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Riaza: la silla que cambió la manera de sentarse

Darro convirtió el mobiliario en obras de arte. Un exposición reivindica el papel de diseñadores y arquitectos de este sello.
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Darro convirtió el mobiliario en obras de arte. Un exposición reivindica el papel de diseñadores y arquitectos de este sello.
Años 50 del pasado siglo. El diseño en España es un campo sin abonar. Casi un erial, mientras en Europa ya se fabrica en serie. «Se vivía una situación de aislamiento y no se podía importar. Había ganas, y muchas, de modernidad, hambre de modernidad», comenta Gonzalo Machado, al frente de la galería que lleva sus apellidos y uno de los encargados de poner en pie e impulsar esta exposición que reivindica el papel destacadísimo de una de las empresa de diseño, y galería, no lo olvidemos, puntera en España. En 1959, Paco Muñoz (1925-2009) fundó Darro, una marca que revolucionó el diseño industrial en una época, como señala la nota de Prensa, «que buscaba un nuevo paradigma para la vivienda». La exposición se centra en un periodo de veinte años, de 1959 a 1979, en los que un grupo bienavenido de grandes creadores, entre los que destacan arquitectos como Miguel Fisac y Javier Carvajal, darán a luz muebles que han quedado como iconos.
Las piezas, más de un centenar, proceden tanto de colecciones privadas como de los propios artistas, de sus herederos y de diseñadores, nos explica Machado: «Algunas de ellas desde luego que podrían ser piezas de museo, con esas formas que tienen casi escultóricas, como las del Equipo 57, un grupo que marcó el arte a finales de los 50. Por ejemplo, el Museo del Diseño de Barcelona posee cinco obras de Darro».
Trabajo en serie
Los materiales utilizados eran locales, «los que se encontraban aquí en España. Nunca trataron de diseñar para un público elitista, todo lo contrario. Ellos recurrieron a procesos industriales con el objeto de abaratar costes. Se trabajaba en serie. Lo suyo fue democratizar el diseño», asegura. Y esos materiales con los que trabajan eran la madera de nogal, fresno, haya, embero, que no se alteraban frente a la humedad o la tinta. Si hay que resumirlo con una idea esta sería la de sumar funcionalidad al diseño.
El estilo que exhibe Darro es sobrio, con influencias alemanas y danesas, pero no abandonando nunca la tradición española. La primera tienda con galería abrió en la entonces calle Lista (hoy Ortega y Gasset), números 40 y 42, cuando los teléfonos empezaban por 2 y tenían siete cifras. «Una gama completa de muebles de gran calidad producidos en serie para la casa, el jardín y el trabajo», rezaban los anuncios de los 50. El sello Darro dio forma a sillas, algunas tan emblemáticas como la Riaza, obra de Paco Muñoz, en madera y cuero, que hoy nos parece tan moderna y que en aquellas décadas aún en blanco y negro significó un revulsivo. ¿A qué tipo de cliente se dirigían los muebles? «A una clase media con cierto interés cultural y con inquietudes intelectuales. Darro era también una galería de arte que realizó algunas exposiciones históricas. El cliente potencial era de una clase media ilustrada con ganas de modernidad y de abandonar la estética tradicional», explica Machado Muñoz. Además de las sillas con asiento de cuero, sólidas, bellísimas en su minimalismo y en su aparente simplicidad, destacan otras con asientos de enea y armazón de madera de nogal, como la Picardo, autor, al mismo tiempo, de mesas para oficinas o de sofás convertibles realizados en madera de embero, materia de la que se nutrían buena parte de las piezas: «Era un tipo de madera más barata que la de nogal o roble, lo que posibilitaba que los precioso fueran más asequibles», explica. De Picardo son también unos carritos con ruedas, mesitas de noche, aparadores. Se pueden ver expuestas también esas bancadas de 1960 de Equipo 57, verdaderos impulsores de este grupo de creadores, que sea adaptaban al cuerpo. Sus tumbonas formadas por láminas de madera conformaban un a modo de esqueleto.
Miguel Fisac es el autor de uno de los diseños con los que se quedaría Machado, uno de los que distingue: «La silla toro es muy particular, pues no se ha visto formalmente una pieza de estas características, muy española, que no reinterpretabaningún diseño visto anteriormente». Las otras dos obras que señala son la ya citada silla Riaza, «un icono del diseño español», y el mobiliario del Equipo 57.