Crítica de clásica

Premios Teatro Real: Claroscuros de una gala

La primera edición de la gala de entrega de estos galardones resultó algo desvaída, habría sido más conveniente un acto más espectacular

El Teatro Real.
El Teatro Real.Silvia Dominguez VidalLa Razón
Obras de Vivaldi, Falla, Montsalvatge y Donizetti. Mezzo: Silvia Tro Santafé. Piano: Julian Reynolds. Teatro Real, 6-VI-2022

En una sala con buena entrada aunque lejos del lleno, se presentaba solemnemente la primera edición de los Premios Teatro Real, y se hacía en el curso de una gala, que a la postre resultó algo desvaída. Quizá para una ocasión como esta habría sido más conveniente un acto más espectacular, con participación de Orquesta y Coro e incluso con la de los cantantes premiados, aunque esto último, como veremos, se hizo en una mínima parte Y ello con independencia de los méritos de la protagonista activa, la mezzo Silvia Tro Santafé.

En primer lugar, tras el breve discurso de Gregorio Marañón, Presidente del Teatro, se hizo entrega de los llamados Premios de categoría institucional, que recayeron en José María Álvarez-Pallete, Presidente Ejecutivo de Telefónica, José Bogas Gálvez, Consejero Delegado de Endesa, Florentino Pérez, Presidente y CEO de Grupo ACS, y Santiago Moreno, Jefe de Servicio de Enfermedades infecciosas del Ramón y Cajal, todos ellos protectores y colaboradores en distintos sentidos del Teatro y que agradecieron, en escuetas alocuciones, la distinción.

Los premios artísticos fueron para uno de los dos directores invitados del Teatro, Nicola Luisotti, cálido y locuaz, Christof Loy (por su montaje de “Rusalka”), conciso y explicativo, la soprano Marina Rebeka, entusiasta y comunicativa, el tenor Michael Fabiano, efusivo y vital (estos dos, con Luisotti, por su intervención en “La traviata” en plena pandemia), y el barítono Carlos Álvarez (por su Scarpia y su “Mamma”), directo y con los pies en el suelo.

Tras el intermedio se desarrolló el concierto a cargo de Silvia Tro Santafé, que hizo gala, como siempre, de un gusto exquisito y de un bien decir en la interpretación de una cantata de Vivaldi, “Piango, gemo, sospiro e peno”, una de las que en su día interpretó para el disco la recientemente desaparecida Teresa Berganza, a quien la Gala estaba dedicada. Luego la “mezzo” valenciana expuso, sin mucha gracia ni picardía, aunque con momentos de indudable exquisitez (“Nana”), las “Siete canciones populares españolas” de Falla, y abordó, con buen sentido del fraseo y de los reguladores, las “Cinco canciones negras” de Montsalvatge. Cerró con el aria de Elisabetta “Si, vuol di Francia il Rege” de “Maria Stuarda” de Donizetti.

En toda su intervención Tro evidenció carácter y firmeza y puso de manifiesto su metal bien pulido, brillante en ocasiones de “mezzo lírica” bien asentada, con ciertos apoyos non “sanctos” en los graves y algún que otro ahuecamiento. Pero el timbre es atractivo y rutilante pese a un peligroso cabrilleo. Algunos agudos destempladillos y pequeñas faltas de afinación no empañan su buena labor general. Fue acompañada desde el piano, algo borrosa y poco delicadamente, por Julian Reynolds, que parece ser, según su curriculum, que es más director que pianista; lo que explica su discutible colaboración.

Hubo una sorpresa final cuando ya la gente había dejado de aplaudir, lo que provocó una situación bastante desairada: Tro salió a anunciar que iba a interpretar con Marina Rebeka el dúo de Anna y Giovanna de “Anna Bolena” de Donizetti, cosa que hicieron con el desangelado Reynolds de manera muy decorosa. La soprano premiada exhibió su compostura, su voz de lírica plena bien asentada y su seguridad. Luego no hubo más.