Steve Jobs, la manzana no estaba tan podrida
Una nueva biografía, de reciente publicación en EE UU, revela el lado más íntimo y humano del fundador de Apple gracias al testimonio de amigos y familiares
La imagen de la portada de «Becoming Steve Jobs» presenta una imagen humana del líder de Apple: solo, mira hacia el suelo, parece que medita. Se nos antoja un hombre accesible, ¿vulnerable, incluso? Durante los últimos días, los ejecutivos de Apple han dado su visto bueno al volumen sobre el fundador de la compañía de la manzana al tiempo que criticado el título de Walter Isaacson, que salió a la venta hace tres años y medio, al poco tiempo de fallecer Job. Fue el propio Jobs quien pidió a Issacson que lo escribiera. El ex editor de «Time» se había convertido entonces en un conocido biógrafo, respaldado por la crítica y el éxito de ventas. Jobs sabía entonces que perdía la batalla contra el cáncer de páncreas que padecía; quizá también que Isaacson bucearía en las partes más oscuras de su personalidad. Pero, ¿era eso lo que Steve Jobs quería? Cuando le pidió que escribiese sobre él, ya sabía que Isaacson había tratado sobre las relaciones extramatrimoniales de Benjamin Franklin o el mal carácter de Albert Einstein, que con frecuencia demostraba un trato humillante hacia su esposa. Walter Isaacson publicó en 2011 una biografía de Steve Jobs, que fue editada en España por Debate. Llegó a las librerías menos de tres semanas después del fallecimiento de Jobs y confirmó muchos de los prejuicios contra el fundador de Apple: sí, era un genio, pero también podía ser una mala persona. En el libro se enumeran gran cantidad de ejemplos en los que Jobs trata de forma cruel a sus empleados cuando no cumplen con sus expectativas. En una entrevista con Amazon, Isaacson reconoció que Jobs «me pidió que no escuchase su versión, sino que entrevistase a tanta gente como fuese posible. Era una de sus grandes contradicciones: podía distorsionar la realidad, pero era brutalmente franco la mayoría de las veces. Me impresionó su grado de franqueza más que sus intentos de blanquear las cosas».
En este nuevo libro, «Becoming Steve Jobs», sus autores, Brent Schlender y Rick Tetzeli, editado por Random House, buscan retratar un lado más amable del genio con entrevistas a personas de su círculo más cercano. Los ejecutivos de Apple, por supuesto, no han dejado de agasajar tanto a los autores como al libro desde que ha salido. El atractivo del personaje ha hecho posible un nuevo trabajo cinematográfico, dirigido por Danny Boyle y con guión de Aaron Sorkin en el que Michael Fassbender encarnará al directivo de la manzana. Jobs nunca se quejó de ninguno de los libros que se habían escrito sobre él. El manuscrito más incisivo fue «Regular Guy», escrito en 1997 por su hermana biológica.
Jobs protegió siempre mucho más la reputación de Apple, que, al fin y al cabo, puede interpretarse como una especie de «alter ego», que la suya. Nunca tuvo problemas en facilitar sus registros de llamadas telefónicas, incluso en los momentos difíciles para su empresa. En cambio, los periodistas sabían que les podía vetar sin pestañear en cuanto escribiesen algo hiriente sobre Apple. El nuevo libro revela, por ejemplo, que en 2009, cuando Jobs estaba en la recta final de su vida, su sucesor Tim Cook le ofreció a su jefe parte de su hígado. Pero, Jobs se negó: «No, nunca te dejaré hacer eso», le contestó. Otra anécdota fue cuando Jobs vio la última película que Jobs escogió ver antes de que falleciera. Fue una elección extraña: «Remember the Titans», un drama sobre la cuestión racial realizado por Disney sobre un equipo de fútbol de un instituto de 1971, protagonizado por Denzel Washington. «Me sorprendió tanto que quisiera ver esa película», recuerda Cook en el libro. «Le dije: “¿Estás seguro?”. Steve jamás demostró interés por los deportes. La vimos y cambiamos impresiones. Me marché a casa pensando que estaba bastante feliz», explica el consejero delegado de Appel sobre su encuentro con Jobs en su casa de Palo Alto (California) seis días antes de que falleciese. «Me comunicó que había decidido que fuese yo el consejero delegado. Pensé entonces que creía que iba a vivir bastante más porque habíamos hablado muchas veces lo que supondría que yo fuese consejero delegado y él presidente», indica Cook, uno de los entrevistados.
Con su número en el iPhone
Semanas antes de morir, Jobs se reunió con John Lasseter, jefe creativo de Pixar, la compañía de animación digital fundada por él que después vendió a Disney por 7.000 millones de dólares. «Hablamos sobre Pixar. Entonces, me miró y dijo: «Sí, necesito echarme una siesta”. Me levanté, le miré y me acerqué a él. Le di un abrazo, le besé y le dije: “Gracias. Gracias por todo lo que has hecho por mí”»,explica Lasseter, quien también relata otra anécdota emotiva, pero que sucedió después de su muerte. Fue cuando se encontró con Cook en una fiesta de cumpleaños de la viuda de Steve, Laurene Powell. Hablaron de él durante un rato largo hasta que se dieron cuenta de que los ambos aún guardaban el número de teléfono de Jobs en sus móviles a pesar de que sabían que ya resultaba inservivible. «Le dije: “Nunca podré borrarlo”. Entonces, Tim sacó su iPhone y me enseñó que él también lo tenía en sus contactos», explica Lasseter.
Los autores de esta biografía también entrevistaron al fundador de Microsoft, Bill Gates, quien se citó con su rival en su casa de Palo Alto poco antes de su muerte: «Hablamos de las cosas que habíamos hecho, de nuestros logros y de hacia dónde pensábamos que teníamos que ir», indica Gates sobre aquella determinante cita. También se recoge el momento antes de que Jobs pronunciase su discurso en Stanford en 2005. Estuvo a punto de no poder hacerlo porque un oficial de Policía le echó a él y su familia del campus de la Universidad. Les dijo que el aparcamiento estaba lleno y que debían abandonarlo. Cuando Jobs le dijo quién era no se lo podía creer. ¿Cómo iba a ser ese señor con esos pantalones vaqueros y aquella camiseta el principal orador de Stanford?
Cinco claves para conocerle:
1. El tiempo le hizo más paciente: según Schlender, Jobs aprendió a no apresurar las cosas que necesitaban más trabajo y detalle. También entendió que sus trabajadores tenían un límite para soportar cargas de responsabilidad, aunque no dejó nunca de ser un jefe de trato difícil.
2. Absolutamente minucioso en las presentaciones de Apple: pasaba meses repasando las introducciones de sus aparatos y ensayaba exhaustivamente sus apariciones, donde cambiaba hasta el color de las letras de las proyecciones. Podía pasar más de 15 minutos sentado en el escenario hasta que la iluminación quedara como a él le gustaba. Antes de hablar en público pedía a periodistas amigos que le escucharan para practicar sus chistes.
3. Sensibilizado con la enfermedad: Rick Tetzeli reveló que cuando Jobs descubrió que padecía cáncer empezó a ayudar a aquellos empleados que tenían a un ser amado enfermo con el mismo mal, incluso llegaba a hablar con los doctores que atendían a los pacientes sobre el mejor tratamiento que debían recibir.
4. Estilo de liderazgo inimitable: aunque para muchos Steve Jobs es un ejemplo de liderazgo, Tetzeli señala que el suyo solamente le funcionaría a Jobs. Es el ser un líder que maneja a su personal con un estilo propio y fiel a sus ideales personales. Se tomaba sus tiempos de meditación y, cuando no podía practicarla en casa, pedía que un monje budista acudiese una vez en semana a la oficina para aconsejarle sobre sus actividades diarias.
5. Deseo de cambiar el mundo: Schlender indica que la verdadera y única motivación de Jobs era dejar un impacto positivo en el planeta, «imprimir su huella en el universo». Tan simple como eso. Y con los cambios que los productos de Apple han provocado en todo el globo, sin excepciones, podemos decir que, a su manera, lo consiguió antes de morir.