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Respeto para Aretha Franklin

¿Podía tener la reina del soul enemigos? Posiblemente, su carácter tampoco se ha comparado con el del pan, pero eso no quita el chirrido que produce leer desde el jueves los ecos de la biografía no autorizada sobre la cantante que, en 2014, lanzó David Ritz
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¿Podía tener la reina del soul enemigos? Posiblemente, su carácter tampoco se ha comparado con el del pan, pero eso no quita el chirrido que produce leer desde el jueves los ecos de la biografía no autorizada sobre la cantante que, en 2014, lanzó David Ritz.
En los tiempos en los que prima el «click» fácil, que no son otros que estos en los que vivimos, no todo vale. Pero eso no es lo que piensa la mayoría y, por ello, bien está una muerte para hacer el agosto –más ahora– de ventas, pinchazos o cualquier otro sistema de «éxito», por muy fugaz que sea. La más reciente en irse, ella, la última grande de la época dorada de la música negra, la reina del soul: Aretha Franklin. Entre alabanzas, lágrimas, recuerdos y demás hay quien ha querido salirse del luto oportuno y, este caso, merecidísimo para sacar la bandera de la contracorriente y hacerse un hueco en la parcela opositora.
Entonces, ¿podía tener Aretha enemigos? Posiblemente, su carácter tampoco se ha comparado con el del pan, pero eso no quita el chirrido que produce leer desde el jueves los ecos de la biografía no autorizada sobre la cantante que, en 2014, lanzó David Ritz. Un libro que se vaciaba enfangando una carrera a la que acompañaba de infidelidades paternas, matrimonios fallidos, orgías, alcoholismo, adicción a la comida, filtraciones interesadas a la Prensa sobre falsos amantes para no dejar de ocupar los titulares, celos, miedo a que Barbara Streisand y Diana Ross la superaran... «Mentiras y más mentiras», respondía la señalada al conocer la publicación. ¿Y si fuera cierto, qué? Ni por esas podría empañar a una niña que comenzó a ser mujer con doce años; a una artista que fue tal no mucho más tarde, cuando grabó con solo catorce su primer disco; a una estrella de los sesenta, recién cumplida la veintena; y a toda una leyenda desde mucho antes de morir.
Porque Aretha es la que hizo que Otis Redding sonara con voz de mujer para convertirse en todo un himno, «Respect»; la que encarnó y abanderó el crecimiento afroamericano en Estados Unidos, de sur a norte y de Martin Luther King a Obama –al que emocionó hasta llorar en el Kennedy Center–; la que puso 18 Grammy en sus vitrinas o donde quisiera colocarlos; la que vendió más de 75 millones de discos; la que fue soul, góspel, blues, música... Palabra de Aretha: «Todo lo que pido es un poco de respeto (...) Solo un poquito». A lo que, recurriendo a la misma cantinela, deberíamos entonar al unísono aquello de «no voy a hacerte mal mientras no estés. No voy a hacerte mal porque no quiero». Amén.