Crítica de teatro

“Sueño de un bosque olvidado”: Ecología para toda la familia ★★★★☆

Éric Deniaud y Tamara Badreddine son los creadores de este enigmático cuento sin palabras

"Sueño de un bosque olvidado" estará en la Cuarta Pared el 18 y el 19 de noviembre
"Sueño de un bosque olvidado" estará en la Cuarta Pared el 18 y el 19 de noviembreSala Cuarta Pared
Autores e intérpretes: Tamara Badreddine y Éric Deniaud. Sala Cuarta Pared. 18 y 19 de noviembre de 2022.

Después de su estreno el pasado sábado en el Espacio Abierto Quinta de los Molinos, llega ahora a Cuarta Pared esta delicada miniatura escénica, con trasfondo ecologista para pequeños y mayores, del colectivo libanés Kahraba, que repite en la programación del Festival de Otoño después de habernos visitado el año pasado con Geología de una fábula.

Éric Deniaud y Tamara Badreddine son los creadores e intérpretes de este enigmático cuento sin palabras titulado Sueño de un bosque olvidado que apenas dura 20 minutos y combina el teatro de objetos, los títeres, las proyecciones y la música. Aunque su aspiración poética empuja la propuesta hacia la abstracción, la pieza tiene a la vez un desarrollo narrativo que parece apuntar a la relación del hombre con la naturaleza. Pero todo está más sugerido que explicado; y nada guarda una clara relación causal.

Tras un incendio en un bosque, al que sucede una gran tormenta, quizá como dos signos de un cataclismo global, una niña duerme –o tal vez convalece– sobre el trozo roído de un tronco. Durante su sueño, el bosque se recupera paulatinamente; la vida en sus múltiples manifestaciones lucha por volver a estabilizarse, por volver a su ciclo regular. Y la procreación será un paso inevitable para mantener ese ciclo. Al despertar, no sabemos si de manera voluntaria o inconsciente, la niña se convertirá en depositaria de esa nueva vida que habrá de empezar, es decir, del futuro, simbolizado en el huevo que un ave ha puesto junto a ella.

Esta podría ser una interpretación más o menos admisible del argumento de la obra, pero puede haber muchas otras. Y, de hecho, las hay: al término de la función, pude comprobar que otros espectadores habían hecho las suyas respectivamente y eran todas igual de plausibles. Desde luego, hay un componente onírico-poético que prevalece sobre la lógica, y hay, o eso parece, una deliberada invitación a que cada espectador saque sus conclusiones. Esto nos puede hacer pensar que los más pequeños no se van a enterar absolutamente de nada; pero… ¿acaso no son ellos precisamente los más diestros en rellenar con la imaginación aquello que no se puede deducir? Y si hay una cosa que permite el montaje es eso: imaginar; todo está presentado con el oportuno mimo estético y técnico para espolear la fantasía del público y acunar la razón hasta dejarla, por un rato, tan dormida como a la niña protagonista.

Lo mejor

La mixtura de lenguajes como eficaz recurso para enriquecer la historia en su vertiente más sensitiva.

Lo peor

La dificultad para comprender de manera inequívoca el mensaje de fondo, si lo hay.