La corbata de Hamlet
La compañía portuguesa Chapitô regresa a Madrid, esta vez, con el clásico de Shakespeare, donde con muy poco contarán mucho
Creada:
Última actualización:
Chapitô es de esas compañías que hacen afición. Son un imán. Tierra que pisan, tierra que conquistan estos portugueses de inmediato. No falla. Y tampoco necesitan de grandes alharacas para demostrar que con poco, muy poco, se pueden hacer trabajos inmensos. Palabras, las justas. Cumplen con aquella norma arquitectónica de Mies van der Rohe de que «menos es más». «¡Por supuesto!», clama Susana Nunes, actriz: «Apostamos por un teatro desprovisto de todo tipo de parafernalia, y esa simplicidad nos permite acercarnos a un universo con un mayor número de posibilidades dramatúrgicas. Conseguimos un juego escénico accesible a través de la imaginación del público –continúa–. La mayoría de acciones de las que hablamos no existen, pero cuando logramos evocar esas imágenes y que el espectador las vea, entonces, no hay límites. Puede pasar de todo».
Ahora llegan a Madrid (hasta el domingo en el Teatro de la Abadía) con «Hamlet». Otro Shakespeare ante el que se remangan después de «Macbeth», «La tempestad», «Romeo y Julieta»... «Porque nos encantan los clásicos y las tragedias», explica, recién llegada a la capital, la intérprete. «La comedia es nuestro lenguaje escénico y la aproximación al drama desde el humor hace un contraste muy interesante». El Bardo, cuenta, «fue un maestro en la selección y en el tratamiento de nuestros instintos más viscerales, y por eso nos gusta a la mayoría, porque es universal. Aunque las personas no conozcan una obra en concreto, siempre la intuyen de alguna forma. Puede que no se hayan leído el libro, pero habrán visto una película inspirada en sus historias».
Sin embargo, dentro de ese código «made in Chapitô» es difícil no recordar las cucharas de «Electra» (2016). Con apenas unos cubiertos, la compañía fue capaz de contar la historia del mito sin perder detalle y, a su vez, de ensimismar al patio de butacas. Esta vez no hay cucharas, «pero sí corbatas», añade Nunes de este «símbolo de poder». Dentro de la «anarquía» que domina su proceso creativo, Chapitô comenzó jugando con «un croma verde» durante una semana. Sin embargo, no funcionó.
«Nos dejamos llevar con la certeza secreta de que las cosas sucederán en algún momento. Intentamos probar con nuestros cuerpos, como si flotaran en el aire, y a partir de ahí empezamos a introducir ropa, sombreros y demás hasta que todo se fue y solo quedaron los trajes y las corbatas». Nada más. Un escenario no muy grande, íntimo, y cuatro actores (Jorge Cruz, Ramón de Los Santos, Tiago Viegas y la propia Nunes) con sus respectivas vestimentas es todo lo que necesitan los portugueses para sumergirse en la historia del príncipe danés y en los acontecimientos posteriores al asesinato de su padre.
El cambio respecto al Shakespeare original es visible de primeras: el ecosistema no es el de 1600, sino que el cuarteto luso presenta nuestra realidad del siglo XXI de golpe, donde aquella corte escandinava se convierte en un rascacielos de una gran empresa. «En los dos mundos vemos ese juego de poder y venganzas. La lucha entre la cordura y la locura de Hamlet queda intacta. También comprobaremos que el poder está concentrado, mal distribuido e incluso asociado a la corrupción. Y dentro de todo ese juego, Hamlet va a ser el que vaya a contracorriente por su propia naturaleza», añade.
La obsesión de la compañía ha sido la de «mostrar los sentimientos de Hamlet sin llegar a la caricatura», comenta. La locura del protagonista (interpretado por los cuatro actores en algún momento de la pieza) se pone en el foco del montaje: «Cuando pierde a su padre la madre empieza a actuar de forma extraña y es cuando Hamlet comienza a escuchar voces y a dudar de sí mismo. Justo lo que sentimos hoy. La pandemia solo ha sido una piedra más en un mundo en el que los acontecimientos son un poco oscuros –justifica Nunes–. La autoridad es ambigua y no sabes si las decisiones que se toman desde el poder son pensando en el bienestar de todos o de unos pocos. Por ello, no sé cómo colocarme ante un problema. Lo mejor es minimizar el sufrimiento».
- Dónde: Teatro de la Abadía, Madrid. Cuándo: hasta el domingo. Cuánto: de 9 a 21 euros.