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La ruta del Ártico por el norte de Rusia

Tras la explosión demográfica en los desiertos, podría llegar la hora de la tundra ártica.
La ruta del Ártico por el norte de Rusia
La ruta del Ártico por el norte de RusiaLa Razón
  • Carlota Sayos

    Carlota Sayos

  • Felipe Debasa

    Felipe Debasa

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Hace doce milenios los humanos comenzaron a desarrollar la agricultura junto a los ríos, en el entorno de los valles fértiles. Aquellos pueblos que cultivaban dejaron atrás la vida de nomadeo, caza y recolección. Con el paso de los siglos y los milenios, la tendencia natural de los diferentes pueblos de la tierra fue abandonar el nomadeo para establecer núcleos civilizatorios en torno a ciudades. Los lugares para asentarse normalmente eran sitios fértiles, frondosos y ricos. Empero esto no siempre era así. Las series de Vikingos, tan famosas ahora en las plataformas, recuerdan que aquellos saqueadores abandonaban Escandinavia debido a que en los bucólicos y pintorescos fiordos es muy difícil cultivar la tierra.
La ruta del Ártico
La ruta del ÁrticoLa Razón
En el siglo XXI todavía subsisten algunos pueblos nómadas en selvas, tundras y desiertos. En este último caso es especialmente significativo el ejemplo de los árabes, que han convertido un terreno hostil que ha permanecido inalterable durante miles de años, en uno de los lugares emergentes más tecnológicos y avanzados del planeta. Y no sólo eso, mientras que Europa pierde población y se instala la ideología woke, los modernos desiertos de Arabia establecen planes para duplicar sus poblaciones. No es casual que el edificio más alto del mundo esté en un desierto y no en un valle fértil y frugal. Cristóbal Colón descubrió el delta del Orinoco en su tercer viaje, y quedó tan maravillado por su belleza que pensó que había encontrado el mítico paraíso bíblico de Adán y Eva. Hoy la zona, Venezuela, es un guarismo de caos político y social que genera un éxodo masivo, el mayor de Latinoamérica en la época moderna. Al tiempo, los desiertos de la península arábiga están de moda, y a esta ola futurista se acaban de sumar los saudíes, custodios de los santos lugares del Islam y de varios activos culturales patrimonio de la humanidad UNESCO. Arabia Saudí tiene un plan para convertir una franja del desierto en la ciudad Matrix o Blade Runner. Emiratos y sultanatos se preparan para recibir a las personas que iniciarán sus proyectos de vida en el desierto. Cuando un inversor visita Dubai, Jeddah o Bahréin y le informan de los precios de los solares del desierto, aunque sea consciente del emporio tecnológico que le rodea, no puede dejar de pensar aquello de “vender arena en el desierto”.
La Ruta de la Seda vertebró Eurasia durante siglos y algún milenio gracias a los camellos, conocidos también como las barcas del desierto. Al clausurarla, Europa se vio en la necesidad de retomar los contactos y, esta vez, por los mares. España fue líder indiscutible en el asunto durante la edad Moderna hasta el desastre de Trafalgar. Después los ingleses, de gran tradición en la piratería, rapiñarían el control de los mares mediante la ocupación de pasos estratégicos, canales y estrechos. Así recordaría el Duce Mussolini que uno de los motivos para entrar en la II Guerra Mundial sería que Italia no podía permanecer rehén de las puertas que los ingleses habían instalado en el Mare Nostrum. A saber, Gibraltar y Suez. Y de este menester queda hoy la huella colonialista e imperialista británica. Gibraltar es la última colonia existente en suelo europeo, y Akrotiri y Dekelia zonas de soberanía inglesa con base militar incluida en Chipre, que se utilizaban para controlar la ruta de Suez. A estos puntos clave en la distribución en Europa de productos chinos, se une el estrecho de Malaca, que los ingleses también se preocuparon de controlar bien gracias al invento de Singapur, una isla malaya que no forma parte de Malasia. Así, para que las compras de Aliexpress lleguen a casa, el paquete tiene que atravesar el estrecho de Malaca y el Canal de Suez, y si el comprador es del norte de Europa, seguramente también Gibraltar. Muchos recordarán el incidente del carguero Ever Given, que en marzo de 2021 bloqueó durante unos días el canal de Suez.
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Empero toda esta situación podría cambiar con el deshielo ártico. Las mercancías chinas podrían viajar por el norte de Rusia escapando al control de las rutas tradicionales. Por tanto, tras la explosión demográfica y futurista de la península arábiga, podría llegar ahora el turno de la tundra ártica. Una zona en la que viven cuatro millones de personas y que alcanza a ocho países, a saber: Rusia, Estados Unidos, Noruega, Canadá, Dinamarca (por Groenlandia), Suecia y Finlandia. Esta región polar es la cuna de Papa Noël y sus renos voladores, que poca gente conoce que ingerían Amanita muscaria, unas setas alucinógenas, y que después los locales samis consumían a través de la orina de los animales, que seguía conservando sus efectos sicotrópicos.
El deshielo desvela dos rutas por el ártico, la del noroeste, controlada por Canadá y Estados Unidos, y la más interesante para Europa, la noreste o Northen Sea Route (NSF), fiscalizada por Rusia. Se da además la circunstancia de que la potencia polar indiscutible por la flota de submarinos y rompehielos nucleares no es Estados Unidos sino Rusia. Y ahora, con el deshielo ártico, tal vez zonas como el archipiélago de Svalvard, donde viven 2000 personas en una extensión que ocupa la mitad de la España peninsular, podría convertirse en un futuro foco de atracción como lo es hoy Singapur. Y entonces vendrá la segunda parte del dicho, “vender hielo a los esquimales”, si comienzan a revalorizarse los solares de nieve. A 12 grados del Polo Norte se encuentra Pyramidien, una colonia minera soviética que permanece hoy en una cápsula del tiempo con estatuas de Lenin, hoces y martillos, y las infraestructuras propias de una casa del pueblo de la Guerra Fría. Tal vez este lugar sólo accesible por barco o mediante trineo si hay nieve, se ponga de moda como hoy Dubai en un hipotético futuro si la NSF se pone en marcha.
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