Entrevista

Anabel Alonso: “Las cosas de García-Gallardo serían cómicas de no ser reales”

La actriz disfruta de su vuelta al teatro con "La Celestina" que llega este fin de semana a Clásicos en Alcalá

Anabel Alonso se mete en la piel de una Celestina "fantasmal", presenta
Anabel Alonso se mete en la piel de una Celestina "fantasmal", presentaPedro Gato

Estamos más que acostumbrados a ver la cara de Anabel Alonso en la pantalla. Es un animal televisivo, pero, como ella misma dice, “al teatro siempre vuelvo”. Lo último, “La Celestina” –en versión de Eduardo Galán y con dirección de Antonio C. Guijosa– que llega este fin de semana a Clásicos en Alcalá tras un par de meses de una gira a la que todavía le queda mucha vida hasta que cierre temporada en el Reina Victoria de la capital. Y entre idas y venidas, no para:

–Hoy no tengo rodaje [de “Amar es para siempre”, Antena 3], así que toca aprovechar la vida, que muchas veces se nos olvida.

–Ya les queda poco, ¿da pena despedir un trabajo que es historia de la televisión?

–Mucha. Yo no soy tan histórica, pero he estado nueve temporadas. Y se pasan muy rápido. Soy de estancias largas: con “Los ladrones van a la oficina” y “7 vidas” también estuve mucho, siete años en cada una. Pero más allá de la serie, la pena es por la gente, por esa familia. Cuando nos dijeron que se terminaba fue un “shock”, pero es la vida, las cosas empiezan y se acaban.

–No debe haber muchos actores españoles que no hayan pasado por allí.

–Hemos sido miles; mayores jóvenes, papeles más o menos largos... Todos. Y a los que no nos aguantaban en otro lado nos hemos quedado más tiempo [ríe].

–El auditorio deberá ser grande para el funeral de “Amar...”.

–El berrinche va a ser sonado. Estaremos llorando una semana antes. Al final es una serie que ha aguantado en un momento de la televisión complicado, con mucha competencia y sin paciencia en las cadenas privadas.

–Y en esas, “La Celestina” en el teatro. Ya tenía usted madera de Celestina.

–Bastante, pero por casualidad porque estuve presente en “El flechazo”, en "Tal para cual”, en “Estoy por ti”... Si hay una actriz preparada para esto, soy yo.

–¿Le sienta bien el papel?

–Estoy muy honrada por hacer uno de los grandes personajes de la literatura y por coger el testigo de actrices como Irene Gutiérrez Caba, Nuria Espert, Terele Pávez, Amparo Rivelles, Gemma Cuervo... Creo que es un hito en mi carrera. Si señaláramos tres personajes míticos diríamos el Quijote, Don Juan y la Celestina.

–Pues, luego, a por los otros dos.

–Me dejo la perilla y listo.

–Pero Don Juan ya no están bien visto, ¿o sí?

–Yo creo que sí, igual ahora hay menos doñas Inés. Hay mucho de todo género y condición, Don Juan y Doña Juana.

–Venden el montaje como “sorprendente”. ¿Por qué?

–La versión de Edu Galán es fiel al original, tiene ese aroma del XVI, aunque actualizado para que no sea farragoso, pero aquí la Celestina viene a reivindicarse. Hay una visión arquetípica de que es mala, es la que urde todo, la que ocasiona las tragedias... Y se va a ver que solo es un engranaje más de la maquinaria. Es la única que cumple con la palabra dada y eso queda claro en esta versión. Es una mujer libre, y en esos años es mucho: ni era monja ni estaba sometida al marido. Tiene que sacarse las castañas del fuego. Es vital, es su propia dueña y lleva la filosofía del “carpe diem”.

–¿Dónde Anabel Alonso es más ella: sobre el escenario, en la TV, en ninguno...?

–La del escenario ya te digo que no. Aunque siempre que un personaje pasa por tus tripas algo queda de ti, pero quizá donde pueda ser más reconocible es en MasterChef, y no del todo, pero sí hay muchas veces que en mitad de la vorágine te olvidas de las cámaras.

–Se ha convertido en un básico del programa, junto a Bibiana. Son casi como el aceite y la sal.

–[Risas] Sí, como el AOVE.

–No termino de acostumbrarme a eso de “AOVE”.

–Uf, a mí tampoco me gusta. La primera vez que lo escuché pensé que era algo japonés. Aquí con decir aceite ya sabemos de qué hablamos. Solo deberíamos matizar cuando no sea de oliva virgen extra.

–Es muy combativa en redes, ¿lo hace como diversión?

–Digo lo que pienso. Twitter no deja de ser una corrala anónima que mucha gente utiliza para echar mierda impunemente. Se sueltan burradas. Me da rabia que para abrir una cuenta no se exija una documentación. Y a mí, cuando me tocan las castañuelas, bailo. No hay que dejar pasar ciertas cosas. Cada uno puede pensar como quiera, no quiero un pensamiento único, pero de ahí a entrar a atacar... Es terrible. Me estoy cansando un poco y eso que no me lo tomo a pecho. Me da pena porque la red es una forma muy democrática de que nuestras ideas lleguen a los políticos de turno. Pero están llenas de ruido y porquería. Queda todo desvirtuado. A mí los trols me llaman sectaria, los “haters”.

–El inglés parece que lo dulcifica todo: “haters”, “fake news”...

–Sí, porque lo primeros son odiadores, que suena peor, y lo otro son mentiras como catedrales.

–¿Y le gusta el traje de azote de la derecha?

–Es demasiado. Luego me vienen las hordas, pero me parece que, con humor, es sano y divertido. Yo suelo tirar de ironía. Las cosas de García-Gallardo serían cómicas de no ser reales. Nos jugamos mucho, los derechos y las libertades.

–Usted tiene muchas banderas de España en su perfil, algo no muy habitual en la izquierda. ¿Desconcierta eso a sus “oponentes”?

–Es un símbolo. No tiene que ser potestad de una ideología. Nos representa a todos. Me puse todas las que me cabían y si alguien tiene menos que yo le digo que se calle, que yo le he ganado por dos banderas.

  • Dónde: Teatro Salón Cervantes, Alcalá de Henares. Cuándo: 18 de junio (20:00 horas). Cuánto: de 8 a 16 euros.