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Pintura

Sorolla en Londres y sin tópicos

«Triste herencia» (1899) permaneció en la iglesia de la Ascensión, en la Quinta Avenida de Nueva York, hasta que en 1981 fue devuelto a España
«Triste herencia» (1899) permaneció en la iglesia de la Ascensión, en la Quinta Avenida de Nueva York, hasta que en 1981 fue devuelto a Españalarazon

En 1908, las Grafton Galleries de Londres acogieron una gran exposición de Joaquín Sorolla (1863-1923) en la que se le anunciaba como «el mejor pintor vivo del mundo». Han tenido que pasar 110 años para que el maestro español del «luminismo» vuelva a ser objeto de una retrospectiva en la capital británica. La sede, en esta ocasión, es el ala Sainsbury de la National Gallery, en la que, desde el 18 de marzo y hasta el 7 de julio, 60 obras procedentes de instrucciones y colecciones privadas europeas y norteamericanas ofrecerán una visión casi integral de las diversas facetas y periodos que conviven en la obra del pintor valenciano. La exposición se encuentra estructurada en siete salas, cada una de las cuales aborda temáticamente una particularidad de la producción de Sorolla. La primera reúne una serie de retratos de su esposa Clotilde y de sus tres hijos. En la sala dos se exponen algunos ejemplos del viraje social que la pintura de Sorolla experimentó durante la década de 1890. La sala tres pone de relieve la influencia que los grandes maestros del Prado –Velázquez y Goya– ejercieron sobre su obra, mientras que la cuatro nos aproxima al Sorolla más icónico y sedimentado en el imaginario colectivo: el de la luz mediterránea y las playas valencianas. Las tres ultimas salas completan este recorrido con una panorámica de otros tantos aspectos esenciales de su obra: los estudios para el gran mural realizado en la Hispanic Society de Nueva York; paisajes y jardines; y los retratos de conjunto de su familia al aire libre. La envergadura de la exposición no se mide solo por el sorprendente hecho histórico que supone el regreso de Sorolla a Londres más de un siglo después de su primera y única gran exposición en esta ciudad. La dimensión quizá más interesante y novedosa de esta muestra es que plantea una visión de su obra más allá de los tópicos que, de un lado, han construido el mito internacional de Sorolla, pero, de otro, han simplificado el alcance de su pintura hasta casi convertirla en un artículo de merchandising. Precisamente, una cualidad que han destacado especialmente los organizadores de esta retrospectiva es la inclusión de varias piezas que abordan el talante más social de Sorolla. Durante la última década del siglo XIX, pintores como Rusiñol o Nonell, así como diversos representantes de las diferentes escuelas regionalistas, mostraron una cercanía a la convulsa realidad social de la España de aquel momento, a la que el artista levantino no fue ajeno. Además, el «luminismo» que, desde 1895, se convirtió en la seña de identidad indiscutible de su producción, ha eclipsado el hecho de que atravesó la mayoría de los estilos vigentes en el tramo final del XIX: realismo, impresionismo y posimpresionismo. Toca, pues, una visita a la National Gallery para apreciar la riqueza estética y discursiva de un autor que, por demasiado familiar, llega a resultar en muchos casos desconocido.