «La isla mínima». Este madrileño de 37 años cotiza ya como director. ¿Presión? «No pienso en el listón que he puesto de cara a una segunda película», dice.
«Si tienes una historia que contar y te apetece contarla, si es algo que te nace de las tripas, al final tarde o temprano lo vas a hacer». Así resume Arévalo su empeño por sacar adelante esta cruda historia de venganza que se presentó con aplausos en el Festival de Venecia y que se ha llevado todos los premios habidos y por haber en el cine español: el Feroz, el Forqué, el del Círculo de Escritores Cinematográficos. El Goya permitirá que una película de presupuesto medio que, en otras condiciones, hubiera pasado sin pena ni gloria por la cartelera, encuentre su hueco en el corazón de los espectadores.