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Teatro
Crítica de 'Entre rimas y riberas': El marciano diálogo de Garcilaso ★★☆☆☆
Extraña propuesta, por su propósito y por el resultado artístico, esta que decidió acometer la Compañía Nacional de Teatro Clásico

Autoría: Garcilaso de la Vega y poetas uruguayas contemporáneas. Dirección: Lluís Homar y Gabriel Calderón. Intérpretes: Roxana Blanco, Juan Antonio Saraví, Aisa Pérez, José Luis Verguizas, Luciano Supervielle (teclado) y Mateo Ottonello (percusión). Teatro de la Comedia, Madrid. Hasta el 8 de junio.
Extraña propuesta, por su propósito y por el resultado artístico, esta que decidió acometer la Compañía Nacional de Teatro Clásico, estando aún a su frente Lluís Homar, en coproducción con la Comedia Nacional de Uruguay y la empresa privada Bitò.
Dice el programa de mano de ‘Entre rimas y riberas’ que el proyecto nace “del amor por la palabra y la obsesión por salvar su tradición y encontrar sus ecos contemporáneos”. Ciertamente, ha sido una constante en la etapa de Homar como director de la institución pública la búsqueda de un diálogo -por desgracia, con resultados poco satisfactorios la mayoría de las veces- entre los textos clásicos y los autores contemporáneos.
En esta ocasión, ese pretendido diálogo habría de establecerse entre la obra de Garcilaso de la Vega y un grupo de poetas contemporáneas uruguayas (Idea Vilariño, Delmira Agustini, Amanda Berenguer, Cristina Peri Rossi...). A nadie se le escapará que, ya a priori, la elección de los interlocutores resulta un poco rara, o forzada. Pero eso sería lo de menos -incluso podría ser original y revelador- si el diálogo como tal de verdad se produjese.
El problema es que el espectáculo está construido como una amalgama de elementos dispares supeditados a un todo bastante confuso. O no hay una dramaturgia clara o yo no la he sabido ver. Parece que cada poema estuviera colocado en un contexto argumental y en un código escénico diferente más por evitar la monotonía formal que como consecuencia directa de un recorrido emocional, de una evolución clara del discurso afectivo, que es lo que debería servir para dar cohesión a una propuesta levantada a partir de un tipo de poesía, como es la lírica, que goza siempre de plena autonomía en cada composición. Desprovisto el conjunto de un claro sentido conceptual, y carentes las partes de la intensidad emocional que podrían tener, el espectáculo se torna tan frío como el aplauso que el público, al finalizar, le dispensa en justa correspondencia.
- Lo mejor: Que la Compañía Nacional explore las posibilidades teatrales de la poesía lírica, que son muchas.
- Lo peor: La escasa capacidad de la propuesta, por su incomprensible dramaturgia, para llegar al corazón del espectador.
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