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Richardson, Picasso pierde su sombra

El pintor malagueño no se acaba nunca. Lo sabía bien uno de sus biógrafos, el inglés John Richardson, autor de un monumental e inconcluso ensayo que pretendía recorrer todo lo que fue su vida y obra
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  • Víctor Fernández está en LA RAZÓN desde que publicó su primer artículo en diciembre de 1999. Periodista cultural y otras cosas en forma de libro, como comisario de exposiciones o editor de Lorca, Dalí, Pla, Machado o Hernández.

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El pintor malagueño no se acaba nunca. Eso lo sabía bien uno de sus biógrafos, el inglés John Richardson, autor de un monumental e inconcluso ensayo que pretendía recorrer todo lo que fue su vida y obra
Hay tantos libros sobre la figura de Picasso como sobre toda la historia del Renacimiento. El pintor malagueño, como decía Josep Palau i Fabre, uno de sus principales estudiosos, no se acaba nunca. Eso lo sabía bien otro de sus biógrafos, el inglés John Richardson, autor de un monumental e inconcluso ensayo que pretendía recorrer todo lo que fue la vida, la obra y el tiempo que le tocó vivir al hombre que renovó la historia del arte del siglo XX.
Richarson falleció ayer a los 95 años en Nueva York, la ciudad en la que vivía en un apartamento rodeado de los muchos recuerdos reunidos en sus tiempos dedicados a seguir las andanzas de Picasso, pero también de Andy Warhol, Jean Cocteau, Francis Bacon, Salvador Dalí o Lucien Freud. De todo ello dejó constancia en dos maravillosos libros de recuerdos, «El aprendiz de brujo» y «Maestros sagrados, sagrados monstruos». John Richardson estaba especializado en seguir las existencias de muchos artistas, pero la suya misma fue digna de una película de James Ivory. Parte de su conocimiento de este mundo tan especial y emocionante, aposentado en los años 50 y 60 en la Costa Azul francesa, lo debía el escritor a su relación personal y sentimental con Douglas Cooper, un gran erudito sobre el cubismo, además de buen coleccionista de Picasso y Braque.
De esta manera, Richardson pudo tener libre acceso a la picassiana finca de La Californie hablando con el pintor de todo, tanto de lo público como de lo privado. Esas conversaciones, además de sus propias investigaciones en no pocos archivos, desembocaron en el proyecto de biografía sobre el genio. El británico tenía planeado que fueran cuatro tomos, de los que solamente han visto la luz tres. Por cierto, en nuestro país nos hemos quedado con los dos primeros y el tercero todavía no está inexplicablemente al alcance del lector español. En el volumen que ya no verá la luz, Richardson tenía previsto llevarnos hasta la realización del «Guernica», además de caminar por las décadas posteriores a la culminación de la gran tela, aquellas que había vivido como testigo privilegiado.
En los últimos años, John Richardson siguió buscando nuevos datos sobre el maestro en ocasiones con la complicidad de los herederos de Picasso, que le permitieron consultar sus archivos. De esta manera, por ejemplo, había estado catalogando la gran colección de fotografías de la Fundación Almine Bernard Ruiz-Picasso y que fueron expuestas recientemente en una galería neoyorquina. Permítanme un apunte personal: Richardson fue una de las primeras personas que entrevisté cuando empezaba en este diario. Unas semanas más tarde lo volví a llamar después de que dos aviones chocaran contra las Torres Gemelas. Quería saber sus impresiones del hecho. «Mejor te dicto un artículo», me dijo. Y lo publicamos aquí.